Escribe Cristina Moscato
En octubre de 1938 miles de judíos de origen polaco residentes en Alemania son sacados de sus casas por la fuerza y deportados a Polonia. El gobierno polaco no los recibe. Los deportados permanecen semanas en tierra de nadie sin refugio ni comida alguna.
Herschel Grynszpan, un joven de 17 años, judío polaco de origen alemán refugiado en Francia, se entera de la situación de expulsión de su familia a través de una postal proveniente de la frontera.
¨Nadie nos dijo lo que estaba pasando pero nos dimos cuenta de que iba a ser el final –le escribe su hermana- No tenemos ni un centavo ¿Podrías enviarnos algo? …¨
El muchacho, desesperado, busca ayuda en la embajada alemana en París sin resultado alguno.
¨Queridos padres –contesta Herschel impotente- no puedo hacer otra cosa. Que Dios me perdone. Mi corazón sangra cuando oigo hablar de la tragedia de 17.000 judíos. Debo protestar para que el mundo entero me escuche, y esto, me veo obligado a hacer. Perdónenme¨.
El 7 de noviembre pide ver al embajador Ernst Vom Rath y dentro de su despacho, le dispara tres tiros en el abdomen.
El gobierno alemán encuentra en el atentado contra el funcionario el pretexto perfecto para concretar un viejo anhelo: lanzarse contra los judíos en toda la jurisdicción del Reich, nombre del estado Alemán hasta 1945.
La noche del 9 de noviembre de 1938, las fuerzas de la SA (camisas pardas) y la población civil con la total anuencia de las autoridades alemanas que miran sin intervenir, prenden fuego más de 250 sinagogas, saquean más de 7000 comercios y asesinan a muchos de sus propietarios. Este linchamiento multitudinario (pogromo) pasa a la historia como la ¨Noche de los cristales rotos¨ (Kristallnacht), debido a la cantidad de vidrieras que son destrozadas. El suceso es considerado el primer paso hacia el Holocausto.
Marc Chagall, pintor bielorruso de ascendencia judía, fervoroso practicante del judaísmo jasídico (surgido en Europa Oriental en el siglo XVIII), admirador de la espiritualidad cristiana en Francia, su segunda patria, y testigo del ascenso del totalitarismo en Europa, convierte el horror de las persecuciones antisemitas, de la guerra y de la muerte en el tema central de su producción artística.
¨La crucifixión blanca¨, óleo sobre lienzo de 155 cm x 140 cm, es concebida, precisamente, en el mismo año en que aconteció la ¨Noche de los cristales rotos¨.
Una sinagoga profanada por un uniformado nazi que arroja al suelo objetos sagrados, arde en la parte alta a la derecha del cuadro. Siguiendo el sentido de las aguas del reloj, un judío errante (mito del judío que Dios condenó a errar hasta su retorno por negar agua a Jesús durante la crucifixión) pisa el rollo de la Torá en llamas. En el centro y en primer plano, la menorá o candelabro de siete velas ilumina la escena.
Más abajo, casi saliéndose del cuadro, asoma el rostro de una madre desesperada con su hijo en brazos.
Hacia el ángulo inferior izquierdo, tres personas ancianas huyen. Uno de ellos porta el rollo sagrado. El personaje del ángulo inferior izquierdo se seca las lágrimas con el puño. Más arriba una barca aloja a una multitud de hebreos que intentan escapar de las persecuciones. Si seguimos ascendiendo, soldados con banderas rojas acaban de masacrar una aldea judía, alusión a los pogromos de los que fue testigo el pintor en su región de nacimiento y que obligaba a los judíos a emigrar a otras regiones.
En el aire flotan unos personajes de aspecto rabínico lamentándose por la tragedia de su pueblo.
Entre tanto horror, un Cristo crucificado, blanco, sin heridas, ni rastros de tortura irrumpe en el centro del cuadro. Un haz de luz blanca sobre la cruz ilumina la singular figura del nazareno que no aparece aquí como el Mesías de los cristianos, sino más bien, como el judío que encarna el sufrimiento del pueblo hebreo. Elementos como el turbante en lugar de la corona de espinas, el talit (chal utilizado en la liturgia hebrea) en lugar del paño blanco y la menorá , así parecen decirlo.
El papa Francisco, en la revista jesuita italiana La Civilta Cattolica, reconoció que ¨La crucifixión blanca¨ de Chagall es una de sus pinturas favoritas.
La obra se encuentra en el Instituto de Arte de Chicago y puede verse en todo detalle en distintas páginas de la web.