Hasta la década de 1970 fue muy común ver varios vehículos de tracción a sangre (carruajes) que circulaban por las calles de la ciudad. Se trató de un medio de locomoción muy popular en las décadas anteriores, aún cuando ya existían muchos automóviles.
Los carruajes en 9 de Julio aparecieron en la época de la fundación del pueblo, precisamente muchos de ellos regaron con las tropas expedicionarias establecieron la comandancia militar. Pocos años después se fueron instalando los primeros constructores de carruajes y, de hecho, muchos de ellos lograron imponer un verdadero estilo industrial, como en el caso del recordado José Aramburu, propietario de una de las casas más famosas en el ramo.
En el siglo XIX, lo carruajes que recorrían las calles polvorientas del pueblo eran los sulki‘s, la volanta, el charret y los carros y chatas, entre los más famosos y populares, aunque también había otros vehículos que con el advenimiento del siglo posterior, y la llegada de los coches con otra fuerza motriz, fueron desapareciendo; tal es el caso de la berlina, el landó, el cabriolé, la cupé, el faetón, el milord, la victoria, el wagonette, mail coach. Todos ello son nombres que pueden sonar extraños para las generaciones más jóvenes, y es lógico pues todos han desaparecido de la vista urbana y hoy sólo se conservan en los museos.
Comencemos a describir a los más famosos: El sulki ó tílburi era un carruaje lijero, de dos rueda, destinado al transporte de personas. Era el más popular de los carruajes utilizados en nuestros campos y en los pueblos rurales.
El charret, según su construcción, podía asemejarse al sulki. Poseía dos ruedas, un asiendo de dos plazas y podía estar construido con o sin capota.
Las jardineras, eran esa especie de vehiculo para todo uso, familiar y de trabajo, que se usaba en los campos bonaerenses y en las ciudades. Tiradas por un caballo, servían de transporte de mercaderias, de personas y cualquier uso que se necesitara en aquellos tiempos. Su utilización, así como el charret, se extendió hasta las décadas de 1960 y 1970.
El milord fue un vehículo popular en el 9 de Julio de fines del siglo XIX y comienzos del XX, pues era muy utilizado como coche de plaza, como taxi. Era similar a una victoria cuyo pescante iba montado sobre la parte delantera de la caja y formaba parte de ella. Era un vehículo muy tendido y llevaba siempre capota de resortes cubiertos por una guarnición. Generalmente, tenía un asiento móvil para dos plazas con lo que se podía convertir en el carruaje denominado vis à vis.
El breack era un coche abierto, de caja alargada, de cuatro ruedas, con asientos paralelos a los ejes, y el pescante más alto y detrás. Quienes lo usaban, por lo general, contaban con un buen poder adquisitivo.
La berlina era un carruaje completamente cerrado de caja cuadrada por la parte superior y redonda o en forma de barco por la inferior, con curvatura cóncava para el paso del juego delantero. Una berlina tenía cuatro plazas y puertas laterales con cristales a corredera. El pescante se sitúaba como prolongación de la parte anterior de la caja e iba sobre armadura unida a la suspensión en el juego delantero. El montaje se realizaba sobre cuatro resortes de ballesta y a veces, también sobre ocho.
El cabriolé era un vehícu-lo, también de dos ruedas, con capo-ta muy similar al sulki. Podía llevar puerta en la parte delantera que se cerraba en dos hojas hasta la altura de las rodillas. Se montaba por dos muelles fijos a la caja y, por delante encajaban en dos gemelas en la limonera; mientras que esta última, por su parte, iba suspendida por correas de dos muelles en forma de “C” fijos en las varas.
El landó era un carruaje de cuatro ruedas, muy cómodo y considerado de lujo. Iba montado sobre simple o sobre doble suspensión. Podía utilizarse abierto o cerrado y los asientos se ubicaba en paralelo. Las puertas laterales tenías cristales, que también se encontraban en el testero de la capota interior y, de pequeño tamaño, fijo e invisible, en el de la posterior.
El faetón era también un vehículo destinado especialmente a la clase alta. Poseía cuatro ruedas y llevaba asiento circular en la delantera y caja para otro asiento posterior. Para entrar en él había que pasar por encima de una rueda sirviendo de estribo el cubo de ésta. Otras veces, se colocaban estribos reduciendo el diámetro de las ruedas. Según su construcción también podía llevar asiento posterior para los sirvientes con estribos entre las ruedas y la caja.
La victoria era otro coche conocido. Relativamente bajo tenía entradas entre sus cuatro ruedas, caja que puede ser de tablero, balaustres o mimbres con un asiento para dos plazas y capota o toldo. La caja iba unida al juego delantero con herrajes en cuello de cisne y un banquillo o asiento móvil apoyado en el guardabarros. Tenía pescante montado sobre armadura de hierro. Si el pescante se podía quitar a voluntad se convertía en un duque-victoria.
PALABRAS QUE YA NO SE USAN
Pueden resultar curiosas las denominaciones de algunas de las partes más importantes de los carruajes de antaño.
Se llamaban “tijeras” a dos piezas de madera encajadas en el juego delantero junto a la lanza, de donde se separaban formando una horquilla. En las puntas contrarias había una pieza llamada “telera” que servía de sujeción.
Se daba el nombre de “palomitas” a los cojinetes de los ejes de las ruedas prendidos a la “solera”, pieza debajo de la cual pasa el eje por una escopleadura. La “clavija maestra” era el clavo de cabeza gruesa y aplastada con que se unía el juego delantero en el cuerpo del carruaje.
La lanza era una pieza larga movible de fresno u olmo interpuesta entre los caballos. La especie de travesaño asegurado de firme sobre la tijera se llamaba “balancín grande”. En cada una de sus extremidades había otras dos piezas enganchadas denomina-das “balancines chi-cos” y a las cuales se enganchaban los caballos.
A las varillas delgadas que algunos carros llevaban por delante para evitar que se caigan los objetos conducidos se da el nombre de “adrales”.
El “ballestón” era la pieza de madera afianzada en algunos coches a la parte inferior del pescante para apoyar el cochero el pie al subir. La “bolea” era una pieza con argolla en medio que se ponía a modo de cruz sobre la lanza con algunos carros.
El “contrarodete” era la pieza circular sobrepuesta en el rodete y sobre el cual giraba llevando la clavija maestra.
Lo más importante de un carruaje es la construcción de las ruedas. Constaban de uña pieza central llamada cubo de donde arrancaban unas piezas llamadas “rayos” que se ensamblaban en una circunferencia compuesta de piezas curvas denominadas “pinas”. La circunferencia exterior de las pinas estaba reforzada con un aro de hierro o llanta, que se aplicaba en caliente para que contrayéndose cuando se enfriaba, apretara las pinas.