Por Héctor José Iaconis.
La mayor parte de las semblanzas biográficas que se ocupan de reseñar aspectos sobre el protagonismo del general Julio de Vedia (1826-1892), fundador de 9 de Julio, desestiman analizar una faceta que unió al militar con una actividad laboral civil. La vida de Vedia, desde su adolescencia hasta su muerte, estuvo ligada a la actividad castrense; excepto durante un lapso de tres años en que, por razones de orden político, debió permanecer fuera del Ejército.
EN LA REVOLUCION DE 1880
Cuando se produjo el estallido de la Revolución de 1880, promediando ese año, donde el gobernador de la Provincia de Buenos Aires -doctor Carlos Tejedor- se alzó contra el gobierno nacional, cuya presidencia era ejercida por Julio Roca, el general Julio de Vedia se encontraba al frente del Colegio Militar de la Nación. Si bien había asumido la dirección de esa institución pocos años antes, había llevado adelante una labor muy significativa que le valió el reconocimiento no solamente en la esfera militar.
Como bien lo indica el doctor De Marco, el movimiento revolucionario “dividió fuertemente a los hombres de armas”. Vedia, ni bien estalló la revuelta, optó por ponerse a las órdenes de las fuerzas revolucionarias de Tejedor y, enseguida, fue nombrado jefe de la artillería de las fuerzas de defensa de la Provincia.
Finalizada la Revolución, el gobierno nacional privó de los grados militares que poseían entonces, y se les dio de baja de la plana mayor activa, a aquellos jefes que habían combatido junto a Tejedor. En buena medida, éstos, al verse despojados de su empleo en el Ejército, para su sostenimiento, debieron emprender actividades vinculadas con la vida civil.
González Arrili recuerda que el general Emilio Mitre (hermano de Bartolomé) “privado de su sueldo, que era su único haber, abrió […] una cigarrería en la calle Florida, donde no alcanzaban las manos de los obreros para liar pitillos de papel y armar ‘tagarninas’ de hoja…”.
UN SUSTENTO ECONOMICO
El general Vedia eligió, entonces, desempeñar una actividad que entendió le prestaría un rédito pecuniario, aun que desconocemos el alcance que pudo tener éste: la de martillero público. Según es posible conocer, a través de algunos documentos, el fundador de 9 de Julio poseía una personalidad más bien inclinada a la vida modesta, sin demasiadas pretensiones materiales.
En julio de 1880 el Banco Hipotecario Nacional lo incorporó a su cuerpo de martilleros; y, el domingo 15 de agosto de ese año, efectuó su primer remate -una vivienda ubicada en Belgrano-, el cual tuvo un resultado poco favorable. En aquel momento se instaló en un local de la calle Piedad nº 76 y conformó una firma que giraba comercialmente como “Julio de Vedia y Cía.”.
En su escritorio ofrecía en venta una variedad de inmuebles, entre los que sobresalían fincas o fracciones rurales en pueblos del interior de la Provincia de Buenos Aires, entre ellos 9 de Julio, donde vendía “un campo de 6 leguas cuadradas”. Al mismo tiempo, la firma ofrecía dinero para colocar sobre hipoteca, desde 100.000 hasta 1.000.000 de pesos.
No todas las operaciones y remates organizados por Julio de Vedia se vieron coronados por el bien éxito. Por el contrario, varios debieron ser suspendidos por falta de concurrencia o por no haber existido ofertas adecuadas.
Entre las subastas más importantes concretadas se cuentan algunos inmuebles, viviendas o fracciones de terrenos, ubicados en la ciudad de Buenos Aires, en Belgrano, en Domcelaar (Partido de San Vicente), en Mercedes, y en Tapalqué. También, por orden judicial remató hacienda (animales vacunos) en Saladillo, el 28 de febrero de 1882; y, con escasa anterioridad, un importante conjunto de árboles, arbustos, plantas ornamentales y frutales proveniente de la quinta de Sebastián Coulín y del jardín de Antonio Dordoni
En diciembre de 1880 llegó a intentar vender un buque a vapor, en Tigre, pero con resultado adverso.
Distinta suerte corrió cuando subastó los cuantiosos objetos que habían sido salvados de la flota alemana “Margaretha”, que había naufragado en Punta Cana. Este remate, efectuado “por cuenta de seguros”, tuvo lugar el 11 de enero de 1881 en la Barraca de los Andes, ubicada en Balcarce entre México y Chile, en Buenos Aires. En esa ocasión el remate atrajo a un número importante de compradores y, Julio de Vedia, consiguió vender todos los lotes ofertados por una importante suma: 300.000 pesos.
DE NUEVO AL EJERCITO
La actividad como martillero de Julio de Vedia, puede decirse, fue un tanto breve. En agosto de 1883, el mismo presidente Roca volvió a reincorporarlo al Ejército, con el rango de General de División (también su familiar, Emilio Mitre, citado más arriba, fue reincorporado al Ejercito). A partir de entonces, y hasta su muerte, Vedia no se apartará de su carrera de armas.
FUENTE
Archivo y Museo Histórico “Gral. Julio de Vedia”, Área Archivística, Libro de registro de remates de la firma “Julio de Vedia y Cía.” (este documento fue donado por su tataranieto Rodolfo de Vedia y Mitre, en 2003).
BIBLIOGRAFÍA
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Yabén, Jacinto, “General Julio de Vedia”, ejemplar mecanógrafo multicopiado.
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