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Nueve de Julio
domingo, noviembre 17, 2024

El Obispo aclaró aspectos de la administración económica diocesana


En los últimos días, al trascender en los medios de comunicación nacional, aspectos vinculados con la renuncia al aporte estatal a la Iglesia en Argentina, surgieron diferentes apreciaciones entre las personas que se anoticiaban del hecho. Las redes sociales fueron invadidas por toda clase de opiniones, una buena parte de ellas, formuladas como producto de la desinformación o de la comprensión un tanto inexacta de la situación.
Por este motivo, el Obispo de la Diócesis de 9 de Julio, Monseñor Ariel Torrado Mosconi, explicó que “los obispos de la Conferencia episcopal argentina en el año 2019, deciden renunciar voluntariamente al aporte concedido por sucesivas leyes -basadas en el derecho constitucional y como forma reparación histórica- que se otorgaba a los obispos, a los seminaristas y a parroquias de frontera”.
“Tal renuncia –añadió- se planteó como un proceso gradual que culminaría el 31 de diciembre de 2023. Lo cual permitiría a las diócesis con menores recursos, ir adaptándose a la situación y buscar otras alternativas para sostener la infraestructura de su misión evangelizadora. En línea de transparencia, debe decirse que estos aportes significaban, apenas, el 10 % de lo requerido para el sostenimiento básico de dichas comunidades eclesiales”.
Últimamente ese aporte era de 55000 pesos, por mes, para cada obispo. Generalmente se ayudaba con este monto al funcionamiento de las oficinas de la curia diocesana. Además el Estado pagaba 3850 pesos, por mes por cada seminarista. A esto debe agregarse que, estas partidas, no siempre se recibían en tiempo y forma.
Asimismo, los obispos eméritos (retirados) recibían 98000 pesos que, en realidad, no se trataba de “jubilaciones de privilegio”, como se oyó decir días pasados.
Monseñor Torrado Mosconi subrayó que, “otra cuestión, que nada tiene que ver con la relación “Iglesia-Estado” son los aportes recibidos por las instituciones educativas, no por ser religiosas sino en tanto son parte de la educación pública de gestión privada, tal como se hace a los que son propiedad de diversas entidades u otras religiones”.
“Es parte del derecho de los padres a elegir la institución para educar a sus hijos. En el mismo sentido, vale la pena aclarar que hay algunos sacerdotes o religiosas que son empleados en tanto docentes, o algún otro tipo de servicio, ellos reciben su sueldo en calidad de tales y no como dádiva o privilegio”, expresó.

LAS FINANZAS DIOCESANAS
El Obispo diocesano se refirió, del mismo modo, procedencia, gestión y administración económica de la Iglesia sean en las diócesis o parroquias.
“La vida de la Iglesia –dijo- y su obra se sostienen básica, fundamental y mayoritariamente con el aporte voluntario y generoso de los fieles. Esta es la realidad más cierta. En honor a la verdad, debe decirse que estos fondos no siempre alcanzan para cubrir las necesidades o llevar adelante la totalidad de las obras. Así y todo, es de destacar que sean los mismos fieles quienes lo sostengan”.
“Al mismo tiempo –agregó-, debe apreciarse que la gran mayoría de las realidades eclesiales y del clero, viven sobria y austeramente. Por esto, este gesto del episcopado argentino debe ayudarnos también a superar mitos, prejuicios y desconocimiento en esta materia. El pequeño aporte dominical de cada fiel o lo dado en cada colecta importante, constituye el sustento de las parroquias y de la diócesis. Algunas colectas como las de ‘Cáritas’ o ‘Más por Menos’ son exclusivamente destinadas para los pobres, otras son dirigidas a las misiones en África, o para sostener la presencia de los cristianos en Tierra Santa, etc. De manera extraordinaria, algunas donaciones de personas o entidades tanto nacionales como extranjeras, nos han permitido hacer algunas obras de reconstrucción, puesta en valor o reparación de edificios que conforman el patrimonio artístico, cultural y pastoral de esta jurisdicción eclesiástica”.

“UN SIGNO DE LIBERTAD”
Monseñor Ariel Torrado Mosconi, acerca de la renuncia al aporte económico proveniente del Estado, la consideró como “un signo de la libertad con que la Iglesia quiere vivir y llevar adelante su misión en esta sociedad”.
“Ello, conjugado con la generosidad de los fieles, nos ayudará a dar un testimonio coherente del evangelio que tiene a la austeridad y el servicio de los más necesitados como una concreta práctica de nuestra fe”, concluyó.

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