En estos días mucho se habló del episodio donde nuestro Presidente de la Nación se había enojado por una caracterización que realizan en el programa Showmatch sobre su figura. Me gustaría entonces hacer un breve análisis a nivel comunicacional del efecto que produce un error discursivo “arreglado” por otro peor.
El Presidente está en todo su derecho de enojarse o no gustarle la caracterización que realiza un cómico en un programa de televisión que justamente, es un show. Lo que quiero decir con esto es que ese programa está precisamente para eso, para entretener y por si fuera poco y dado el nivel de audiencia, para posicionar a políticos que aún no son muy conocidos o que quieren postularse para un puesto de mayor envergadura y necesitan popularidad. No significa de ninguna manera que la gente vuelque su voto en base a esto, pero sí, que hay personajes que la gente los conoce o al menos ubica sus caras, sólo por aparecer en ese programa. Vuelvo al punto. Macri puede enojarse, lo que no debería es hacerlo público, ¿por qué?, primero porque va en contra de su tan mentada “revolución de la alegría”. No se puede enojar con una satirización, alguien que pregona la alegría. A nivel discursivo sería, al menos, contradictorio (no olvidemos que hasta Prat Gay, su Ministro de Hacienda a casi todo su discurso le agrega la palabra “alegría” aunque su cara y el relato demuestren lo contrario -eso podría ser parte de mi próxima nota sobre la comunicación no verbal-).
Por otro lado, este episodio podría llegar a entenderse como un ataque a la libertad de expresión, discurso otra vez opositor al que dió en su campaña y que de hecho ,es algo que a nivel mediático viene llevando con éxito, salvo este extrabrupto. Pienso, que la entrevista con Morales Solá donde él expresa su enojo fue claramente un error. Pero un error groso y ni siquiera porque sea Tinelli quien tiene más audiencia y llegada que todos los programas de tv sino porque hasta hace unos pocos meses, él también participaba de ese show. Quizá tuvo un momento de debilidad que por supuesto puede pasarle. Son muchos temas importantísimos que tiene que resolver y claramente debe estar muy preocupado. Lo que sin dudas pasó luego de que toda la gente se enterara de esto por los medios y redes sociales -algunos a favor y otros en contra- fue que no sólo se desvió la atención de temas que realmente interesan como el tarifazo y la inflación u otros que son muy buenos y pasaron desapercibidos o al menos quedaron tapados por este escándalo como los ejes del plan nacional para la erradicación de la violencia de género.
Siguiendo con el título de esta nota y para darle un sentido. ¿Qué pasó después? Luego de que inclusive algunos funcionarios se engancharan en campañas como El hashtag #HoyApagonA Tinelli, seguramente quienes más saben de comunicación en el gobierno, le pidieron que se reúna con él, previa conferencia donde explicaron que no había tal enojo. Bien por ellos. Lo que se escapa a veces de las manos, a mí entender, es el final de estos arreglos apurados que en comunicación solemos llamarle “comunicación de crisis”. El encuentro hubiese sido óptimo si habría culminado con una reunión formal y la foto correspondiente. Se dan la mano protocolarmente y punto.
La foto caricaturesca cambiando sus caras, en un contexto de preocupación nacional a nivel micro y macro donde claramente está fuera de lugar, usando un programa como el snapchat cuyo uso masivo le dan chicos de entre 12 y 22 años, teniendo ambos más de 50 años y ocupando un puesto de tamaña envergadura como lo es ser Presidente de la Nación, no sólo que lo ridiculiza, -cosa que Tinelli vive haciendo inclusive sobre él mismo en su propio programa- sino que además claramente muestra quien tiene poder sobre quién. Ganó el juego Tinelli, claramente, ¿por qué? Porque el que se enoja pierde. –
Ana Inés Scandizzo- Magíster en Gestión de las Comunicaciones.