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lunes, diciembre 23, 2024

La dramática historia de la maratonista Erika Olivera

Rio Olympics Opening CeremonyLa abanderada de Chile en Río fue abusada por su padrastro
La maratonista chilena Erika Olivera, quien portó la bandera de Chile en el estadio de Maracaná, en la inauguración de los Juegos Olímpicos 2016, en Río de Janeiro, Brasil.
Olivera, de 40 años y cuya especialidad es la maratón, dejó en estado de shock a su país el pasado mes de julio cuando reveló que durante doce años, entre los 5 y los 18 de edad, sufrió los abusos sexuales continuados de su padrastro.
LA HISTORIA
La maratonista chilena Érika Olivera fue elegida por votación popular para llevar la bandera de su país en la apertura de los Juegos Olímpicos de Río. Sin embargo su camino no fue fácil.
En una entrevista con la revista Sábado, del diario El Mercurio, ella misma contó con detalles que fue abusada sexualmente y violada por su padrastro, un pastor evangélico, durante 12 años.
«Debo haber tenido cinco años la primera vez que me abusó. El dormitorio estaba empapelado con un papel mural rojo. Empezó mostrándomelo como un juego, con caricias y después fue avanzando. Esa primera vez no entendí lo que pasó, era una niña», explicó Erika Olivera, madre de cinco hijos.
Las violaciones, según su relato, ocurrían todos los lunes, cuando su madre salía a participar en actividades de la iglesia y ella volvía del colegio: «Era el día más horrible. Me acuerdo caminando hacia la puerta. Estaba sonada (perdida), nada más tenía que llegar y aceptar. Mientras yo no me pude defender él hacía lo que quería conmigo»
De la entrevista también participó Felipe, uno de sus hermanos, quien señaló que fue difícil crecer así, viéndolo todo. «Él se encerraba con Érika y sabíamos lo que pasaba ahí, lo vimos. Éramos chicos, pero debimos hacer algo. Mi mamá fue siempre muy sumisa a él», contó.
Cuando Érika Olivera cumplió 12 años, que ya practicaba atletismo, tuvo el valor para contarle a su madre el abuso que sufría. El padrastro se enteró y, bajo amenazas, la obligó a decirle a su mamá que era mentira lo que le había contado. Su mamá le dijo que «ojalá que fuera mentira, porque si era verdad, no iba a poder tener hijos ni familia».
A medida que crecía, que ya no podía ser sometida tan fácilmente, su padrastro comenzó a chantajearla: «Para ir a una carrera o salir a un entrenamiento, tenía que aceptar lo que él me decía (…), Si alguna vez oponía resistencia, no había plata para nada en la casa, no le pasaba plata a mi mamá.»
Pudo ponerle fin al calvario, pero contó que tuvo que «preguntar cuatro veces para que reconociera frente a sus hijos que me había violado» y que cuando dio el sí, optó por irse. Desde entonces no ha vuelto a ver a su madre, que junto a su padrastro se fueron a vivir a Pudahuel, un municipio en el otro extremo de la ciudad.
El final feliz de la historia llegó el pasado 21 de junio, cuando Érika Olivera recibió de manos de la presidenta Michelle Bachelet la bandera que portó en el desfile inaugural de Río 2016.
Dos días después, la medallista de oro en la maratón de los Panamericanos 1999 y bronce en Santo Domingo 2003, presentó una denuncia contra su padrastro, aunque está consciente de que será muy difícil lograr una condena. «No puedo hacer justicia con mis manos, tampoco judicialmente. La única manera de hacer justicia que me queda es contar la verdad», concluyó.

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