El andador suele ser un elemento muy común en hogares con bebés. Su utilización nos remite a la idea de seguridad y libertad de movimiento, aunque en realidad son aparatos sumamente inseguros que limitan el desarrollo corporal y pueden exponer a los más chicos a situaciones peligrosas.
Así lo advierten desde el Colegio de Kinesiólogos de la Provincia de Buenos Aires (CoKiBA). Es que esos paseadores le quitan al niño la posibilidad de recorrer el espacio con su propio cuerpo y desarrollar la coordinación y la maduración de los músculos de la espalda, entre otras complicaciones. En el Colegio aseguran que según datos estadísticos de especialistas en pediatría, el índice de accidentes proporcionados por el uso de andadores alcanza hasta el 40% del total de lesiones y golpes en bebés. Las lesiones más habituales se encuadran en lastimaduras, quemaduras, fracturas y atrapamiento de dedos, entre otras.
“Es muy común ver en niños que han tenido la experiencia del andador, caerse fácilmente o llevarse cosas por delante”, aseguró la licenciada en kinesiología y Terapeuta en Neurodesarrollo, Carolina Gigante.
Es habitual creer que los andadores son portadores de seguridad a partir de que el bebé se acomoda en un espacio reducido del que no puede salir. Esta situación genera en los padres cierta tranquilidad, además de que permite que el niño se entretenga moviéndose libremente. Pero en la experiencia cotidiana ocurre que se trata de una estructura muy inestable que en cualquier movimiento puede voltearse con facilidad. Además el bebé logra alcanzar objetos que pueden ser muy peligrosos, desde elementos cortantes hasta pequeñas piezas que puede llevarse a la boca.
La Kinesióloga María Laura Torres, matriculada de Cokiba destacó además que: “En esta etapa colocar a un bebé en un andador, sería exigirle una actividad para la cual no está preparado. Sus piernas no tienen la fuerza suficiente para soportar el propio peso, entonces está obligado a caminar sentado o inclinando su cuerpo hacia adelante”. En el mismo sentido, Carolina Gigante aseguró que otro riesgo importante propio del andador tiene que ver con que el niño le genera la tendencia de caminar en puntas de pie, lo cual puede provocar acortamiento muscular y perjudica la posterior marcha y equilibrio.
Otro de los mitos que suele haber alrededor de este elemento tan utilizado tiene que ver con que facilita y estimula la maduración de la marcha, aunque el relevamiento de la mayoría de los casos suele reflejar lo contrario. Si bien el niño logra desplazarse incluso rápidamente, no es el andador quien le enseñará a caminar, ya que en esa acción el bebé no está sosteniendo el peso de su cuerpo ni desarrollando su equilibrio.
Las profesionales explican que entre los 6 y 9 meses el bebé logra mantenerse sentado, comienza a desplazarse, a arrastrarse y a gatear. Esta experiencia de estar en el piso mejora su equilibrio y sus reacciones de defensa y lo prepara mejor para llegar a pararse y lograr la marcha independiente. La utilización de andadores, saltea este paso fundamental en el desarrollo del niño. Por eso es importante que los padres le permitan al bebé adquirir estas habilidades para tener en el futuro mayor calidad y destreza de movimiento.
Por otro lado, es importante tomar medidas de precaución para prevenir accidentes, como obstruir el acceso a toma eléctrica, colocar puertas protectoras en las escaleras y evitar elementos punzantes como clavos o tornillos en las paredes, entre otros. (Prensa Cokiba Delegación 7)
Lic. Carolina Beatriz Gigante – MN 3751 MP 1049
Terapeuta en Neurodesarrollo BOBATH
Tel: 011 15 5660 9757
María Laura Torres – MN 4898 MP 4292
Terapeuta en Neurodesarrollo BOBATH
Integrantes del equipo de Estimulación e Intervención Temprana del Instituto Municipal de Rehabilitación de Vicente López Dr. Anselmo Marini.