Hoy, a poco más del mediodía, se conoció la triste noticia del fallecimiento del querido amigo Roque Riola, acaecida en la Clínica San Camilo, en la ciudad de Buenos Aires, cuando contaba 62 años de edad. Allí se encontraba, en un arduo combate contra una grave enfermedad, con la que había luchado hace unos años y que, al final, doblegó sus fuerzas.
En estos momentos sus restos son trasladados desde Buenos Aires para ser velados e inhumados en esta ciudad.
La noticia del fallecimiento de Roque apena profundamente a toda la familia de Diario EL 9 DE JULIO; esta, que fue su casa en todas las horas, desde su niñez y, más tarde, en la edad madura.
Amigo entrañable, siempre estuvo presente demostrando su cariño y amistad. La que fue siempre correspondida. Por eso hoy, quienes integramos este querido Diario sentimos, frente a su partida, una tristeza enorme; aunque, sabemos, morará en el lugar que Dios tiene reservado a las personas de bien.
HOMBRE DE BIEN
Roque Riola, en su paso por la vida, fue un hombre de bien. Siendo niño conoció la responsabilidad del trabajo y, con nobleza y rectitud, se abrió paso en la vida, haciendo frente a las contingencia que se le presentaran.
Desempeñó tareas en el área de servicios de la oficina local de Obras Sanitarias de la Provincia de Buenos Aires y, más tarde, cuando esta pasó a pertenecer a ABSA, prosiguió en esta empresa.
Siempre dispuesto a brindar su tiempo a los demás, no dudó en colaborar con las subcomisiones de Fútbol y Fútbol Infantil del Club Atlético “9 de Julio”.
También lo hizo en Cáritas, en el Grupo de Teatro, como iluminador y operador. Allí estuvo, de forma ininterrumpida, desde la fundación del mismo, retribuyendo una ayuda que, en su momento, esta entidad le había brindado.
Abrazó, de manera inclaudicable, los ideales del Partido Justicialista. Fue un activo militante y colaborador de esta fuerza política.
Comprendió, asimismo, los ideales del cooperativismo. Integró la Lista Celeste “Acción Cooperativa”, en la Cooperativa Eléctrica y de Servicios “Mariano Moreno”.
Junto a su esposa Graciela, formó una familia que amó y cobijò siempre, conformada también por tres hijos: Virginia, Sebastián y Paola y dos nietos.
DESPEDIR A UN AMIGO
Tuvo, Roque Riola, la humildad de las personas que son magnánimas. Su bondad la conocimos quienes tuvimos el privilegio de tratarlo.
Su gran ejemplo de vida, el legado que queda para los suyos, puede sintetizarse en tres palabras: Hombría de bien. Ese atributo lo acompañó siempre en su vida.
No fueron necesarios, en la vida de Roque Riola, las riquezas materiales o los atavíos que gustan vestir aquellos que se creen poderosos. Roque era sencillo y humilde, sus prendas morales se distinguían de lejos, no solamente con la vista, sino más bien con un instrumento de percepción mucho más puro: los ojos del alma.
Quienes le conocimos y tratamos encontramos en él a un amigo leal, honesto, servicial y correcto. Así fue él y así le recordaremos siempre.
Mientras fluyen las palabras, los sentimientos y los recuerdos, un extraño impulso nos detiene en cada párrafo, como si en este discurrir de tiempo no quisiéramos finalizar este texto. La palabra final es, juntamente, en este momento, la más dura; porque, al mismo tiempo, va de la mano de la despedida.
Amigo Roque: Tu familia de EL 9 DE JULIO, no te despide con un “Adiós”; sino, con un “Hasta siempre”. Aunque ahora partas de este mundo físicamente, tu recuerdo nos acompañará. En muchas tardes, al cerrar la edición del Diario, te sentiremos presente: te sabremos con nosotros en el taller, en la sección de Expedición o compartiendo algún mate. Estarás en esos momentos en que, sin saber por qué, se siente la presencia de quienes han partido.
Amigo Roque, descansa en paz.
