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Nueve de Julio
jueves, noviembre 28, 2024

Recuerdos

robertorossi* Por Roberto Rossi

Estamos en marzo de 1953. Hace poco nos mudamos desde el campo al 9 y me anotaron en la inolvidable Escuela Nº 1.- Curso el 3er.grado, con rumbo al histórico sexto de entonces, en el cual aprendías o aprendías y si no, ahí te quedabas hasta que te tocaba la colimba.-

La maestra es Haydeé Gobelli. Alta, elegante, el guardapolvo blanquísimo resaltado por el toque de crujiente almidón; cabello corto, con una voz y presencia que imponían definitivamente aquél respeto (ya extinguido) al docente que venía impuesto desde la casa . Todavía ejercía la Dirección Don Amícar R. Linch, un hito en la conducción del colegio. Estoy algo asustado, lo confieso.

Yo venía de la Escuelita rural de Dennehy, donde iba de tarde a caballo, acompañado por unos chicos vecinos del campo, algo mayores, que me ayudaban a montar, porque yo no alcanzaba el estribo del recado. Entorno distinto, compañeritos distintos, en fin, una vida distinta, otras costumbres. De la quietud campesina al movimiento de la ciudad aún en germen.

El único chico conocido en el aula, en ese momento, era Mignes (el padre del médico), que vivía a la vuelta de casa, frente al parque. Pero bueno, ya me acostumbraría y cosecharía a poco andar un montón de amigos. Una mañana faltó la maestra de sexto y como se acostumbraba en esos casos, repartieron los alumnos del mismo en tercero, cuarto y quinto. Ese día aterrizaron dos en tercero.

Gobelli pasó lista a los suyos y luego preguntó quienes eran los foráneos: “ ¡Laxagueborde y Lozano!” fue la tonante respuesta. El segundo es el afamado guitarrista nuevejuliense, que integró la famosa jazz “Los Americanos”, donde cantaba Nelson Oliverio y el popular “Cuarteto Callejón”. Es el padre del afamado tecladista que se presenta en escenarios de la Capital. Y el otro, el que luego sería mi compinche tanguero, Oscar “Cacho” Laxagueborde, ladero de muchas serenatas a la luz de la luna, en los Eneros incomparables del 9.

Alguna vez incluso, haciendo dúo con uno de los hermanos Anca, dele y dele con el vals “Gota de Lluvia” para quien quisiera oír y para el que no, también. Se encontraba de moda la típica de Héctor Varela y sus cantores Ledesma, Lézica, Lavié y éramos seguidores de la misma. Cacho traía las partituras que encargaba en el bazar “El Siglo” y entre los dos hacíamos la orquesta, con la imaginación.

Nos “tiraba la bronca” algún vecino por ruidos molestos durante la siesta, pero nosotros seguíamos con nuestro afán del 2 x 4.- ¡Qué felices fuimos con tan poco, amigazo! No necesitábamos mucho más. Así quedaron en el aire del barrio viejo los versos de “Qué tarde que has Venido”, “Silueta Porteña”, “Señora Princesa”, “Rosa Mía”, “No me hablen de Ella”, “Fumando Espero” y tantos otros en la buena voz de “Cacho” con el ruido de fondo de mi doble A.- Un fuerte abrazo para todos y espero, como dice Gardel, que no haya “más penas y olvido cuando los vuelva a ver”.-

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