La Gobernadora de la provincia de Buenos Aires es la política argentina con mejor imagen a nivel país. Según los encuestadores varía entre 52 y 56%, supera al Presidente Macri que tiene alrededor del 48% luego de perder entre 6 y 8 puntos después de la sanción de la Ley de Reforma del Sistema Jubilatorio a fines del año pasado. También supera a la ex presidenta CFK que mide entre 20 y 25% a nivel país y alrededor del 35% de imagen positiva en el Gran Buenos Aires.
El estilo de Vidal es no confrontar, resistir y negociar. Durante el 2017 Vidal enfrentó un plan de lucha de los docentes con Baradel a la cabeza por más de cinco meses y al final terminaron arreglando por valores cercanos a los que ella proponía en un principio. Ha actuado con mano dura contra las mafias policiales y el narcotráfico lo que le costó tener que ir a vivir a una base militar. Le ha dado mucha importancia a la reactivación de la obra pública, fundamentalmente el plan hidráulico de la provincia para combatir las inundaciones, prácticamente paralizado durante el kirchnerismo.
Ultimamente tomó medidas impopulares como el aumento de la edad jubilatoria de los empleados del Banco Provincia y quiere recortar algunos de los beneficios exagerados que disponen algunos gremios, especialmente el docente. Sin embargo, todas estas medidas aparentemente impopulares parecen no afectarla en su aceptación por la mayoría de los ciudadanos. Algunos dicen que la gobernadora parece estar blindada.
En la campaña electoral del 2015 el ex gobernador Felipe Solá tratando de mostrarla débil, inocente e ingenua le puso el sobrenombre de Heidi. Hoy Heidi parece ser más fuerte que muchos políticos machistas.
Es la primera gobernadora de la principal provincia de la Argentina y posiblemente la más difícil de gobernar. En el 2017 convenció al Presidente Macri de devolverle a la provincia el fondo del conurbano bonaerense, ella y su equipo confían que con los 40 mil millones en el 2018 y los 60 mil millones en el 2019 podrá hacer obras suficientes para alejar la amenaza del retorno peronista a corto plazo al bastión que gobernó entre 1987 y 2015 y garantizar la reelección para el Pro a nivel nacional en el 2019.
Durante las tensas jornadas de fin de año, mientras se debatía la reforma jubilatoria, estuvo 17 horas ininterrumpidas en el Congreso Nacional en el despacho del diputado Monzó, dando aliento y bajando línea a propios y aliados. Ella es una de las principales espadas del Presidente Macri a quien conoce hace alrededor de 20 años. Tiene una personalidad carismática y fresca que casi todo el periodismo colabora en lucir. No le tiene miedo a los escraches y hace pocos días enfrentó en Mar del Plata a un piquete de bañeros que querían cortarle el paso a su camioneta. Se bajó, los enfrentó y logró convencerlos que ese no era el método. Hasta algunas figuras del kirchnerismo, como Gabriela Cerrutti, la elogiaron por ese comportamiento por lo que sus compañeros kirchneristas la criticaron.
Se maneja muy bien con el periodismo y en programas en vivo ha dejado de a pie a más de uno. Recuerdo en este momento a Brancatelli a quien dejó mudo en el programa Intratables antes de las elecciones nacionales.
Antes del 2015 casi nadie la conocía a pesar de haber sido Ministra de Desarrollo Social de la ciudad y pocos creían que podía ganarle la gobernación a Aníbal Fernández. La mayoría de los ciudadanos, cansados de los viejos políticos, pareció buscar otra cosa, una nueva política con otra imagen y ella representaba eso.
Hoy es presidenciable y si Macri se desgasta en estos dos años y cae mucho su imagen positiva seguramente el Pro decidirá como en el ajedrez, jugar la dama, sino su turno será en el 2023.
Eduardo Gallo Llorente
12 de Enero del 2018