[14 de octubre de 2009] Ayer se cumplió un nuevo aniversario del nacimiento de Calixto Menoyo, un religioso marianista que, durante varias décadas, formó parte de la comunidad del Colegio “San Agustín” de esta ciudad. Fue una figura, como educador, que dejó una profunda huella entre sus alumnos; tanto así que muchos aún lo recuerdan con gran cariño y hasta han creado un espacio en Internet donde recordar sus enseñanzas y pensamientos.
Hace varios años atrás, en julio de 2002, EL 9 DE JULIO publicó una semblanza biográfica sobre Calixto Menoyo, a partir de la colaboración de quienes lo conocieron. A continuación volvemos a editar algunos fragmentos de aquella nota, como un homenaje sincero a este gran maestro.
[El texto que publicamos a continuación, fue escrito, por sus autores, en la fecha antes aludida, cuando Calixto Menoyo aún vivía].
La Vida Consagrada es un don de Dios, a su Pueblo. El llamado a este estado de vida es, también, un regalo que Él hace a sus elegidos. Desde lo profundo del corazón, el vocacionado experimenta el amor del Creador, que acaricia su corazón y le llama a su servicio, por el Reino.
Hoy, en nuestra sección semanal, traemos la figura de CALIXTO MENOYO, religioso y educador marianista, quien ha experimentado esa vocación, el llamado a la Vida Consagrada. Lo hacemos, a través de los relatos de aquellas personas que, de un modo u otro, han formado parte de su vida.
UNA SEMBLANZA BIOGRÁFICA
(Por el R. P. Alfonso Gil, sm.)
El 13 de octubre de 1912, en un lugar rural de Alava (una de las tres provincias vascas del Norte de España), nació Calixto Menoyo. Ese primer aire campesino, puro y recio, lo empapó para toda la vida.
Adolescente de 13 anos inició la preparación para la vida marianista y fue, sucesivamente, postulante, novicio y joven religioso. Después del bachillerato hizo sus estudios universitarios en Zaragoza y Sevilla. Era esta última localidad andaluza tuvo como profesor nada menos que a Antonio Machado. Su titulo, tal como consta, es «Licenciado en Filosofía y Letras (Sección de Historia)».
Valencia (España) y Tetuán (Marruecos) gozaron de los primeros entusiasmos pedagógicos del joven Don Calixto. En 1947 llega a la Argentina. En Coronel Brandse (Provincia de Buenos Aires) forma a los jóvenes religiosos marianistas recién venidos también de España. En 1958 es adscripto al Colegio Marianista de Buenos Aires. En 1973 llega a 9 de Julio: casi 30 años de entrega total y fiel al San Agustín.
Don Calixto, o el señor Menoyo como ha sido llamado predominantemente, ha tenido siempre una fuerte conciencia de su propia identidad vasca, española, marianista, europea; pero sobre ella ha edificado su conciencia americana y argentina. Se siente hombre de ambos mundos. Y más, se siente hombre del mundo. Su buena memoria lo ha ayudado mucho a recordar con precisión datos históricos y textos poéticos que ha enseñado a memorizar a sus alumnos para gustarlos mejor. Ha huido, sin embargo, del
memorismo. A esto se ha añadido su inteligencia equilibradamente comprensiva y analítica y capaz de elaborar una crítica aguda y personal, a veces individualista. A una apariencia severa y áspera la acompaña, en la interioridad, una sensibilidad que lo acerca a la gente sencilla y necesitada. La justicia social ha sido uno de los puntos claves de su magisterio. Su tono sentencioso y severo llamaba al compromiso.
Sus exalumnos y exalumnas lo recuerdan con agrado y admiración. Muchas de sus sentencias y visiones de las realidades del mundo los han orientado en sus vidas. Los que hemos tenido la oportunidad de conocer los grandes criterios pedagógicos y educativos del Señor Menoyo recordamos bastantes de sus máximas que los condensan. Algunas las repetía en latín: «Non multa, sed multum» (No llenar la cabeza de multitud de conocimientos dispersos, sino transmitir conocimientos sólidos y básicos y repetirlos mucho y razonarlos mucho). «No almacenes, sino fábricas» (frase de J. Balmes que se interpreta: no memorismo, sino creatividad, iniciativa, responsabilidad).»Suaviter et fortiter» (Con amor y con exigencia al mismo tiempo). La letra con sangre entra, pero con la sangre del educador» (En contraposición a la pedagogía de la dureza con el alumno). «El alumno es persona y tiene familia, padres, hermanos, hogar» (El buen educador conoce y ama a la familia de los alumnos. Todos saben en 9du Julio que el señor Menoyo recorría los hogares). «El charco que separa a Europa de América es muy ancho» (El Atlántico que separa ambos Continentes marca diferencias profundas entre ambas orillas). «Hispanoamérica ha sido campo disputado por la libra y el dólar y con repercusiones económicas, políticas, culturales a lo largo de nuestra historia». «Las democracias, en realidad, no lo son mucho; sufren la tiranía oculta o visible de la fuerza, del dinero, de la demagogia». «Hay claves geopolíticas en el mundo que no cambian a través de los imperios sucesivos y que dictan la táctica y las estrategias de las políticas de la historia» (Había que ver al señor Menoyo ante un planisferio y con un puntero en la mano). «Sine effusione sanguinis non fit remissio» (El poner en marcha a una nación cuesta sangres, sudor, esfuerzo y lágrimas). «¡Argentinos: a las cosas!» (Repetía a Ortega y Gasset en su visita a la Argentina, en 1932).
Don Calixto Menoyo llega así a sus 90 años, en un acto y en un hábito de fidelidad a su vocación o llamado inicial a la vida marianista. No ha podido entender nunca el no ser fiel al compromiso adquirido a sus 17 años. Se ha sentido marianista siempre y así se siente ahora. Ha encontrado apoyo para ello en Dios, en María y en sus hermanos de comunidad. Su primera actividad diaria (¡después de abrir puertas y ventadas bien de mañana!) era hacer un rato de oración en la capilla de la Comunidad. Una vida así requiere todas las fuerzas humanas y toda la ayuda divina. 9 de Julio, cuyas calles y campos tanto recorrió el señor Menoyo, sabe valorar y agradecer.
EN EL COLEGIO MARIANISTA «SAN AGUSTÍN»
Llegó al Colegio San Agustín, como ya se ha referido, en 1973.Con su sabiduría, prudencia, empuje y entusiasmo, que hoy se agiganta al dar cuenta que en aquel entonces tenía 59 años.
Se brindó por entero a esta comunidad. Siempre estuvo aquí, viajando muy poco a Buenos Aires.
Solía ir a la Exposición rural y en febrero a Córdoba dónde disfrutaba del contacto con la naturaleza y con sus hermanos marianistas.
Desde el comienzo inició muchas relaciones: con sus alumnos y sus familias, con docentes a quienes visitaba asiduamente, especialmente en la fecha de cumpleaños, les ayudaba a estudiar a los que necesitaba y también otro tipo de apoyo. En muchos hogares le esperaban hasta no hace mucho tiempo para jugar a las cartas, a otros llegaba con su bolsa de limones y los frascos de miel.
En sus caminatas llegaba a los pueblos vecinos, encontrando en su camino a muchos que querían convencerle de subir a su auto, pero no lo lograban.
Todos los que le conocen y que tienen el regalo de compartir parte de sus vidas reconocen los buenos consejos y sus sabias reflexiones que nos repite sin cansancio:
– «Un educador debe amar lo que hace y sobre todo a sus alumnos sino que se dedique a otra cosa».
– «Enseñen pocas cosas pero bien».
– «Exijan pero amen al mismo tiempo».
– «No todo se tienen que ir a estudiar, hay que ir al campo».
– «El país se construye con trabajo».
– «Nuestros dirigentes deben tener honestidad y talento».
– «Traten de solucionar los problemas pacíficamente, eviten las peleas».
– «Mucho bla, bla: están enfermos de reunionitis. Las palabras se las lleva el viento y las obras quedan».
– «Cuiden a las personas».
Este último tiempo tiene algo especial para cada uno que le visita: todavía sigue DANDO.
SUS VERSOS, PARA GRAVAR EN EL CORAZÓN
Todos sus alumnos, recuerdan de modo especial aquellos versos que su maestro enseñó a gravar. Ellos, sin dudas son orientación para muchos, hoy:
Vida honesta y arreglada
usar de pocos remedios
y poner todos los medios
de no alterarse por nada.
La comida, moderada
ejercicio y distracción
no tener nunca aprensión
salir al campo
algún rato.
Poco ruido, mucho trato
y continua ocupación
UN MAESTRO TAN SABIO
(Por Florencia Mafferetti, promoción 1986)
Los que tuvimos a Menoyo como profesor seguramente coincidimos que definitivamente dejó una huella en nuestras vidas. Porque él nos enseñó desde la importancia de los puntos estratégicos del mundo, hasta que las raíces griegas y latinas están vivas en nuestro lenguaje; que los sistemas de gobierno son los mismos desde la época de César, y que la historia es como un péndulo que nunca descansa. Y que decir de las infaltables poesías, y de tantas cosas que aprendí en esos 5 años.
Pero yo estaré siempre agradecida porque él nunca quiso enseñarnos a repetir datos y fechas… él NOS ENSEÑÓ A RAZONAR, a interpretar la historia, a buscar y encontrar respuestas y sobre todo a desarrollar un pensamiento crítico.
¿Qué le diría a Menoyo HOY? Él lo sabe: que lo quiero mucho, y que yo, desde mi aula cada día trato humildemente de emular a ese maestro tan sabio.