Por el Padre Carlos A. Mullins (*)
(Desde los Estados Unidos)
«Nadie es tan viejo que no tenga la ilusión de vivir un año más”. Marco Tulio Cicerón, De senectute, (Sobre la vejez)
Según recientes estudios, en las grandes ciudades, el promedio de vida humana ronda entre los 75 y los 80 años.
Hay zonas privilegiadas, como en Merlo, San Luis, Argentina, donde el promedio de vida puede ascender a más de 100 años.
Pero, siendo realistas, fijemos hoy el promedio de vida en los 78 años para el hombre y en 80 para la mujer, según el cálculo que nos ofreció Oscar Bassi días pasados.
Los hombres y mujeres que abrieron sus ojos a la vida en el año 1931 están celebrando con gratitud y esperanza su ingreso a la octava década de su existencia.
Gratitud por haber superado el límite del promedio fijado en los 78 años para los hombres.
Esperanza, porque como escribió Cicerón en su conocida obra sobre la vejez, en el año 44 AC, ningún viejo debe perder la esperanza de vivir un año más.
Convencido de que la vida es un gran riesgo, tuve siempre la convicción de que iba a morir joven.
En tres ocasiones vi la muerte muy cercana.
Las dos primeras fue siendo niño, cuando me salve de una bocha que rozo mi cabeza y cuando logre mantenerme sobre un caballo que salió a todo galope y me salvé de una caída que pudo ser fatal.
La tercera fue piloteando un avión Piper PA 11, desde Trenque Lauquen a Lincoln, el 14 de agosto de 1958, el día en que cumplía 27 años, y me perdí en medio de la niebla, que es lo peor que le puede suceder a un piloto en un avión pequeño..
A partir de ese hecho, nunca he vuelto a sentir la cercanía de la muerte y con el paso de los años se desvaneció la idea de morir joven.
Existe un temor natural a envejecer porque la vejez es la antesala de la muerte.
Pero, recordemos algunos testimonios de personas que no le temieron a la vejez y que nos ayudan a vivir con renovado optimismo.
Gabriel Garcia Marquez afirmo: «comenzamos a envejecer cuando dejamos de amar.
El Papa Juan XXIII escribió: «A veces veo que se asoma la tentación de considerarme viejo. Hay que reaccionar a pesar de las apariencias exteriores. Hay que conservar viva la juventud del espíritu».
Todo ser humano anhela una vida larga, pero sin envejecer, lo cual es una contradicción.
Así lo afirmo Saint-Beuve al reconocer que «envejecer es pesado. Pero, es el único medio que se ha descubierto para vivir largo tiempo».
Los viejos suelen quejarse porque no escucharon este sabio consejo: ¿quieres aprender a envejecer? No calcules todo lo que la vejez te quita, sino todo lo que te deja». (E. Legouve).
«Saber envejecer es la obra maestra de la sabiduría y una de las cosas más difíciles en el arte dificilísimo de la vida». (H.F. Amiel).
«Uno no es viejo hasta que las quejas ocupan el lugar de los sueños». (John Barrymore).
(*) Actualmente radicado en los Estados Unidos, pertenece a la Diócesis de 9 de Julio. En esta comunidad se lo recuerda aún por el servicio que prestó, durante algunos años, como secretario de la curia eclesiástica y como sacerdote en la Catedral de 9 de Julio.