Escribe Cristina Moscato
El pintor noruego Edvar Munch nace el 12 de diciembre de 1863. De familia humilde, e hijo de un padre dominado por obsesiones religiosas, ve morir a su madre de tuberculosis a los cinco años y más tarde a su hermana mayor.
¨La enfermedad, la locura y la muerte eran los ángeles negros que vigilaban mi cuna¨, escribe el pintor acerca de aquellos sucesos que serán determinantes en la conformación de su ser.
Durante su juventud en Cristiania ( Oslo desde 1924),siendo un autodi- dacta, se une a movimientos expresionistas que cuestionan el emergente sistema capitalista, que además de bienes, produce seres humanos fragmentados que piensan solo en poseer y consumir.
En sus frecuentes viajes de estudios a París, becado por el gobierno noruego, conoce de cerca la obra de los impresio- nistas y postimpresio- nistas, pero rechaza los temas neutros de esas producciones artísticas y se resiste a que sus propias obras ¨vayan a adornar las casas de los burgueses¨.
¨No podemos pintar eternamente mujeres que cosen y hombres que leen: yo quiero representar seres que respiran, sienten, sufren y aman¨ sentencia el joven artista, y añade en clara alusión a la pintura convertida en mercancía: ¨Lo que está arruinando el arte moderno es el comercio al exigir que los cuadros se vean bien una vez que se los cuelga de la pared. No se pinta por el deseo de pintar…¨.
Con 23 años sus creaciones causan un verdadero escándalo en la exposición de Oslo. Algo similar ocurre en Berlín años más tarde. Para entonces, su obra, apartada de la práctica tradicional por los mismos motivos que los expresionistas (expresar un sentimiento y no una imagen) aborda una problemática más profunda, psicológica o biográfica, pero siempre en consonancia con el malestar existencial generalizado que se hará evidente en las primeras décadas del siglo XX. (La filosofía del danés Kierkegaard y el alemán Nietzsche, columnas vertebrales de la corriente existencialista, atravesarán también la producción de Munch).
¨El grito¨ óleo, temple y pastel sobre cartón de 91 cm x 74 cm (existen al menos cuatro versiones de la misma obra) fue pintado en París en el año 1893 en medio de un clima de gran efervescencia social.
Sobre un paisaje de Oslo de una gran belleza (actual parque Ekeberg) que el autor convierte en un lugar siniestro, una figura humana (hombre, mujer?) grita y se toma la cara en un gesto desesperado. El rostro recuerda a una calavera y el cuerpo está tan deformado como el espacio que lo rodea. Se halla de espaldas a barcos y edificios, muy cerca de la baranda de un puente que parece no tener fin. La soledad es absoluta. Unos pasos más atrás, se observan dos hombres de negro. Todo tiembla. El cielo rojo se confunde con el mar.
La fuente de inspiración, según el propio artista, fue una visión que tuvo en la ciudad noruega, a poco de que su otra hermana fuera diagnostica de un trastorno bipolar e internada en un instituto psiquiátrico en las cercanías de ese paraje:
¨Iba por la calle con dos amigos cuando el sol se puso. De repente el cielo se tornó rojo sangre y percibí un estremecimiento de tristeza. Un dolor desgarrador en el pecho. Me detuve; me apoyé en la barandilla, preso de una fatiga mortal. Lenguas de fuego como sangre cubrían el fiordo negro y azulado de la ciudad. Mis amigos siguieron andando y yo me quedé allí temblando de miedo. Y oí que un grito interminable atravesaba la naturaleza¨.
De esta visión nace una primera versión del cuadro que llama la desesperación. Pero insatisfecho con el resultado sigue trabajando hasta hallar la figura andró- gina, posiblemente inspirada en una momia peruana que se exhibió en la Exposición Universal de París en el año 1889.
¨El grito¨ en su versión definitiva es exhibido por primera vez en 1893 dentro de una serie titulada ¨Amor¨ ( seis piezas que representaban las distintas fases del idilio desde el enamoramiento hasta el final). La obra no es bien recibida por la crítica y es calificada de arte demente.
Años más tarde, el régimen nazi clasifica a Munch como un artista degenerado y ordena retirar todos los cuadros que el pintor exhibe en una exposición en Alemania.
Recién después de la Segunda Guerra Mundial ¨El grito¨ encontrará su destino de ícono cultural. En 1961 hace su aparición en la revista Times como portada de una edición dedicada a los complejos de culpa y ansiedad.
Entre 1983 y 1984, Andy Warhol, hace una serie de estampas de esta obra de Munch con el fin de convertirlo en un objeto de reproducción masiva. En adelante, la imagen del hombre andrógino, desagregado del paisaje o en él, comienza a reproducirse en toda clase de productos para ser vendidos: remeras, tazas, manteles, vasos, lápices, etc con lo que se desactiva su contenido.
Es de destacar que en el año 2012 y, más allá de los deseos de Munch, una de las cuatro versiones de la pintura que seguía en manos privadas es vendida en 119,9 millones de dólares, convirtiéndose en la obra mejor pagada de toda la historia del arte.
La versión más famosa se encuentra en la Galería Nacional de Noruega. Las otras dos en el Museo Munch, también en Oslo, todas bajo estrictas medidas de seguridad.
La pintura puede verse en todo detalle y colorido en distintas páginas de la web.