Por Héctor José Iaconis.
Nuestros padres y abuelos, aquellos que habían transcurrido su infancia en 9 de Julio en las primeras décadas del siglo XX, recordaban con cierta nostalgia las gaseosas y refrescos que fabricaba la empresa de la familia Monteverde. Instalada, por espacio de varios lustros, en la calle San Juan y Río Paraná (hoy Eva Perón), esta sodería o “fábrica de aguas gaseosas”, tal como había sido denominada inicialmente(1) trazó una larga trayectoria comercial en la comunidad. Aquí recordaremos la parte inicial de su rica historia.
En efecto, esta sodería había sido fundada en 1903 por Andrés A. Monteverde, aunque la firma giró también como “Monteverde y Chiesa” (2). La instalación de la planta donde se producían las gaseosas había constituido un hecho transcendente para el floreciente pueblo (3), pues se trataba de un emprendimiento inédito hasta entonces, considerando la magnitud de la inversión que hacían sus propietarios.
Su mentor, Andrés Monteverde, había llegado a 9 de Julio a instancia de un tío suyo que estaba afincado desde hacía varios años. Nacido en Cañuelas el 5 de setiembre de 1865, era hijo de un inmigrante suizo. Aquí fue un hombre influyente en la sociedad. Cercano ideológicamente al gobierno municipal de turno, le fue propicio alcanzar un escarnio en el Concejo Deliberante poco más tarde.
LA INAUGURACION DE LA FABRICA
Una crónica periodística nos permite conocer algunos detalles acerca de la inauguración de la fábrica de aguas gaseosas, verificada el 15 de septiembre de 1903.
“La maquinaria –expresa el escrito de prensa- ha sido encargada a Inglaterra por intermedio de los señores Santos y Cía, de Buenos Aires, y es la máquina de fábricas de aguas gaseosas más perfecta que existe […], el solo nombre de su fabricante, Dan Rylands de Londres, es la mejor aseveración […]”(4).
Según el cronista, habían preferido “el sistema de producción automática del gas ácido carbónico por la misma máquina, en vez del sistema de ácido carbónico líquido […], pues este producto, residuo de fábricas de destilerías, a pesar de todas las precauciones que se toman, va siempre acompañado de gases extraños y nocivos”.
“En esta maquinaria –añade- se consigue el gas en un producto anti atmosférico donde, como es natural, al no penetrar el aire no es posible la infección”(5).
El agua para la elaboración era obtenida de un pozo semisurgente, siendo filtrada con el sistema “Berkenfel”, patentado pocos años antes. No era un dato menor aportar esa información, quizá poco trascendente para los vecinos del pueblo de entonces. No obstante, los “Berkenfel” eran valorados por muchos expertos. Andrew Wilson, médico en ese tiempo, en una curiosa publicación, aseguraba que “los filtros vendidos por Berkefeld Filter Co. Ltd., de Londres, eliminan todos los gérmenes del agua; aparatos completamente confiables que constituyen el ideal de la definición sanitaria de un filtro verdadero, uno que produzca un suministro de agua libre de gérmenes «(6).
“La saturación –asegura el periódico “El Porvenir”- tiene lugar en un aparato plateado interiormente, libre […] de toda contaminación de metales dañinos y es así el sistema de saturación del gas tan perfecto, que se calcula que el agua contenida en un sifón ha recibido mil veces su volumen de gas…”(7).
Antes de inaugurar sus modernas instalaciones, Monteverde, instaló también un artefacto proveedor de gas para iluminación.
LA BOLITA
Desde luego, entre los productos que desarrolló Monteverde, su gaseosa “bolita” fue la que transcendió los remotos umbrales del tiempo. En rigor, este refresco o agua carbonada tuvo otras denominaciones comerciales pero, especialmente para los niños de entonces, el nombre corriente era “bolita”, aludiendo al característico envase en el cual era embotellada.
Se trataba de la legendaria botella de vidrio de “cuello Codd”, hoy caída en desuso que traía en su interior una bolita que servía de tapón. El cuello del envase contaba con una disposición especial, teniendo como elementos esenciales una bolita de vidrio y una arandela de goma.
Al ser rellenadas en forma invertida, merced a la presión del gas, la bolita subía, por así decirlo, hasta la arandela para tapar la botella, sellando los gases en su interior. Debido al diseño de la botella, toda vez que se deseaba servir la gaseosa, la inclinación de la misma hacía que la bolita se desplace y permita salir el líquido.
El diseño de la botella, con una pequeña recamara, garantizaba que la bolita no obstruyera el cuello al servir.
Los niños con menores recursos de aquella sociedad nuevejuliense, tan lejana a nosotros en muchas particularidades, se las ingeniaban, la mayoría de las veces infructuosamente, para quitar la bolita de la botella y usarla para jugar. Indudablemente, en esta acción, el corolario era obtener la bolita rompimiento del envase.
Monteverde fabricó sus gaseosas y sodas con las marcas “Rylands” y “Water” y fue agente oficial de “Pilz”. Asimismo, incorporó otros productos: licores y vinos nacionales e importados, masas, caramelos, confites y dulces y, como no podría ser de otra manera, una interesante variedad de cervezas (8).
Con el correr de los años, la sodería de Monteverde fue ganando popularidad en 9 de Julio. Su producto, la gaseosa “bolita”, que furor en aquellos primeros decenios del siglo pasado fue subyugada por otras marcas nacionales o internacionales que fueron ganando terreno en la comunidad.
NOTAS
(1) Cfr. «Boletín Oficial de la República Argentina», año XXI, N° 5756, Buenos Aires, 10 de marzo de 1913, pág. 189 y año XXII, N° 6105, 12 de mayo de 1914, pág. 261.
(2) «Boletín Oficial de la República Argentina», 12 de mayo de 1914, loq. cit.
(3) Periódico “El Porvenir”, año IX, N° 934, 9 de Julio, 13 de septiembre de 1903, pág. 3.
(4) “El Porvenir”, N° 935, 17 de septiembre de 1903, pág. 1.
(5) Ibidem.
(6) Eustace A. Reynolds-Ball, Practical hints for travellers in the Near East. A companion to the guide books, London, E. Marlborough & Co., 1903, pág. 22.
(7) “El Porvenir”, 17 de septiembre de 1903, loq. Cit.
(8) Periódico “La Comuna”, año I, N° 19, 9 de Julio, 20 de junio de 1907, pág. 3 y “El Luchador”, 9 de Julio, 25 de mayo de 1910 (edición especial).