En el día de mañana miércoles 24 a las 20.30 hs. en la Librería «Cuento con Vos» (R.N.Poratti casi 25 de Mayo) las nuevejulienses Cecilia Impinnisi – Guadalupe Navarro – Verónica Paulucci procederán a la presentación del libro «Tres sobre Cuatro» con Prólogo de Adriana Romano; Diseño de tapa: Juan Eduardo Fassino, Editorial: Vuelta a Casa; Música y Canciones: Fernando Pisano
Prólogo
Una terna pitagórica consiste en una tupla de tres enteros positivos, el nombre deriva del teorema de Pitágoras. Las ternas pitagóricas suelen representarse como (a, b, c), tres números enteros que en nuestro caso llamaremos (i, n, p): Impinnisi, Navarro, Paulucci. Tres narradoras potentes, enteras, arrasadoras.
Y si para los antiguos el 3 es el número del universo, el 4 lo es de la experiencia, del plano físico concreto, porque 4 son los elementos que lo constituyen: el fuego, el aire, la tierra, el agua. Para los pitagóricos, el todo se expresa primero en el número, después en la palabra.
“Tres sobre Cuatro”, entonces, no es un libro matemático, es un libro de cuentos cuya estructura precisa habilita la voz diferente y única de tres narradoras que abren con su escritura, en cuatro relatos cada una, la experiencia temporal del fuego, el aire, el agua y la tierra, con una lupa puesta sobre la existencia.
Hay una poética que atraviesa estos 12 relatos, un territorio simbólico sobre el que se asientan las historias y se explicitan los conflictos, ese territorio es el cuerpo, campo de batalla en el que cada personaje combate en soledad con sus fantasmas.
En ese ámbito de violencia íntima, profunda, se expresa una sensibilidad articulada en cuerpos concretos que florecen en escamas, vómitos, urticarias, manoseos, temblores.
Escribir un libro a tres voces es una experiencia coral, el desafío de interpretar, cada una con su particular manera de decir, una misma melodía para que sea percibida como una pieza armónica. “Tres sobre Cuatro” logra ampliamente esa altura melódica y alcanza una voz colectiva, que a la vez recrea el paisaje narrativo de cada una de las tres escritoras. En ese cruce entre la música inaudible del texto y las historias de aflicción y esperanza, las tragedias personales tienen música de fondo y en el fondo de todas las músicas hay siempre una historia.
Con Cecilia Impinnisi se abre el libro y, con sus cuentos, los cajones cerrados de lo secreto y oscuro que no debe ni puede decirse, eso que se silencia y disimula aunque esté a la vista. “De la carnicería quedan solo las puertas. Hace calor, en la calle el silencio aturde. Es raro, pero me gusta que estén cerradas.”, dice la chica de “Ni una palabra” cuando regresa, después de muchos años, al escenario del crimen visto en la infancia. Niñas precoces, testigos de bocas clausuradas, el terror de saber, hombres abrumados, la locura y la muerte en un combo explosivo y silencioso.
¿Y qué ocurre cuando el cuerpo es el territorio donde la boca clausurada habla? Para eso están los cuentos de Guadalupe Navarro que escribe con el estómago, las piernas y las escamas sobre los estragos de una libertad imposible: “Valentina había nacido sietemesina y con problemas respiratorios, por eso los primeros años de vida y hasta quinto grado fueron difíciles. Entonces había sido una nena débil y enfermiza. Era flaca y de las más bajas del salón, de cabello rojizo con un mechón blanco del lado derecho, herencia de la familia paterna. La madre se lo teñía, pero a Valentina poco le importaba que se viera. A mí me daban ganas de tocárselo…”. Cuerpo territorio, mapa indispensable, brújula que nos conduce hacia el interior del conflicto para revelarnos cuál es la salida hacia la libertad.
Por detrás de esas dos voces altas, el tono hondo, grave, lo pone Verónica Paulucci que enlaza el dolor vital encerrado en el pasado. “El nudo está por debajo de la axila izquierda, el temblor en las manos no me impide desanudarlo y empiezo a desenroscar las vendas que cubren esta cicatriz que duele en el cuerpo y pide calma, las vendas pasan por mi espalda y cruzan por debajo del pecho que aún conservo.” Ese dolor no visto, no manifestado en su tiempo, funciona como caja de resonancia que abre el baúl de la memoria para sanarse en el alma y el cuerpo. Y, si todo texto plantea una pregunta, siempre implícita, los personajes de Verónica Paulucci son personas simples que preguntan y preguntarse puede ser inquietante.
Una niña pescado, una abuela loca confinada al rincón más oscuro de la cocina, una enfermera que confunde a un paciente con el viejo infame que la violó en la infancia son muestras de un caleidoscopio vital que se desgrana coral en esta tríada narrativa madura.
Con una estructura caleidoscópica que no desdeña el suspenso, «Tres sobre Cuatro» habla por las voces suprimidas. Voces cuya verdad silenciosa atraviesa el miedo para merecer, finalmente, la luz.
Adriana Romano