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Nueve de Julio
sábado, noviembre 23, 2024

Eugenio Richer. Luz y energía para el progreso

Por Héctor José Iaconis.

·         De nacionalidad belga,  arribó siendo niño al país.

·         Radicado en 9 de Julio, se desempeñó como electricista, comerciante y  operador de cine.

·         Junto a su padre instaló un bar y cinematógrafo que habría de convertirse en paso obligado de  la sociedad nuevejuliense.

·          Fue socio fundador de la Usina Eléctrica Popular (hoy C.E.yS.) e integró el primer consejo de administración.

·         Prestó su decidida colaboración cuando se sentaban las bases fundacionales de la Escuela Normal Superior.

·         A su  lado se formaron dos generaciones de electricistas.

 

“Se sentía muy argentino y contribuyó al crecimiento de este país y de 9 de Julio. De gran cultura, muy lector, buen vecino, excelente conversador,  lo recuerdo sirviéndonos el vermouth con ingredientes o jugando a las cartas con mi hermana”.

Con las palabras que anteceden, Dora Giannoni, prestigiosa escritora y  docente  nuevejuliense  radicada en Buenos Aires, recuerda a su tío Eugenio A. J. Richer, una figura destacada en la historia de 9 de Julio.

Richer encarna, sin dudas, ese persona histórico del cual, quien desea adentrarse en su biografía, siempre desea conocer un poco más. Desde luego, estos apuntes, no constituyen un estudio acabado acerca de quien nos ocupa; son, apenas, un esbozo de sus circunstancias biográficas, aquellas más trascendentes que, como arborescencias, abren nuevos caminos y, sin dudas, muchos interrogantes. La biografía de Eugenio Richer es una temática digna de estudio.

Nacido en 1889 en Lieja (Liège), la célebre ciudad belga, ubicada en Valonia, la parte francófona del país, cerca de la frontera con Alemania, había emigrado a la República Argentina cuando contaba apenas ocho años. Arribó a Buenos Aires, junto a su  padre Eugenio Luis Richer, y por entonces colaboró con él en la reparación de motores eléctricos.

Eugenio A. J. Richer junto a Gildo Miglierina.

EN 9 DE JULIO

En  los primeros años del siglo XX, Eugenio se instaló con su padre en 9 de Julio. El último había sido contratado, en virtud de su experiencia en el manejo de maquinaria electromotriz, para hacerse cargo de la usina del lugar, la cual era propiedad de Carlos Nuñez Monasterio.

Allí, nuestro personaje adquirió mucho conocimiento en el oficio que luego  desarrolló tan destacadamente. Más aún, le cupo realizar varias  instalaciones eléctricas en aquel período inicial del servicio en 9 de Julio.

Presumiblemente, con el correr de los años el padre de Eugenio Richer  fue habilitado en la firma que explotaba  la usina. En efecto, había percibido una importante suma al cesar la concesión de la Municipalidad con Núñez Monasterio.

Seguramente, aquel dinero fue invertido en otro empresa o sirvió en parte para concretarla. Ese nuevo emprendimiento fue el “Bar y Cinematógrafo San Martín”, que Eugenio y su padre inauguraron el jueves 9 de diciembre de 1909, en la esquina de Libertad y Buenos Aires.

La  instalación del Bar “San Martín”  constituyó un importante beneficio para la vida de la sociedad local, un espacio para la recreación y el solaz, y un ámbito confortable para la difusión de la cinematografía.

“Con el nuevo bar cinematográfico -refería la prensa al comunicar sobre la aludida inauguración- ha satisfecho una aspiración de los vecinos de esta ciudad, que hasta ahora venía careciendo de un lugar ameno y mora, capaz de reunir los atractivos indispensables para merecer el apoyo del público. Inoficioso sería hablar de la luz ya que era evidente esperarla buena, dadas las condiciones técnicas electricistas del propietario. No se han querido economías y una profusión de lamparitas eléctricas hace que pueda concienzudamente aplicarse la conocida locución latina: iluminationem adgiornum”.

“Martes y miércoles han sido fijados días de moda y en las tardes de los días feriados se darán matinées, advirtiendo que además de la variación continua de cintas cinematográficas que se ofrecen diariamente, habrá en los días de moda una exhibición selectísima. El cinematógrafo funciona admirablemente y en él no se notan las oscilaciones tan peculiares en casi todos los que hemos conocido; condición que se debe en gran parte al operador, que lo es el joven hijo del señor Richer”, continuaba el texto periodístico de la época.

Poco tiempo después, cuando el bar y cinematógrafo había encontrado el buen éxito y se  había arraigado fuertemente en  la sociedad, la suerte le resultó adversa. Aún cuando  una crónica periodística de tiempos de la inauguración sostenía que “Richer ha tenido muy en cuenta la seguridad contra posibles accidentes […] ha forrado de amianto la garita del cinematógrafo y llevado hasta la misma las cañerías de aguas corrientes, en donde ha colocado un poderoso caño de goma en previsión de cualquier principio de incendio”, un terrible incendio destruyó las instalaciones casi completamente.

Eugenio Richer (hijo), en el retrato de la derecha junto a su padre, en el retrato de la izquierda. La fotografía muestra el Bar y Cinema «San Martín».
(Foto: Gentileza de Luis Richer y Gabriela Fasciolo).

EN  FRENCH

El 21 de agosto de 1916 el Concejo Deliberante local acordó una concesión por diez años a Guido Olivetti para la instalación y explotación de una usina eléctrica en “Manuel B. Gonnet”, localidad del Partido mejor conocida por el nombre de  su estación ferroviaria: “French”. Olivetti instaló una dínamo, de corriente continua,  de 220 voltios, movida por un motor a gas pobre de 25 a 30 H.P. Para el alumbrado público empleó, en los comienzos, entre 20 y 22 lámparas de filamento, colocadas en distintos puntos del pueblo, usando doce postes  donde habían estado montados los viejos faroles a querosén.

Para la  atención de esa usina fue designado Eugenio Richer (hijo). También, por  esos años, sus servicios fueron requeridos para la instalación de la usina en la localidad de La Niña.

 

SU COMERCIO Y SU APORTE

A comienzos de la década de 1920, después de ver malograrse una buena actividad comercial, a raíz de un aciago final, y concluida su tarea en la usina eléctrica de French, Eugenio Richer (hijo) instaló  su negocio de venta de materiales y reparación de maquinas eléctricas. En 1922 representaba, en la zona, a los equipos electrógenos “Ge-Luz”, de General Electric. De la mano de Richer se formaron gran parte de los electricistas que, a partir de 1930, hubieron operado en Nueve de Julio.

Tal como lo recuerda Gildo R. Miglierina, “Casa Richer estaba instalada en el lugar donde hoy tienen los señores Contarini”.

“El fondo –prosigue Miglierina- está igual, sólo falta un pequeño galpón, en forma de ‘L’, donde eran arreglados los acumuladores  o se fabricaban nuevos. Tenía un torno chico de mano, que se empleaba para hacer resistencias  en espiral para calentadores y otros artefactos”.

Richer, tal como lo señala Dora Giannoni “fue uno de los pioneros en  llevar la radio y las instalaciones eléctricas a 9 de  Julio y pueblos vecinos, tarea que realizaba en una moto que recorría los caminos de tierra”.

Junto a Richer aprendieron el oficio de electricistas, entre otros, Luis y Hugo Bellesi, Fito Scoponi, Armando Ciotti, Oscar Mansilla, Julio Lousteau, Roberto Di Leo, Enrique Cosmelli, Pedro Avalos, los hermanos Garbini, Antonio Conte, Gildo Miglierina, José Bajo y Antonio Contratti.

Miglierina lo recuerda como “un hombre honesto, un hombre de trabajo, un maestro en el oficio de la electricidad”.

Pedro Epherre y Eugenio Richer (derecha) conducen el primer automóvil Ford que, de manera estable, arribó a 9 de Julio.
(Foto: Gentileza de Luis Richer y Gabriela Fasciolo).

FUNDADOR DE LA C.E.yS.

Eugenio Richer integró el grupo fundador de la Usina Eléctrica Popular de 9 d e  Julio, hoy Cooperativa Eléctrica  y de  Servicios. En efecto, el 15 de agosto de 1930, al ser constituida  la primera comisión Pro-Usina Eléctrica  Popular, fue elegido para desempeñar  el cargo de vocal.

Desde entonces y a lo largo de las dos décadas siguientes, en las cuales se luchó para cristalizar  el sueño de una usina propia, prestó su colaboración y se mantuvo fiel a los principios sostenidos desde los comienzos.

En cierta ocasión llegó a preparar una atractiva vidriera exhibiendo una maqueta de propaganda de la nueva usina.

 

SU  FAMILIA

Eugenio Richer  contrajo enlace con Enriqueta Bettolli, matrimonio del cual nacieron  tres hijos, Eugenio, Edgardo y Oscar. También  formaban parte de su familia, con quienes mantenía una relación muy estrecha, sus hermanos  políticos y sus sobrinos.

Además, contaba en Argentina con una hermana, Juana, quien  residió en la ciudad de Lobos, provincia de Buenos Aires.

 

PALABRAS FINALES

Eugenio Richer falleció 31 de diciembre de 1983. Su sobrina Dora  Giannoni escribió, en su recuerdo, un bello texto, que a continuación reproducimos y que puede servir como cierre para esta nota:

Eras distinto en todo. El único que desentonaba en esa orquesta de gringos:

Giannoni, Bettollli, Gornatti Rumi, Ferrari. Tu nombre sonaba distinto,

como venido de otros lares…

Tío Richer, así te llamamos, por el apellido, nunca por el nombre… Eugenio

Trabajador, pionero, culto, de porte y señorío, de rostro fino y delgado, como tu figura.

Tío padrino… así te me asignaron. Padrino de Bautismo. 

Habrás sabido lo que eso significaba? No sé si tenías fe, ni si rezabas…

No fuiste el padrino según la Religión, pero sí sé que me gustaba

escuchar tus anécdotas, llenas de experiencia, de vida, de progreso, lo bien que hablabas.

Contabas que viniste desde muy lejos y muy niño, con tu padre belga, para fundar un cine

que terminó como Cinema Paradiso, entre las llamas.

Fuiste electricista y llevaste la luz, la radio, nueva técnica, por campos y aledaños.

Tío Richer, padrino, me gusta ser tu ahijada. Nunca me hablaste de Dios ni de la Iglesia

pero aprendí de vos otras cosas: la dignidad, el trabajo, la educación, la lectura.

Pionero de la radio, el cine la electrónica…por las calles polvorientas y cruzando

alambradas. Viajaste por esta ciudad, el campo y llegaste a Buenos Aires en tu Ford

que según dicen fue el primero del pueblo, como primero fue el cine mudo que

acompañabas con música de radio.

En todas partes mostraste tu señorío, tu hombría de bien, tus inquietudes por una vida

mejor y de progreso para tus hijos y los ajenos.

Tío padrino, te quiero.

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