Por Héctor José Iaconis
Muchas veces hemos referido acerca del inestimable valor de la fotografía como fuente documental de excelencia. Una imagen puede acercarnos al conocimiento histórico y servir como medio para la comprensión del pasado.
La fotografía que hoy ofrecemos en primer término registra, de manera tardía, la fachada del Colegio “Cavallari”, ubicado en la calle Hipólito Yrigoyen entre Bartolomé Mitre y La Rioja. Allí funcionó hasta 1951 aquella histórica casa de estudios (fundada en 1893) y albergó la tercera biblioteca creada en 9 de Julio.
En efecto, la Biblioteca que erigió Victorio Cavallari, desde su creación, tuvo un carácter popular. Si bien formaba parte del establecimiento educativo, sus puertas estaban abiertas a la comunidad y el acervo bibliográfico contenido en sus anaqueles disponibles para quienes deseen consultarlo.
«UN ACONTECIMIENTO PLAUSIBLE»
La Biblioteca del Colegio Cavallari fue fundada el 10 de septiembre de 1907 aunque, en rigor, don Victorio había comenzado algunos años antes a reunir las donaciones de obras impresas (1). Entre los asistentes al acto inaugural se encontraba el intendente municipal de 9 de Julio, doctor Tomás West, quien por esos días se hallaba enfermo; no obstante, no había vacilado en asistir considerando la gravitación que el acontecimiento constituía. La comunidad de 9 de Julio, entonces, no contaba con una biblioteca pública o popular; pues, la primera había desaparecido hacía algunos años y, la segunda, fundada por el Círculo Italiano, corrió análoga suerte.
La iniciativa de Cavallari de dar origen a esta biblioteca fue recibida con beneplácito por el vecindario.
West, en la ocasión, pronunció un discurso que ha llegado hasta nuestro tiempo. Entre otros conceptos, sostuvo que “inaugurar una Biblioteca, cualquiera que su importancia intrínseca sea, es siempre un acontecimiento plausible que debemos celebrar”. Asimismo, subrayaba que “ […] si ese acontecimiento tiene por génesis un rasgo de energía de un modesto pero meritorio obrero de la educación en nuestro pueblo, es más plausible aún porque, si bien es cierto que las ideas buenas malas abundan siempre, no ocurre lo mismo con los hombres capaces de hacerlas prácticas, traduciéndolas en hechos, como el que palpamos y aplaudimos”.
“Y debemos -anadía West- aplaudir con sinceridad y con conciencia al fundador de esta Biblioteca, porque con su habitual perseverancia ha sabido vencer la indiferencia del ambiente, para todo aquello que aunque pueda producirle beneficios no existe su interés, y a fe que no ha debido ser pequeña la buena voluntad del señor Cavallari, cuando ha podido presentársenos como resultado de ella el hecho práctico que celebramos” (2).
LA BREGA POR SU SOSTENIMIENTO
El 19 de junio de 1921, en una nota que enviaba al Congreso de la Nación, Victorio Cavallari explicaba los orígenes de la Biblioteca:
«Anexa -decía- al Colegio de mi dirección […] inauguré el año 1908 [sic], con la ayuda del vecindario, una Biblioteca Pública, con el nombre de ‘Biblioteca Popular’ (constando entonces de 1390 volúmenes) a la que traté de dar el mayor impulso posible a expensas del Colegio; pero a pesar de mi mejor buena voluntad, nunca he podido llevar a la práctica lo que era mi intención y es de necesidad».
En esa oportunidad, Cavallari, solicitaba una subvención de la Legislatura Nacional para la Biblioteca.
«Hoy -escribía el maestro en la aludida misiva de 1921- cuenta esta Biblioteca con 3000 volúmenes, de los cuales una parte considerable es donación de la Comisión Protectora de Bibliotecas Populares y dada su ubicación y la mejor disposición por parte del personal dirigente, podría ser de suma utilidad, pero carece en absoluto de recursos necesarios para llenar las aspiraciones de su fundador, relacionadas con la importancia de esta ciudad (una de las primeras de la línea del Oeste)».
«A fin, pues, de dar a esta institución amplia expansión popular e invocando el art. 5° de la Ley ‘Sarmiento’ solicita a este H. Congreso su valioso apoyo, rogándole quiera asignarle una subvención que permita llevarla a la altura de sus similares de otras ciudades», refería (3).
En este párrafo aludía, desde luego, a la mentada Ley de subvención a las Bibliotecas Populares, sancionada en 1870, por iniciativa de Domingo Faustino Sarmiento.
Esta vez, como otras, los ruegos el ilustre educador fueron desoídos. Empero, no dudó, pese a las dificultades, en sostener esta biblioteca que fue, desde luego, un antorcha de luz para el conocimiento en un pueblo aún promisorio.
UN LEGADO VIGENTE
El 20 de junio de 1936 fue fundado el Centro Estudiantil “Cavallari”. Enseguida, anexa a la biblioteca del Colegio, los integrantes del flamante Centro formaron una biblioteca que llevó el nombre de Florentino Ameghino.
El Centro contribuyó a engrosar aún más el fondo de la Biblioteca, sobre todo enriqueciendo con obras de referencia y de literatura juvenil.
El legado de la Biblioteca del Colegio “Cavallari” sigue vigente hasta nuestros días. Tras el cierre del Colegio, los volúmenes fueron donados a dos instituciones: la Biblioteca Popular “José Ingenieros” (4) y la Biblioteca de la Escuela Nacional Normal Superior. En estas casas como también en el Archivo y Museo Histórico “General Julio de Vedia” se conservan libros que pertenecieron a la Biblioteca del Colegio “Cavallari”.
De esta manera, gracias al esfuerzo inicial de Victorio Cavallari, aún hoy, nuevejulienses del siglo XXI, pueden recorrer las páginas de libros que pertenecieron a hombres y mujeres del siglo XIX (5).
NOTAS
(1) En abril de 1906 mientras se hallaba en conformación la Biblioteca del Colegio “Cavallari” arribaban distintas donaciones de libros realizadas por los vecinos. Muchas de ellas eran publicadas en la prensa, como una manera efectiva de acercarlos a la comunidad, para incentivar nuevos aportes y, de algún modo, para que los lectores interesados supieran donde acceder a ellos.
(2) El texto del discurso de West se encuentra publicado en el periódico “Estudiantina”, Año VI, No. 130, 9 de Julio, 6 de junio de 1943 [edición especial por el Cincuentenario del Colegio Cavallari].
(3) Archivo de la Cámara de Diputados de la Nación, Expediente 269/1921.
(4) En 1954 pasó a la Biblioteca Popular “José Ingenieros” una primera donación. Una década más tarde, la viuda del fundador, Amelia Durán de Cavallari, efectuó la donación de otros quinientos volúmenes, entre los cuales se encontraban las ediciones más antiguas.
(5) Nos ocuparemos más adelante de una joya bibliográfica que perteneció a la Biblioteca del Colegio “Cavallari” y que aún hoy puede consultarse en la Biblioteca Popular “José Ingenieros”.