Escribe Cristina Moscato
Cuenta Mateo, uno de los cuatro evangelistas que redactaron el Nuevo Testamento contenidos en la Biblia cristiana, que en tiempos de Herodes el Grande, (73 AC- 4 AC), rey de Judea, Samaria e Idumea y vasallo de Roma, unos magos egipcios llegaron a Jerusalén preguntando por el futuro rey de Israel. Sabían por la nueva estrella aparecida en oriente (profecía del Antiguo Testamento), que el Mesías acababa de nacer en algún lugar de aquel reino.
Herodes que gozaba de poca simpatía entre los judíos debido a su linaje idumeo y a su fama por las hazañas criminales con las que conservaba el poder (había asesinado entre otros a su propia esposa e hijos), recibió la noticia como una verdadera amenaza. Leal a sus prácticas, decidió deshacerse del futuro rival y reunió a los sabios de Israel para conocer su paradero.
De acuerdo con las Sagradas Escrituras, Sacerdotes y escribas, dedujeron que el futuro rey había nacido en Belén (relato de Miqueas). Entonces, Herodes les pidió a los magos que luego de visitar al niño, regresaran a Jerusalén para indicarle el lugar de la aldea donde se encontraba, con la falsa excusa de querer adorarlo.
Pero los magos, después de ofrendarle al niño los regalos que traían consigo, regresaron a Egipto por otro camino. Desesperado, Herodes, mandó a matar a todos los niños menores de dos años que residieran en Belén y en los alrededores.
Sin embargo, cuando el ejército del rey entró en la aldea, Jesús ya no estaba allí. José, advertido por un sueño del peligro que corría su hijo, había huido para Egipto. En lugar del Mesías, murieron asesinados decenas de niños.
Muchos historiadores ponen en duda la existencia de esta matanza. Algunos sostienen que Mateo confundió los hechos con uno similar ocurrido en tiempos de Moisés. Otros lo ponen en duda basados en que Josefo, historiador de la época, guardó silencio sobre este acontecimiento cuando en sus ¨Antigüedades judías¨, enumeró todas y cada una de las atrocidades cometidas por Herodes durante su reinado.
En el siglo IV la iglesia católica estableció una celebración para estos niños mártires que murieron en sustitución de Jesús. La tradición latina los recuerda el 28 de diciembre. Desde el medioevo, dicha fecha, es motivo de festividades que tienen la particularidad de acabar en bromas o en actividades lúdicas; modalidad de conmemoración que, igual que las navidades, parece tener origen en las saturnales romanas, fiesta pagana del solsticio de invierno, (momento en que los días comienzan a alargase en detrimento de la noche) en la que todo estaba permitido, incluso, los actos burlescos.
La masacre, degollación o matanza de los inocentes ha sido objeto de múltiples representaciones artísticas.
Daniele da Volterra, discípulo de Miguel Angel, nos la muestra en un óleo sobre tabla de 51 cm x 42 cm ubicándola en las escalinatas de lo que parece ser un templo de Belén. En el centro de la composición, tendidos sobre el mármol, vemos un ovillo de niños asesinados. Alrededor de ellos, los soldados, espada en mano, arrancan a los hijos de brazos de los padres. Las escenas del tironeo de niños y la matanza se repiten a uno y otro lado, revelándonos al ejército de Herodes como una verdadera maquinaria de la muerte. Un padre con un niño asesinado en brazos y otro tendido en el suelo, en primer plano, realzan el dramatismo de la escena.
La obra se encuentra actualmente en la Galería Uffizi, de la ciudad de Florencia. Puede verse en todo su esplendor en distintas páginas de la web.