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miércoles, noviembre 27, 2024

Diego Callegaro: El líbero de 9 de Julio

[21 de noviembre de 2009]

-Comenzó como arquero, pero luego se convirtió en un referente del puesto de marcador central en 9 de Julio.

-Formó parte de las más brillantes campañas de Atlético 9 de Julio, estuvo en varios regionales y en el equipo que más lejos llegó en un Torneo del Interior, pero asegura que lo que más le quedó del fútbol es la amistad y el afecto.

Diego Callegaro.
Diego Callegaro.

En la última fecha del campeonato 2009 de la Liga Nuevejuliense de Fútbol, un hecho se llevó toda la atención de la hinchada de Atlético 9 de Julio, en el partido como local frente a Defensores de la Boca: la despedida del Gran Capitán de 9 de Julio, Diego Callegaro.

El defensor que en su extensa trayectoria se ganó el corazón de la hinchada millonaria, comenzó a jugar, no obstante, en otro club grande del fútbol nuevejuliense. Como lo relata este joven nacido un 24 de abril de 1976, “vivía muy cerca de la cancha de Agustín Alvarez, y ahí empecé a jugar en las infantiles, donde tuve como técnicos a Vicente Videla, Aldo Fachina y Julio León, hasta los 12 años”, recuerda. También comenzó lejos del puesto que lo consagró futbolísticamente, ya que en ese momento, era arquero.

Recién en el año 88 comenzó a jugar para Atlético 9 de Julio, en un torneo en La Pampa, categoría 74, “dos años más grande que yo”, indica. “Luego del torneo me fiche en Atlético e hice todas las inferiores, dirigido por el ‘Gallego’ Martín, Silvio Moncany y Luis Bolla”.

A los 15 años empezó a entrenar con el plantel superior, “tenía edad de quinta y alternaba en 3ra”, comenta. “Los dos primeros campeonatos de primera división de Atlético, en 1992 y 1993, fui arquero suplente de Mariano Balanho”.

1994 fue el año en que dejó el arco para siempre, aunque su llegada al puesto de líbero no fue inmediata. “Atlético entró al Torneo Amistad, y Juan Carlos Pirez, por entonces el técnico, me propuso jugar de delantero, que ya me gustaba desde inferiores. Me gustó la idea, y empecé a jugar de 9. Por lo visto, no era bueno, si terminé de dos”, bromea. “Hice muy pocos goles, en los primeros partidos. Después se lesionó el cinco y ocupé ese puesto, jugué de ocho ese mismo año, y terminando el campeonato se lesionó ‘Tito’ Fons, que era el marcador central de la primera, y al partido siguiente Juan Carlos me probó de 2; ahí quedé”.

Le fascinó el puesto. “Creo que por las características, cumplía mejor esa función que la de delantero”, explica.

Y amplía: “lo que siempre me gustó de ese puesto es poder ver a todos mis compañeros, tener un panorama amplio de la cancha, siempre mirando de frente, por eso preferí siempre jugar de líbero”.

Su llegada a la defensa coincidió con una época dorada del millonario. “Fue muy importante” atestigua, “en esa década del 90 se ganaron muchos campeonatos, se formaron muy buenos equipos. Logramos en 1998 el record de partidos invictos, de goles a favor, de valla menos vencida, de goleador del campeonato…”.

La clave la explica en que “era un equipo que salía a la cancha de memoria en los nombres, había una base, y los que entraban cumplían bárbaro, porque en la semana éramos veintipico entrenando y todos sabíamos nuestra función”.

Experto en regionales

Diego Callegaro también tiene una amplia historia a nivel regional, que coincide con un crecimiento del fútbol nuevejuliense en torneos de estas características.

“En 1994 tuve la suerte de jugar mi primer torneo regional como titular en Atlético. En 1992 y 1993 había sido arquero suplente de Mariano Balanho en ese torneo”, comenta. Y jura que “cuando debuté como titular tenía 18 años y nunca pensé que podía tener la titularidad en ese tipo de torneos, pero de alguna manera pude cumplir con lo que me pedían”.

Su trayectoria continuó en 1995, con el C. D. San Agustín, “que  participó por primera vez en un torneo regional, y Javier Sampietro, técnico junto a Chiche Strina, me llamaron para integrar el plantel”.

Y tuvo una exitosa incursión en el 2000: “Once Tigres entró al Argentino C, y Ramón Albo, el técnico, me convocó. Por los equipos que enfrentamos y la zona que ganamos fue uno de las mejores campañas hecha por un equipo de 9 de Julio. Recuerdo que jugamos con Alvarado de Mar del Plata en el Estadio Mundialista, y con Punta Alta de Bahía Blanca”, destaca.

Pero la mejor campaña de todas llegaría ocho años después, nuevamente con Once Tigres: “por intermedio de Carlos Maineri me convocaron para ser parte del grupo de jugadores (40 citados). Tuve una lesión el 10 de agosto de 2007, sin lugar a dudas la más difícil que me tocó en estos 18 años, fractura de peroné. Cuando comenzó la pretemporada para el torneo, el 3 de noviembre, yo todavía estaba en recuperación, pero por suerte a principios de diciembre estuve a disposición del cuerpo técnico y a la par de mis compañeros. Este torneo comenzó el 20 de enero de 2008 y dejó a 9 de Julio una puerta abierta para otro nivel de fútbol, Once Tigres llegó a la semifinal después de haber jugado 16 partidos de los cuales ganamos 12, empatamos 2 y perdimos los dos de la semi final con Unión de mar del Plata, hoy equipo de Argentino A”

Fue, asegura, “una campaña impecable e impensada para algunos, mucha gente empezó a creer en los jugadores locales, y que trabajando en serio dirigentes, cuerpo técnico y jugadores, los resultados llegan, fue un orgullo ser parte de ese proyecto encabezado por Fernando Salva y dirigido por Manuel Sanz, con un grupo de grandes compañeros. Sirvió para que los jóvenes que vienen atrás sientan que se puede, con sacrificio, responsabilidad, respeto y humildad, características fundamentales para lograr objetivos, no solo en el fútbol sino en la vida”, reflexiona.

Y augura: “estoy segurísimo que con el nivel que hay en 9 de Julio, sumándoles algunos jugadores de afuera, tranquilamente se puede pasar”.

En el fútbol profesional

En 1996 fue a probar suerte en Argentinos Juniors, “con edad de cuarta, estaba al límite del profesionalismo, de quedar libre y probar suerte en otro lado, o volverme a 9 de Julio”. Prefirió lo primero, y el resultado fue bueno: “estuve 1 año y medio, y tuve la posibilidad de estar entrenando con el plantel de tercera y primera, seis meses con el plantel profesional, jugué varios partidos en tercera, fue la mejor experiencia que tuve, con lo cual aprendí muchas cosas en lo futbolístico y extra-futbolístico”, asegura. Además, dice, “fue sacarme las ganas de estar dentro de un ambiente de fútbol distinto, de otro nivel”.

“Volví a Atlético 9 de Julio a fines del 97 para un regional y también pase por una prueba en Sarmiento de Junín, pero estaba estudiando en Bs. As. y decidí seguir con mis estudios y venir los fines de semana a jugar en Atlético durante todo el año 98. En el año 99 volví a 9 de Julio para seguir jugando en Atlético, pero ya pudiendo entrenar con mis compañeros en la semana”.

En el 2002 me llamaron nuevamente de Sarmiento de Junín para integrar el equipo profesional que estaba en la primera B Metropolitana. Fue un poquito raro, porque al principio, cuando me llamaron, Sarmiento tenía la idea de jugar con jugadores locales y algunos de la zona. Por motivos laborales y familiares, mi señora estaba embarazada de mi primer hijo, Fermín, sólo podía viajar tres veces por semana. Aceptaron mis condiciones y todo iba bien, hasta que una semana antes de comenzar el campeonato, gerenciaron al club, vino una empresa italiana y trajo 15 jugadores y un técnico nuevo de Bs. As., así que quedamos relegados más que nada los que veníamos de afuera. No jugué mucho, sólo 2 partidos de local, con buenos resultados. Igualmente, los que vinieron nuevos no aceptaron que yo siga entrenando como iba, me exigieron ir todas las semanas, doble turno, yo acá estaba trabajando, no había nacido mi primer hijo, mi situación particular era complicada, tenía 26 años y ya a esa altura no pensaba vivir del fútbol. Entonces decidí venirme, seguir en el fútbol local, divirtiéndome, que es lo que siempre intenté hacer”.

El subibaja del fútbol y la vida

Se sabe: el fútbol, como parte de la vida, está repleto de ascensiones, caídas, sufrimiento y alegría. Diego Callegaro sabe de esto, y vivió gran parte de estas sensaciones principalmente en el 2004. Ese año, cuenta, “nos fuimos al descenso con Atlético, y el Club A. French, también por primera vez, entró al Argentino C. Sorpresivamente Luis Rusconi me convocó para jugar y también hicimos una muy buena campaña. Cuando quedamos afuera me incorpore a Atlético, que estaba jugando las últimas fechas del promocional de ascenso. Por suerte rápidamente volvimos a la Primera División A junto con La Niña”.

Luego del impensado descenso de un grande, hubo una rápida recuperación, y tanto Atlético como su capitán pudieron disfrutar de un campeonato. “En el 2006 perdimos una final increíble con Once Tigres, pero de todas maneras habíamos quedado muy conformes con la campaña realizada, y en el 2007, manteniendo la base e incorporando dos o tres jugadores, se pudo lograr un nuevo campeonato invicto con una definición espectacular”, evoca.

“En el torneo local, Promocional 2008, salimos subcampeones, por tercer año consecutivo peleando hasta el final”. A fines de ese año, ya sus prioridades de familia y trabajo le impedían comprometerme con el fútbol como le gusta hacerlo, “pero las ganas siempre están y pude solucionarlo para volver a los entrenamientos otra vez”.

El resto es historia muy reciente, su último torneo fue el Promocional 2009 de la Liga de 9 de Julio. Se retiró a una edad joven para el fútbol de hoy, pero aclara que “no fue por la edad, siempre pensé jugar mucho más, pero me llevó a tomar esta decisión el tema de las lesiones, tuve muchas, algunas bastante importantes. Sentí que el físico me dijo basta. Y dejé, para no perjudicarme en el futuro, uno es consciente que más allá del fútbol sigue la vida, está la familia. Además, no poder entrenar toda la semana como había que hacerlo, no me gustaba mucho. El compromiso, el compañerismo, el respeto, para mí son valores muy importantes, y no me gustaba ir a entrenar dos días porque tenía un apellido o una trayectoria”.

Lo que el fútbol no se llevó

Los afectos son un puntal en la vida de este destacado futbolista. Entre los primeros y principales, nombra

a “mi señora, Marcela, que es fundamental, igual que mis viejos, ‘Tucho’ y Julia. Me han dado apoyo bárbaro en las decisiones, sobre todo cuando tuve que irme a Buenos Aires, a Junín, haciendo un esfuerzo grande para que yo pudiera hacerlo, y darme un gusto”.

“Cuando nacieron mis hijos, Fermín (7 años), y Pilar (4), pesaba un poquito el tema familiar, pero me siguieron apoyando, mi señora fundamentalmente, porque a veces volvía de la cancha triste o amargado, sobre todo cuando sufría alguna lesión, y ella estaba firme para ayudarme a recuperarme”.

Sus logros son impactantes: según él mismo recuenta con humildad, “he tenido la suerte de ser campeón del año con Atlético en 9 ocasiones en los años, 1992, 93, 94, 95, 98, 2000, 02, el ascenso 05 y 07, y además haber jugado un total de 12 regionales, 7 con Atlético (1992,93,94,97,99,2001 y 03), 3 con Once Tigres (2000, 08 y 09), 1 con San Agustín y 1 con French.

Pero asegura que “lo que más me llevo, más allá de haber estado en equipos que ganaron campeonatos y haber llegado lejos en un torneo Argentino, es el afecto. Tuve la suerte de conocer muchísimos jugadores y compañeros en estos 18 años de fútbol ininterrumpidos. Y el cariño y la amistad de jugadores, cuerpo técnico, colaboradores, es inigualable, no tiene precio”.

Palabras finales

En su partido de despedida, las banderas y los carteles hablaban por sí solos, más allá de los cánticos de la hinchada y los interminables reconocimientos de parte del club de sus amores. Lo vivió, como dice, con un poco de tristeza y otro de alegría, pero con la seguridad que extrañara al fútbol, esa pasión a la que dedicó gran parte de su vida. Y el fútbol local extrañara a este jugador exquisito, de enorme categoría, un líder positivo que se convirtió naturalmente en un ejemplo de conducta y respeto, de esos que tienen el raro privilegio de ser respetados y queridos por todas las hinchadas. Un caballero del deporte, cuyo legado seguirá presente en las canchas locales, aunque ahora mire el fútbol desde la paz del retiro.

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