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martes, noviembre 26, 2024

Néstor Gómez: Un lugar en el mundo

-Estudió en el seminario «Inmaculada concepción» y trabajó en Buenos Aires, pero volvió y permaneció la mayor parte de su vida en Naón, su localidad de origen.

-Con su página “Naón, mi pueblo”, relata la historia y detalles de su pueblo, en un trabajo productivo y constante. Aquí, cuenta su propia vida, recorriendo además la de otros y la historia del país.

Es un narrador natural y detallista, Néstor Gómez. Se nota ya en el modo que narra sus primeros días y años de vida. “Nací en la prolongación de la calle Pellegrini de la ciudad de Bragado. Camino real a la estaciones ferroviarias de La Limpia, Máximo Fernández, San Emilio y ciudad de Los Toldos, en el establecimiento rural que arrendaba mi abuelo materno, Javier Mutuverria Zozaya; denominado «Las Marías». Mi madre, María Leonor, fue asistida por el Dr. Carlos Quenar; a las 22 hs. y 10 minutos del aquél miércoles 8 de Diciembre de 1943. Doce horas antes, a las 10 de la mañana y en la Basílica Nuestra Señora de Luján, el obispo de la diócesis de Mercedes, Monseñor Anunciado Serafini, comenzaba el rito de ordenación sacerdotal del, por aquel entonces, diácono Eduardo Pironio.

El sábado 25 de diciembre de ese año, era bautizado en la Iglesia Parroquial Santa Rosa de Lima, por el también recientemente ordenado sacerdote presbítero Antonio Plaza; que reemplazó por unos pocos días a su hermano Santiago, párroco de Bragado desde 1935 a 1959. Días después mi madre se trasladó a su hogar junto a mi padre Claudio, en Naón”.

“Mi casa paterna era una especie de clan dominado por la figura de mi abuelo Don Elías Gómez y Gómez. Español nacido en Ocenilla, diócesis de Osma, Provincia de Soria; que llegó a Argentina enviado por su padre, para que no fuera muerto o retornara lisiado de la guerra español/marroquí. En nuestro país, su último trabajo fue como dependiente, en la panadería de Penette en Dennehy; para establecerse por cuenta propia en Naón el 1 de Enero de 1913; arrendando el inmueble propiedad de José Fernández López; por haber expirado el contrato del anterior inquilino, Pedro «El Rengo» Laborde, primer panadero del pueblo.

Llegó con su esposa Ezequiela Puertas Murgia; Claudio, mi padre de 2 años; y Toribio Leonardo, de 1 año. Luego nacieron Ángel, que falleció a los pocos días de nacer; Elías Gregorio, Oscar y Héctor”.

“Para mi mala suerte llegué al mundo a 16 días de la muerte de mi abuela paterna, Doña Ezequiela; y 38 días antes del terremoto de San Juan, que derrumbó el horno de la nueva panadería de mi abuelo. ¡No tuve mejor recepción!”.

Más allá de esta bienvenida al mundo, asegura que “tuve una infancia feliz en el seno de un clan de gente de trabajo. Acompañaba a mi padre en su recorrida en sulky por las chacras: para reunirse con amigos, comprar leña, cobrar cuentas o atender la bebida de los caballos, que se utilizaban para el reparto de pan.

En esas recorridas mi padre me contaba de las grandes inundaciones habidas en tiempo de su infancia; de la parada de las diligencias en la pulpería ‘Las Cortaderas’ por el antiguo camino que unía Bragado con Los Toldos, del Fortín Raucho, deformación fonética de Rauch; de los indios mapuches de Ignacio Coliqueo; de los restos de armamentos desenterrados por los primeros colonos del lugar al labrar la tierra. Así mi padre sembró la semilla de una pasión”.

De sus primeros pasos por las aulas, relata que “hice el nivel primario de mi educación en la centenaria Escuela Nº 17, por aquél entonces «Manuel Belgrano» y desde 1997, con justicia, «Fortín Los Ángeles», sin desmérito del Prócer. Tengo muchos recuerdos de mi paso por la escuela; pero hay uno recurrente: la sonrisa de satisfacción de Néstor Ferrario cuando, luego del ‘baile de gambetas’ que le di, logró atraparme en el juego de ‘La salvadita’.

Nacimiento de una vocación

Terminado un ciclo de la vida en el primario, prosigue con el relato de su vida: “desde los años 1957 a 1959, cursé el ciclo básico de la Escuela Fábrica Nº 134, sita en la intersección de la calles La Rioja y Santa Fe; y posteriormente Escuela de Educación Técnica. Fui un alumno sobresaliente en las aulas, no así en el taller. En realidad estaba allí más por las circunstancias que por vocación. Lo mejor que recuerdo de ella: mi admiración y posterior amistad con mi profesor de física y matemáticas, señor Hugo Orbea”.

“Egresado de la Escuela Fábrica como ‘Experto en Tornería Mecánica’, y teniendo en claro que el taller metalúrgico no era mi vocación; me trasladé a Junín para continuar con el nivel técnico. Ese verano de 1960, mientras esperaba el inicio del nuevo curso lectivo, cayó a mis manos una vieja revista ‘Leoplan’, que traía la novela: ‘El último perro’; llevada al cine con escenas filmadas en la Laguna de Bragado y en campos del 12 de Octubre. Esta novela, junto al ‘Martín Fierro’, fue como el riego que necesitaba la semilla sembrada por mi padre, y a imaginar una Pampa sin árboles, sin caminos, sin alambradas, de veranos polvorientos y surcada por el alarido de los malones.

En la Escuela Técnica de Junín cursé 1º y 2º y entré en crisis vocacional, a la que contribuyeron las 9 horas y 45 minutos de trabajo diario de lunes a viernes en los talleres metalúrgicos de Matiazzi S. A. Luego, 4 horas de Escuela Técnica nocturna. Solicité rendir libre las equivalencias al bachillerato, aprobando varias materias”.

Para ese entonces ya se había integrado a los Jóvenes de Acción Católica de la parroquia de San Ignacio de Loyola, “cuyo párroco era el nuevejuliense Domingo Cancelleri; y al revisionismo histórico argentino. El asesor de la J.A.C., presbítero José Lindoro Zaccardi; cultivó mi religiosidad orientándola hacia el sacerdocio”.

Servicio Militar y Seminario

Todo estaba decidido, pero antes debía cumplir con el Servicio Militar. Aquí entra en otra etapa de su vida: “Me citaron a revisión médica en los cuarteles del Junín el día del asesinato de John F. Kennedy; 22 de noviembre de 1963. Fui incorporado el 4 de Marzo de 1964 al Primer Destacamento de Exploración de Caballería Blindada Libertador Simón Bolivar, y salí en el 1º Licenciamiento (Baja de Honor) el 29 de Octubre del mismo año. En dicha unidad militar, fui asignado al Escuadrón «A» de Aspirantes a Oficiales de Reserva, y tuve como compañeros de 9 de Julio, a Ismael y Jorge Bracco, Abel De la Plaza y Guiet (por tener domicilio en Junín, yo pertenecía al distrito militar nº 17).

Voté por segunda vez en la Escuela Nº 1 de Junín, en las elecciones para legisladores celebradas el domingo 14 de marzo de 1965; y al cierre del comicio fui al edificio de correos para saludar a mis compañeros de la colimba. Y el lunes 15 viajé a Buenos Aires e ingresé en el Seminario Mayor Metropolitano de la «Inmaculada Concepción», sito en José Cubas 3543, en Villa Devoto.

En ese primer año de seminario, ‘Latinado’; hicimos un curso acelerado de latín, a lo que se sumó griego en el segundo semestre. En 1966 ingresé a Filosofía. Finalicé el Filosofado llevándome una sola materia: «Historia de Arte Sacro». En 1968 debía cursar 1º de Teología, pero pedí licencia para hacerme cargo de la salud mental de mi padre. Busqué trabajo en Buenos Aires, en los difíciles años del gobierno de facto de Juan Carlos Onganía y de su ministro de economía Adalbert Kieger Vasena. El por entonces seminarista Christián von Wernich Castro Videla, de la promoción inmediatamente posterior a la mía; me tendió una mano con una carta de presentación a un gerente de la agencia de publicidad americana Walter Thompson. Entre los requisitos exigidos debía presentar dos artículos publicados en un medio gráfico; cosa impensable en esos momentos para mí. Luego de una infructífera búsqueda de trabajo en la Capital, se me presentaron posibilidades laborales en mi pueblo en la Cooperativa de Luz y Fuerza Lta. de C. M. Naón y en la Sociedad Cooperativa Agrícola Ltda.; así fue como desde finales del 68 volví a mi tierra natal”.

Así se cerró la etapa del seminario, que califica como la mejor de su existencia. “A pesar de todos los conflictos interiores que me creaba el mandamiento de ‘Honrarás a tu padre y tu madre’, y la sentencia de Jesucristo: ‘Quien no deje a su padre y a su madre por amor a mí, no es digno del Reino’; los 3 años de Seminario fueron los mejores de mi vida: por la formación sistemática recibida, el desarrollo del pensamiento crítico; las amistades que cultivé; la integridad de vida de muchos compañeros a quienes admiré, y las personalidades que conocí. Compartí aula con Héctor Aguer De Angelis, actual arzobispo de La Plata; Gustavo Help Jaccard, obispo de una diócesis de Santa Fe; Fernando Maletti, obispo de Bariloche; Salvador Barbeito Doval, asesinado junto a los sacerdotes Palatinos por la dictadura militar; como los hermanos Luis y Pablo Gazzarri Truffa, desaparecidos. Fue mi Prefecto de Disciplina en el Latinado Monseñor Luis Villalba, actual arzobispo de Tucumán. Mi director espiritual en el Filosofado, Monseñor Carmelo Giaquinta, arzobispo emérito de Misiones. Mi Prefecto de Estudios y Profesor de Ética, Monseñor Rafael Braun Cantilo, que asistió a Máxima Zorreguieta el día de su casamiento con el príncipe heredero holandés. Y en Pascua de Resurrección del 2005, por televisión, volví a ver a quien conocí cursando teología en José Cubas, y en ese momento arzobispo Leonardo Sandri, leyendo el último mensaje de Juan Pablo IIº, ya imposibilitado de hacerlo en persona”, enumera.

De vuelta a Naón

De regreso a Naón, administró la Cooperativa de Luz y Fuerza hasta julio de 1973, “fecha en que se hizo efectiva la fusión de ésta a la U.E.P. «Mariano Moreno» Coop. Ltda. y su interconexión al sistema eléctrico de 9 de Julio”, comenta. “Y hasta enero de 1972, estuve en la Sociedad Cooperativa Agrícola Ltda. en su sección administración. En febrero de éste último año, me hice cargo de la panadería que había fundado mi abuelo Don Elías; trabajo que realicé hasta mi jubilación”.

“También por ese año, el director del diario ‘Pregón’ me solicitó mi colaboración como corresponsal de la localidad; cosa que hice hasta su cierre en 1973. Allí comenzó a cristalizarse mi sueño de ir acopiando documentación que publicaba bajo el título de «Efemérides Naonenses». Cerrado ‘Pregón’, continué docu-mentándome para satisfacer mis ansias de conocimientos. En 1992, Carlos Vuviel, ex residente; me propuso publicar dicho material en una gacetilla que se denominó ‘Los Pagos de Naón’. Por razones de costos sólo logramos imprimir tres números”.

En otro orden de cosas, recuerda que “integré como secretario una comisión reorganizadora del Club Porteño Naón. También, como secretario, en 1972 intentamos recuperar la Sociedad de Fomento. En el periodo 73/74 fui vocal en el consejo de administración de la U.E.P. «Mariano Moreno» Coop. Ltda. Fui tesorero de la Cooperadora de la Unidad Sanitaria, en tiempo de la Guerra de Las Malvinas y, posteriormente, presidente de la Cooperadora de la Escuela de Educación Media Nº 1; y en tal carácter cofundador de F.A.C.E.N (Federación de Asociaciones Cooperadoras Escolares Nuevejulienses), de cuyo nombre soy su autor y de sus primeros estatutos; esto en tiempo de la Intendencia de Abel De la Plaza, mi ex compañero de colimba. También por aquél tiempo, fui síndico suplente de la Cooperativa de Agua Potable y Otros Servicios de Naón Ltda. Siempre, tomando por ejemplo la conducta de mi abuelo Don Elías, procuré participar en las instituciones de bien público locales que hacen a la mejor calidad de vida de sus habitantes”.

“Naón, mi pueblo”

Su acercamiento a Internet comenzó en el año 2000. “Telefónica sacó a la venta el Home-mail que permitía enviar correos electrónicos a quienes no teníamos computadora. Fue un regalo de mi hermano, y así creé lo que denominé SIEN, sigla que significaba Servicio Informativo Naonense, y se lo remitía a un grupo de ex residentes, unos 80. La columna vertebral era ‘Efemérides Naonenses’ y los sucesos de la actualidad. Esto último me obligó en el 2002 a tener que concurrir a la cancha de Atlético Naón, que peleaba el ascenso a primera división. En las cabinas de transmisión del CAN conocí a Juan Carlos «Cachete» Delamer, Jorge Mazzola, «El Tati» Pardavilla, Felipe Caletrio, Oscar «Cacho» Buffone y Martín Zabala, entre otros”.

“Mi trabajo interesó a muchos ex residentes, y un amigo me regaló su equipo. Así, desde el 15 de Octubre de 2003, el SIEN se transformó en www.naonmi pueblo.com.ar, que ya cumplió 6 años. Tomé el nombre de la página de un dicho de Monseñor Eduardo Pironio, cuando era obispo de Mar del Plata. En sus viajes a Buenos Aires, Pironio, que había sido rector del Seminario, pasaba a saludar a los catedráticos y algunos seminaristas, entre ellos Héctor Mangas. En una oportunidad, Mangas nos convocó a los seminaristas de la diócesis de 9 de Julio, porque Pironio nos quería saludar: José Abaitua (Lincoln); Miguel Díaz (Junín); Omar Urtizberea (Pehuajo) y yo. Le saludamos por orden jerárquico y cada uno le decía el nivel de estudios que cursaba y de qué ciudad de la diócesis provenía. Fui el último en saludarlo, me presenté e indiqué ‘de 9 de Julio’. ‘¿De la misma ciudad?’, me preguntó Pironio. ‘No. De un pueblo del Partido’. ‘¿Qué Pueblo?» insistió el obispo. ‘De Naón’, le respondí. ‘¡¿De Naón…, mi pueblo?!’; exclamó Pironio, y me dio una palmada en la mejilla”.

En su momento sorprendido por la reacción de Monseñor Pironio, luego buceó en la historia y descubrió que “la relación de Pironio con nuestra localidad se remonta a sus años de seminarista, cuando va-cacionaba en lo que fue el establecimiento rural «Fortín Los Ángeles», con Domingo Cancelleri y otro seminarista de apellido Etulain, y jugaban al fútbol con los Etulain (locales) y los Bielsa. Por ese entonces el establecimiento ‘Fortín Los Ángeles’ era propiedad de un Baztarrica casado con una Pironio; y dos Pironios, hermanos de Eduardo, trabajaban el campo. Uno de estos: Ángel, soltero; se fue con su hermano ya cardenal y falleció en Ciudad del Vaticano. El matrimonio conformado por Juliana Argonz y Ernesto Benjamín Lyonnet, se encargaban de llevar al seminarista Eduardo Pironio, a oír misa los días domingo a la Iglesia Parroquial Santo Domingo de Guzmán”, relata.

Por otra parte, a su trabajo como comunicador ciber-nético, le sumó luego el de cronista deportivo: “Antes del comienzo del Apertura 2007 de la Liga Nuevejuliense de Fútbol, me llama telefónicamente Jorge Mazzola para pedirme que colaborara con su programa deportivo, hasta ese entonces, por AM 1560 Radio 9 de Julio. «Yo te puedo pasar la formación de los equipos e incidencias del partido, pero no soy comentarista de fútbol», le dije. Jorge apeló a mi inteligencia y no entró en otras razones. Pero, cuando existe honestidad intelectual la sola inteligencia no es suficiente: se necesita conocimiento del tema. Fue en dicho año que el programa de Mazzola con todo su equipo, se trasladó a FM 102.5 ‘Amanecer’, bajo el nombre de ‘Atardecer Deportivo’. Nunca percibí que mis ‘crónicas del partido’ hayan producido impacto alguno. Las que sí noté impactaron fueron dos intervenciones: la que desautoricé a la gente de Atlético French vs. el arbitro Enrique Márquez, que me ponían junto a otro periodista como testigo de sus dichos, año 2007; y éste año cuando solicité «derecho a réplica» para responder a D.T. de Naón, Alejandro Seijo. Parece que mi estilo dio que hablar”.

El pueblo, ayer y hoy

Riguroso historiador, Néstor Gómez resume la historia de su pueblo de este modo: “Antes de la inauguración de la Estación Ferroviaria Kilómetro 247 ‘Naón’, el 1 de Diciembre de 1904; la zona conocida como paraje ‘Los Ángeles’, por el desenvolvimiento económico de la colonia agrícola de Nicolás Lancelotte, que compró el predio donde estuvo implantado el Fortín; ya estaba densamente poblada varias veces más que en la actualidad. El ferrocarril vino a llevar la producción que ya existía de una forma más eficiente al puerto de Buenos Aires y, como consecuencia, dio lugar a la creación de un núcleo poblacional destinado a la prestación de bienes y servicios para la gran colonia agrícola ganadera preexistente. Ese núcleo es nuestro pueblo: Carlos María Naón.

Tampoco podemos decir que la llamada ‘civilización’ llegó al ‘desierto’ el 2 de Agosto de 1846, con el enclave de ‘Fortín Los Ángeles’ (fecha ésta de mi tesis); porque el Fortín se levantó sobre la ‘Tapera de Naón’ (ver: www.obrienciudad.com/historia.htm ). Esa migración de persona y familias enteras, esa concesión que hacía el gobierno de la provincia a los enfiteutas, parcelización de tierras y su posterior transferencia de dominios; es una vieja curiosidad que moviliza mi búsqueda de información veraz.

Y así, en torno a la estación ferroviaria, centro de acopio de cereales y embarcadero de hacienda, se levantaron las panaderías, carnicerías, almacenes de ramos generales, herrerías y fábricas de carruajes, tiendas, sastrerías, mueblerías, farmacias, consultorios médicos, bares, boliches, salones de reuniones sociales, escuela pública primaria, oficina de correos y de la ‘Unión Telefónica’, los clubes deportivos y hasta un hotel y un cine teatro. Cuando mi abuelo Don Elías se radicó en 1913, Naón era ‘tierra de promisión’. Luego, con el impulso que el gobierno de Perón le dio a la industria nacional, los mejores salarios y las conquistas sociales consolidadas, comenzó el primer éxodo del peón rural golondrina hacia la gran urbe. Le siguió la tecnificación del agro propiciada por el gobierno de Arturo Frondizi, que aumentó la productividad pero restó fuentes de trabajo, dando lugar a un segundo movimiento migratorio. El tercero lo provocó el desalojo rural promulgado por el gobierno de Juan Carlos Onganía. Las grandes inundaciones de las décadas del 70, 80, 90, y de los años 2001 y 2005; también hicieron lo suyo para que nuestra localidad esté considerada entre los pueblos en vía de extinción. ¡Y ni hablar del cierre del ramal ferroviario llevado a cabo con las privatizaciones del gobierno de Carlos Menem!: el tiro de gracia”.

Puesto a opinar del futuro de la localidad, admite que “no soy optimista. El caso contrario, nada deseable, es que si se cumplen los fatídicos pronósticos de los ambientalistas respecto del derretimiento de los casquetes polares por el calentamiento global, y la elevación de los océanos en 60 metros; Carlos María Naón quedaría a la orilla del Atlántico, ya que su nivel sobre el mar actual es de 64 metros”.

Néstor Gómez por sí mismo

Se define como “una especie de monje laico o, mejor, un anacoreta. En Buenos Aires, y dos cosas me desagradaron de la vida de la gran urbe: el tiempo insumido inútilmente para llegar al trabajo, y la soledad en compañía de millones de anónimos. Por su parte, mi regreso a mi tierra natal además de trabajo me brindó mayor tiempo libre para entregarme a las cosas que me gustan. Siempre tuve claro que cuando uno no puede trabajar en lo que le gusta debe recordar ‘que trabajamos para vivir, y no vivimos para trabajar’. Y Naón me permitió eso; además de cumplir con el mandamiento de ‘Honrarás a tu padre y tu madre’”.

“Puede parecer contradictorio ser un anacoreta y expresar desagrado por ‘la soledad en compañía de millones de anónimos’. No es así. El ser humano posee un universo de sentimientos pero hay dos que se destacan: el de propiedad y el de pertenencia. Ambos son antagónicos, pero si en el desarrollo de nuestra personalidad ponemos el acento sobre el segundo, nunca nos podemos sentir solos aunque la mayor parte de la jornada la pasemos en soledad. Y Naón me permitió eso: hacer cosas que no podría haber hecho en otro lado y ‘ser su pertenencia’”.

En referencia a la página web y los blogger, afirma que “las llevo adelante para mi propio placer, con lo cual ya tengo mi paga. En segundo lugar, las participo Internet mediante; ¡y qué nada mejor que encontrar personas que reconocen el trabajo y disfrutan de él!. El reconocimiento me llega mediante mails personales; y en forma pública mediante la declaración de Interés Municipal dada por el Honorable Concejo Deliberante; la distinción recibida en el Centenario de Naón; y el «¡olé,olé,olé…!» que me cantó la hinchada del CAN, en aquella cena del 2005, cuando perdimos el Campeonato frente a Atlético Once Tigres”.

Finalmente, dice que “soy una persona vital. No especulo. Cómo Alguien dijo: «no os preocupéis, cada día tiene su afán». Procuro brindar lo mejor de mi, hacer el bien, proceder con corrección; y que Dios disponga. En parte estoy haciendo lo que me gusta; y el día que se hayan cumplido mis expectativas es porque se ha agotado mi creatividad, es porque estoy muerto”.

Palabras finales

Este hombre que narra su historia alejado del egocentrismo, brindando generosos detalles de la historia de su pueblo y de varias personalidades que conoció en su paso por el mundo, tiene un concepto de la vida y sus aspectos que valen la pena leer. Así como valen la pena leer los relatos de su página en Internet, un trabajo por demás logrado. Siempre pintando su pago chico. Orgulloso de su origen naonense, del pueblo en el que eligió vivir por pertenencia, y al que brinda su vida con entrañable afecto.

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