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miércoles, noviembre 27, 2024

El Padre Enrique Barbudo presentará su nuevo libro

El miércoles 18 marzo, a partir de las 20 horas, en el Colegio Marianista San Agustín de esta ciudad, tendrá lugar la presentación del libro «El Señor se metió en mi casa», escrito por el Padre Enrique Barbudo y editado por la Editorial Claretiana.
Con «El Señor se metió en mi casa», el Padre Barbudo, ofrece una historia de vida, un testimonio espiritual de un elegido por Jesús y María, compañeros de ruta de este sacerdote de la Compañía de María (Marianista).

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Tal como queda reflejado en su obra, en cada una de las decisiones de su vida, el Padre Enrique no dudó en discernirlas con Jesús y María. Así su vida transcurrió desde su España natal, hasta estas tierras del sur tan bendecidas por el Señor.
Este libro no está destinado solo a los religiosos, sino a cualquier persona que quiera vivir su vocación de la mano de los valores, de las firmes convicciones de un ideal de vida, de una ardiente necesidad de ser misionero, de una docilidad ante la necesidad de los últimos y despojados, y ante todo de ver al prójimo como un hermano y a los superiores a Cristo enviando a llevar su Nueva Noticia. El libro comienza con una presentación del Padre Mamerto Menapace.

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«ALGO SOBRE MI HISTORIA»

En la introducción a su libro «El Señor se metió en mi casa», el Padre Enrique Barbudo, explica que él mismo está compuesto por «reflexiones sobre mi vida y la acción del Señor».
«Es una manera -añade- de agradecer todo lo que él ha hecho por mí. Son ya cincuenta y siete años, y la vida se va. Por eso, es lindo repasar la vida que no ha sido gran cosa, pero sí a la presencia del Señor. Se me metió adentro, muy adentro. Ha sido y es como un amor preferencial del Señor por mí. Y eso es maravilloso, porque es descubrir de una manera experiencial que eres querido por el mismo Dios».
«Yo pienso que no es que el Señor me eligió y me llamó, sino que el Señor se metió en mi vida», asegura el sacerdote en otro pasaje.
«Cristo -prosigue el padre Barbudo- es la razón de mi vida. No he sido yo el que lo alcanzó, es él quien se metió en mi vida. Dios Padre empezó a trabajar en mí y me sigue llevando cada día más a Jesús. No es un simple sentimiento, es la real y física presencia del Resucitado en mi vida. Y ante esto sólo me queda la alabanza: Gracias, Señor… Y me hace entrar en una oración permanente, en una alabanza continua. Orar es tratar de amistad con Dios Padre y Jesús. Jesús es mi amigo y hablo con él normalmente».
El autor considera que «nacer es un accidente, pero un accidente que hace posible la vida; y la vida es un don de Dios, sobre todo, si se cree en esa vida que trajo Jesús y que ha querido darnos en abundancia, es decir, la vida eterna».
«Esta ha sido y es una de mis grandes alegrías: saber que he sido creado para tener vida y transmitirla a los demás. Y esa vida eterna empieza ya en esta tierra en la intimidad con Cristo Jesús, el Señor resucitado, Hijo de
Dios, que se hizo Hijo de María para la salvación de los hombres. Y todo esto me lleva a tratar de vivir los años que me quedan un poco mejor y más al estilo de mi madre María. No voy a cambiar grandes cosas y, lo mismo que María en Caná, un pueblito sin importancia, y en algo tan simple como una fiesta de casamiento, tratar de hacer que en torno mío haya un poco más de vino. Y ese poco más de vino será amar mi vida de consagrado, tratando de presentar la esperanza y el consuelo para el mundo de hoy, en este momento de la historia de la humanidad, que vive un tremendo cambio de civilización», refiere el Padre Enrique.

EL AUTOR
Enrique Barbudo es sacerdote marianista. Licenciado en Filosofía y en Teología, fue enviado a la Argentina como misionero y ha estado en diversas comunidades marianistas. Su entrega lo llevó a compartir la vida comunitaria, catequética y pastoral atravesando zonas disímiles desde General Roca (Río Negro) hasta Monte Quemado (Santiago del Estero).
En la actualidad vive en 9 de Julio, en la comunidad marianista del Colegio San Agustín. Así realiza su apostolado, como lo hizo hace cuatro décadas atrás. Además, atiende pastoralmente la capilla San Pedro y San Pablo en Ciudad Nueva.

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