[13 de marzo de 2010] Los cajeros automáticos de los bancos son lugares que representan un riesgo permanente de engaño, para apoderarse del dinero de las cuentas de los usuarios. Esto ocurre tanto en grandes urbes, como en ciudades del interior del país como 9 de Julio.
En los cajeros no se usan armas blancas ni de fuego. El artilugio es la mejor estrategia de los delincuentes que conocen muy bien los movimientos y actúan de una manera muy natural y convincente.
Fuentes confiables nos aseguraron que semanas atrás se produjeron dos hechos que tuvieron como víctimas a convecinos nuevejulienses: un jubilado y un empleado público.
Quienes realizan estas maniobras fraudulentas colocan «pescadores» en los cajeros, plásticos que impiden el ingreso de las tarjetas de los usuarios. De esta manera, la persona que quiere extraer dinero de su cuenta no puede extraer su dinero.
Aparece una persona que se presenta para «colaborar» (en realidad es un delincuente) con el usuario que no sabe qué hacer. Este extraño simula ofrecer una ayuda: acerca un teléfono celular, marcando un número que ya tiene preestablecido, y se comunica con otro sujeto que participa del engaño.
La persona que atiende el teléfono se hace pasar por un operario de la red de cajeros y en breves instantes se hace presente en el lugar. Le dice a la persona que la tarjeta no se puede recuperar, que en un mes le va a llegar una tarjeta nueva y aprovecha para pedirle el número de la clave. En realidad, cuando el propietario de la tarjeta se retira, los dos sujetos que formaron parte del engaño recuperan la tarjeta del cajero y con la clave extraen el dinero de la cuenta del usuario.
Por este motivo, se recomienda que no se divulgue el número de la clave (bajo ningún concepto) a gente desconocida. Es más importante conservar -mantener en secreto- el número de la clave y no lamentarse tanto por la pérdida de la tarjeta. Si otra persona recupera la tarjeta y no conoce el número de la clave no puede usarla, por lo tanto no puede sacar dinero de la cuenta.
Pasan los años y siguen este tipo de engaño. Cambia la modalidad de los delincuentes, engaño que se «perfecciona» con el correr de los años. «El cuento del tío» se adapta a estos tiempos e incorpora el uso de la tecnología. Ahora se presentan como distintos personajes en un cajero: desde simples vecinos o como operarios de la red, pero lo que siempre buscan es el engaño.
También se han dado ciertos casos en que los que utilizan el artilugio se llevan las tarjetas y al recordar la clave, realizan la extracción en otros cajeros (incluso de otras ciudades).
Un número importante de casos de engaño se produce en fechas de cobro de jubilados y empleados, porque se producen más operaciones aunque a veces lo hacen en los horarios donde no concurre tanta gente.
Consejos
Puede advertirse en el ingreso a los cajeros de la sucursal del Banco de la Provincia de Buenos Aires un cartel dirigido a los clientes, en el que se aconseja: «no divulgue su clave, no se deje ayudar por personas extrañas, ante cualquier sospecha dé intervención a la Policía. Su clave es personal y de uso exclusivo».