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sábado, noviembre 23, 2024

¿Eran otras “minas”, más minas aquellas?

crosacarlosPor Carlos Crosa
La sentencia del tango Tiempos Viejos, “eran otros hombres, más hombres aquellos”, tienta a la paráfrasis interrogativa que sirve de título, tras el ascenso a la leyenda, de la cantante, actriz y vedette, Alba Solís, el último arquetipo femenino, tal vez, de una tanguidad que ya no existe aunque dicha tanguidad siga teniendo presente y futuro.
Tenía un hermoso color de voz y había estudiado canto, pero ella privilegió la interpretación y el dramatismo por sobre el entrenado virtuosismo que eligió no lucir en aras de un modo de conceptuar.
De su filmografía, me quedó siempre en la retina la película Luna Park. Tengo para mí que sólo cantando como lo hacía pudo encarnar la heroína que respondía al prototipo de mujer con una femineidad poderosa en sí misma al punto de salir de la norma para marcar su territorio frente al entonces machismo dominante, y disfrutar del alma masculina.
En mi tiempo veinteañero era dable ser puesto “en peso y a la monta acostubrado” para decirlo con la metáfora turfística de otro de nuestros tangos, por parte de ese tipo de mujer sensual hasta el tuétano, maliciosa en defensa propia y dueña de una experiencia a regalar como quien convida de su pan, concesión precedida por una palabra que dolía a pesar del honor de su entrega, porque nos hacía sentir sobrados: “¡pibe!”.
¿Lo dirían desde una posición dominante, o sólo se trataba del pudor de ocultar sus misterios de mujer? Somera especulación ésta, ante una ausencia ahora tan cierta, como cierto es que no eran otras minas, más minas, aquellas, las de la generación de Alba, sino las mismas de hoy y de siempre, con otros códigos, tomados como posta, de mujeres como Virginia Luque, Nelly Omar, inspiradora del tango Malena, o Tita Merello y, por supuesto, Alba.

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