Desde hace poco más de un mes se encuentra ubicado en el hall del Palacio Municipal de 9 de Julio un antiguo reloj de péndulo y sonería. Para muchos puede pasar inadvertido, a no ser por el inconfundible sonido de sus campanadas que marcan el paso de las horas.
Ese antiguo reloj fue puesto valor hace poco tiempo, merced a la iniciativa de Agustina Mondelli, de la Dirección de Ceremonial de la Municipalidad de 9 de Julio quien concibió la idea de ponerlo nuevamente en funcionamiento. Este proyecto contó el apoyo de la intendente municipal María José Gentile.
El reloj se hallaba desde hacía muchos años sin funcionamiento. Durante años pendió de una de las paredes de la antigua oficina de Recaudación o Impuestos; sin embargo, con el tiempo fue completamente abandonado hasta que, este año, por iniciativa de Agustina Mondelli, se lo ha vuelto a la vida.
El meritorio trabajo del maestro relojero Ismael Fernández, experto en la restauración de relojes mecánicos de esta ciudad, permitió que el reloj vuelva a funcionar. Para jerarquizar su valor histórico, fue ubicado en un lugar de preferencia, en el hall del Palacio Municipal, donde pudo ser contemplado en los actos conmemorativos por el nuevo aniversario de la fundación de 9 de Julio, el mes pasado.
EL RELOJ
Datado entre finales del siglo XIX y principio del siglo XX, se trata de un típico reloj de “tipo oficina”, fabricado por la firma Ansonia Clock Company de los Estados Unidos.
Preservado en una caja de madera de roble, cuenta con un cuadrante principal impreso en números romanos y segundero con números arábigos. El golpe de gong o campanadas suena cada hora y media hora.
Su cuerda debe darse para la hora cada ocho días aproximadamente y su funcionamiento es a péndulo. La esfera tiene dos perforaciones (a la altura de la hora 9 y a la de la hora 3) una para darle cuerda con una llave para la marcha y la otra para activar el sistema de sonería.
Los relojes de péndulo son conocidos por utilizar su peso que se da de manera oscilante para medir el tiempo. Se estima que hasta la década de 1930 estos relojes han tenido el sistema de cronometraje mas preciso, masificándose su uso.
Este modelo, en el catálogo de fábrica era asignado con el nombre de “Gallery” y por su tamaño era apropiado para aquellas oficinas o dependencia amplias. Tal vez por ello, a diferencia de otros tipos de relojes manufacturados por “Ansonia”, de uso hogareño, sean menos frecuentes de ser hallados en la actualidad.
LA MARCA
Los relojes “Ansonia”, así como otras conocidas marcas norteamericanas, eran traídos al país por diferentes portadores. En el siglo XIX, uno de los más conocidos fue la empresa que giraba bajo la denominación de “Juan shaw e hijos”. Así llegaron a las ciudades del interior bonaerense los clásicos relojes de péndulo, de diversas formas y tamaños, pero con una maquinaria relojera semejante.
En 1850, la Ansonia Brass Co. de Derby, Connecticut, organizó una división para utilizar su latón en la fabricación de relojes completos. La fábrica se llamó “Ansonia Clock Co.”. Después de un incendio en 1854, su fundador Anson Phelps se trasladó al norte de Derby a una zona que llamó “Ansonia”. Se fabricaron allí gran cantidad de relojes que se expandieron rápidamente hasta 1878, cuando la fabricación de relojes se trasladó a Brooklyn.
En octubre de 1880, esta fábrica también se incendió, pero la fabricación se reanudó allí en 1881 y continuó hasta 1929, cuando el declive del negocio dio lugar a la venta de la empresa.
LOS RELOJES EN LA VIDA COTIDIANA
Recién en el siglo XIX los relojes se empezaron a popularizar en la sociedad, entre ellos los relojes de bolsillo, los de pared y los de sobremesa. La Revolución Industrial generó un mercado cada vez más grande. Estados Unidos tomó la delantera en cuanto a la producción en masa de relojes, siendo éstos de alta precisión. En cuanto a los relojes fabricados como piezas de joyería, aquellos que poseían intrincados diseños, serían fabricados, principalmente, en Francia, Inglaterra y Suiza. Estos estaban reservados a una clase social con poder adquisitivo más elevado y eran muy escasos en 9 de Julio del siglo XIX.
Los relojes de péndulo, que entregaron durante muchos años la precisión que tanto se buscaba, estuvieron entre los primeros que arribaron comercialmente a la ciudad de 9 de Julio, precisamente de fabricación norteamericana. Desde luego había otros más costosos y bellos, traídos por las familias más acaudaladas, los provistos de pesas, un tanto excepcionales y los inconfundibles Morez, con su aparatoso péndulo.
A partir de la segunda década del siglo XX, ganarán terreno los relojes de péndulo de manufactura alemana, tanto de pared como de sobremesa, así como también los clásicos despertadores.
A comienzos del siglo XX el reloj fue un instrumento de suma importancia para la vida cotidiana del pueblo. El reloj, aparte de contabilizar las horas servía para sincroni-zar las acciones personales y públicas. Precisamente, este reloj, puesto en valor, con su funcionamiento, a lo largo de muchos decenios, contribuyó a regular el tiempo y el trabajo en las dependencias municipales donde estuvo situado. Ahora, ya superado por las nuevas tecnologías, sigue marchando y, con el movimiento exacto de sus manecillas, da testimonio de una época.