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Nueve de Julio
jueves, noviembre 21, 2024

9 de Julio y dos frustrados proyectos ferroviarios

Por Héctor José Iaconis
No solamente fueron trazadas las líneas férreas que, realmente, pasaron por el territorio del Partido de 9 de Julio, permitieron, en gran medida la creación de las localidades a partir de la instalación de las estaciones. Hubo, en efecto, otros proyectos que, más o menos, fundamentados, llegaron a las cámaras legislativas, tanto nacionales como provinciales, solicitando autorización o una concesión para construir una nueva línea ferroviaria.
No referiremos aquí a dos casos, uno de los cuales recibió la anuencia del Estado para su ejecución y otro que, sin embargo, fue desestimado.
Ambos revelan el interés que existía, en la última década del siglo XX, entre algunos inversores para explotar el camino de hierro en el interior de la provincia de Buenos Aires, particularmente en aquellos distritos que contaban con una desarrollada producción agropecuaria.

DESDE CHACABUCO A 9 DE JULIO
Edson Webster Sutphen (1861-1950), con el tiempo, mentor de la «Compañía Sutphen de Lavaderos de Oro de Tierra del Fuego», constituyó una compañía que, en septiembre de 1889, presentó ante la Cámara de Diputados de la Nación un proyecto «para la construcción y explotación de una vía férrea que, partiendo del pueblo de Chacabuco termine en el de Nueve de Julio (Provincia de Buenos Aires)».
Sutphen proponía instalar una red de trocha ancha, con una extención aproximada de cien kilómetros. Los planos y estudios completos se presentarían a los doce meses de promulgada le ley de concesión de la línea y, la misma, quedaría habilitada al servicio en un plazo de dieciocho meses.
Una comisión especializada, entre cuyos integrantes se encontraba el conocido ingeniero Cristobal Giagnoni, dio el voto favorable; empero, el proyecto de ley nunca fue aprobado.
En la relación que efectuó la comisión subrayó «que a corta distancia del trazado de la línea solicitada, ha sido concedida por el Exmo. Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, otra línea que une 9 de Julio con la Estación Patricio, situada a inmediaciones de Chacabuco». En realidad se refiere a la estación San Patricio, perteneciente al Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico, ubicada en la localidad del mismo nombre, en el Partido de Chacabuco.
El estudio del expediente fue aplazado y el junio de 1891 se dispuso su archivo definitivo. De este modo, la idea de un ferrocarril desde Chacabuco a 9 de Julio se vio frustrada.

UN TRANVIA DESDE ZARATE A 9 DE JULIO
En la época en que Sutphen proyectaba la línea Chacabuco-9 de Julio, otros hacían lo propio con el anhelo de un tranvía a vapor y tracción a sangre, que uniera Zárate con 9 de Julio.
Miguel Manuel Terry (1842-1895) y su yerno Leopoldo Geremías Zamorano, se presentaron ante la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires solicitando una concesión una propuesta para «la construcción y explotación de una línea de tranvía a vapor y sangre que, partiendo del pueblo de Zárate, termine en el pueblo de Nueve de Julio, atravesando los partidos y pueblos de San Antonio de Areco, Carmen de Areco, Chacabuco y Nueve de Julio», con ramales que llegarían a Salto, Junín y Bragado, en tres secciones. Los ramales comprenderían una extensión de 122, 191 y 207 kilómetros, respectivamente.
El 21 de enero de 1890 fue sancionada la Ley que aprobando esta concesión, siendo promulgada por el gobernador Máximo Paz, el 25 de enero del mismo año.
La misma legislación disponía que fueran declarados de «utilidad pública los terrenos necesarios para la construcción de la vía y estaciones», los cuales debían ser expropiados.
Es probable que Terry y Zamorano hayan querido emular, en cierta medida, el “Tranvía Rural”, de Federico Lacroce, inaugurado unos años antes. Aunque, este recorría una distancia mucho más reducida, arrastrado por caballos y en zonas aledañas a la ciudad de Buenos Aires.
No podemos inferir cuál hubiera sido el impacto económico y social, para 9 de Julio, de haber contado con las aludidas líneas. Lo cierto es que hoy, la historia de estas fallidas aventuras emprendedoras, sólo vive en los documentos históricos.

FUENTES
– Federico Ketzelman-Rodolfo De Souza (comp.), Colección completa de Leyes del Estado y Provincia de Buenos Aires desde 1854 a 1929, tomo XI, pág. 653-654.
– Archivo de la Cámara de Diputados de la Nación, caja 64, exp. 334-P-1889.

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