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Nueve de Julio
jueves, diciembre 26, 2024

¿Mi abuelo? Un tal Vieta

Por Francisco Ibáñez.

Los abuelos nos dejan huellas imborrables. Brindan un amor incondicional y plantan su semilla en cada nieto. Nos enseñan a querer a nuestros padres, a entenderlos, a perdonarlos. Y aunque a veces no lleguemos a conocerlos, los vivimos a través de los recuerdos, de sus enseñanzas, de sus fotos y anécdotas. Y hasta incluso, como si existiera algo cósmico, compartimos las mismas pasiones. Y esta historia tiene mucho de eso.
¿Mi abuelo? Un tal Vieta. Otto Ernesto Vieta. Sepan entender que, como todos, enaltecemos las bondades y virtudes de nuestros abuelos. Y ésta no será la excepción. Ernesto era un Licenciado, pero de la calle. Y su don era la voz: locutor, cantante de tango, relator, presentador. «El Flaco» era alto, pintón, su mirada era suave pero penetrante y conquistadora. Como todo buen locutor y presentador, siempre estaba vestido de gala para cada ocasión.
Ernesto encontró su principal vocación en el automovilismo. Y dentro de este deporte, el popular Turismo Carretera, con sus “cupecitas” y peligrosos caminos de ruta. Era la época de gloria de los olavarrienses Dante y Torcuato Emiliozzi, a los que recibía a gusto en su casa de la calle Mitre (porque también era un gran anfitrión), donde los vecinos de la ciudad de 9 de Julio se agolpaban para pedir un autógrafo de los hermanos.
Comenzó en Radio Rivadavia con un nombre pesado en el ambiente: Andrés Rouco. También estuvo a la par de Isidro González Longhi, el otro fundador de la reconocida productora que hasta el día de hoy transmite carreras: “Carburando”. Después pasó a las filas de “Campeones” con Carlos Alberto Legnani en Radio Splendid, y recaló en Radio Libertad para hacer el programa “Emoción en las rutas”. Luego se alejaría de la actividad automovilística pero no así de la radio.
Fueron pocos años en el mundo fierrero, pero resultaron tan intensos, que Ernesto les transmitió esa pasión por las carreras a sus hijas mellizas Liliana y Graciela. Y hoy quien les escribe estas letras para recordarlo a 28 años de su fallecimiento es Francisco Ibañez, nieto de Otto Ernesto Vieta, a quien, por arte del destino, no conocí. Pero dejó su huella imborrable en mis genes: mi pasión por el periodismo y el automovilismo.

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