Escribe Cristina Moscato
En 1865 el gobierno de Argentina, Uruguay y Brasil inician contra el Paraguay el conflicto bélico que se conoce como Guerra de La Triple Alianza.
Bartolomé Mitre presidente de la Argentina, es optimista. Dice: ¨En 24 horas en los cuarteles, en 15 días en campaña, en tres meses en Asunción¨. Lo cierto es que lejos de sus predicciones, la guerra acabará recién en 1870, con 50.000 víctimas argentinas y una catástrofe demográfica para Paraguay donde la población disminuyó de un millón y medio a quinientos mil (sobrevivieron mayormente niños y mujeres).
Pero volvamos al principio. Declarada la guerra, el interior argentino, históricamente enfrentado con los porteños, no ve ven con buenos ojos la guerra contra el país vecino. Mendoza, San Juan, La Rioja y San Luis se sublevan. El caudillo catamarqueño Felipe Varela lanza una proclama llamando a la rebelión e insta a no participar en una guerra fratricida. Dice, además de criticar a Mitre por su política:
¨…Soldados federales nuestro programa es la práctica estricta de la constitución jurada, el orden común, la amistad con el Paraguay y la unión con las demás republicas americanas¨.
Alberdi, al igual que José Hernández y Guiso Spano, apoyan la causa paraguaya y acusan a Mitre de llevar adelante una ¨Guerra de la Triple Infamia¨ contra un pueblo progresista y moderno. (Paraguay contaba por entonces con líneas de navegación a vapor, telégrafos eléctricos, fundición de metales, astilleros, ferrocarriles, y ejercía el monopolio de la comercialización exterior de dos de sus productos principales: yerba y tabaco. Se bastaba así mismo y no tenía deuda externa).
Cándido López, un joven pintor que hasta entonces, se ganaba la vida ofreciendo en el interior de la provincia de Buenos Aires retratos con daguerrotipo (primer procedimiento fotográfico) y pincel, decide, incorporarse voluntariamente al ejército.
Además de sus funciones como Teniente 2° del Batallón Nacional, (cargo al que accede por saber leer y escribir) el joven que posee conocimientos de dibujo y pintura adquiridos con un maestro italiano radicado en Buenos Aires, comienza a hacer bocetos a lápiz de distintos episodios de la vida en campaña. En el año y medio que permanece en el frente, llega a reunir unos noventa.
Lamentablemente, su labor se verá interrumpida el 22 de Septiembre de 1866, cuando durante la batalla de Curupaytí, una granada le despedaza la muñeca derecha, herida de guerra que acabará en la amputación de la mano primero y, más tarde, ya trasladado a la provincia de Buenos Aires, del brazo por encima del codo.
Pero ¨El manco de Curupaytí¨ como se le conocerá en adelante, no se da por vencido y, tras una laboriosa convalecencia, va retomar el pincel con la mano izquierda.
Casi veinte años después, ( 1885) con el patrocinio del Centro Industrial Argentino y el Club Gimnasia y Esgrima, Cándido López, expone en el salón del club porteño 29 cuadros sobre la guerra del Paraguay, serie que compone mientras trabaja como peón rural en Carmen de Areco, a dónde se halla radicado con su numerosa familia.
En un formato muy poco usual de telas horizontales, (tres veces la altura en el ancho de la tela) que se presta a desplegar vastas escenas enfocadas desde un punto de vista alto, el pintor nos muestra, en miniatura y casi con una precisión fotográfica, campamentos, paisajes, desem- barcos y secuencias de batallas que podemos seguir hasta la línea del horizonte.
La muestra es bien recibida por la crítica y por el público en general, en buena parte por la veracidad histórica de las representaciones (cada episodio responde a un suceso debidamente fechado) y por el hecho de ser realizada por un inválido salido de la esa misma guerra.
Pero el reconocimiento de sus virtudes patrióticas no es suficiente para interesar al estado en la compra de sus cuadros. Vive en la miseria y varios documentos hablan de su lucha por lograr la venta de la serie que, finalmente, consigue que sea adquirida por el Museo Histórico Nacional.
El valor artístico de la obra de López es reconocida recién en nuestro país en 1930.
Algunos cuadros de los episodios de la guerra del Paraguay se exhiben en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires. Otros en el Museo y Biblioteca de la Casa del Acuerdo de San Nicolás.
La totalidad de la obra pertenece al estado Argentino y pueden verse en todo su esplendor y detalle en distintas páginas de la web.