Por Héctor José Iaconis.
La infancia de Domingo Faustino Sarmiento, el notable educador y una de las figuras más prominentes de la América ilustrada, ha sido ampliamente estudiada. La vida humilde junto a su madre y la vivienda donde nació, en San Juan, es una memorable proeza que, generación tras generación, viene transmitiéndose a los niños en las aulas.
En el patio central de la casa natal de Sarmiento se yergue una higuera donde su madre, Paula Albarracín, realizaba sus tejidos y el gran maestro, en la primera infancia, leía sus primeros libros. Esa higuera ha sido preservada como uno de los árboles más preciados de nuestra historia nacional.
UN RETOÑO EN 9 DE JULIO
Si bien en 9 de Julio existieron varios retoños de la histórica higuera sarmientina –y, de hecho, los hay en la actualidad-, el más antiguo había sido plantado en el patio de la Escuela N° 24 “Ricardo Gutiérrez”. Fue, en efecto, el primero de que se tenga registro, en ser cultivado en esta ciudad y ello fue posible merced a las gestiones realizadas por Antonio Aita.
El 29 de abril de 1952, Aita, había asumido el cargo de Diputado ante la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires. Un par de años más tardes, mientras realizaba un viaje por las provincias del Norte Argentino, visitó San Juan. En esa ocasión gestionó la donación de tres retoños de la higuera.
El 15 de julio de 1954, Juan Conte-Grand, interventor del Museo Histórico y Biblioteca “Sarmiento” (tal era su denominación entonces), envió una nota a Antonio Aita, en los siguientes términos: “De acuerdo con sus deseos, con el correo de hoy le han sido despachados tres gajos de la ‘Higuera de Sarmiento´, uno de los cuales, según dice usted, será colocado en el patio de la Escuela N° 24 de esa ciudad”.
Un hecho curioso aconteció cuando fueron enviados esos gajos. Un oficial del Museo de San Juan, Germán Morales, tuvo a su cargo la preparación de la encomienda con destino a 9 de Julio. En lugar de colocar los tres ejemplares puso cinco y, en una tarjeta de visita, con apresurados trazos manuscritos, le anotó al destinatario: “no diga que le puse más de la cuenta”.
El cajón con los gajos llegó a 9 de Julio y, enseguida, la higuera fue plantada en el patio de la flamante escuela.
UNA SOMBRA PARA LOS NIÑOS
Con el correr de las décadas, la higuera se transformó en un símbolo en el patio de la escuela. Bajo su sombra cobijo a cientos de niños que pasaron por las aulas de la centenaria escuela.
Con la finalidad de poner a resguardo el ejemplar, el 10 de septiembre de 1986, en un acto conmemorativo por el Día del Maestro, fue inaugurada una estructura de protección que consistía en una especie de cantero. En aquel acto, celebrado en horas de la mañana, se contó con la presencia las autoridades oficiales de entonces, encabezadas por el intendente municipal de turno, Abel de la Plaza y el comisario de Policía, Hugo Guimeraez.
Como parte del programa, fue descubierta una placa recordatoria y bendecida la higuera. Asimismo, pronunciaron sus discursos, la directora de la Escuela, María Isabel Alvarez Mesquida y Estela R. Manfredi Aita, docente en el mismo establecimiento y sobrina de Antonio quien, por razones de fuerza mayor, no había podido estar presente.
LA AUSENCIA DE LA HIGUERA
En los primeros años del siglo XXI se comenzó a observar el deterioro paulatino del árbol que, al parecer, fue inevitable. En una nota que publicamos hace unos diecisiete años atrás, nos referíamos al aciago destino que esperaba al ejemplar, que había caído, vencido por los años, la excesiva humedad del suelo y los agentes patógenos que coadyuvaron en su detrimento.
Hoy, donde se hallaba la emblemática higuera, hay un patio embaldosado. No obstante, en la memoria de muchos se guarda viva la imagen de aquel árbol de ayer: el primer retoño de la histórica higuera sarmientina que tuvo 9 de Julio.
Fuentes
– Archivo Personal de Antonio Aita, conservado en el Archivo de Publicaciones Periodísticas de Diario EL 9 DE JULIO.
– Archivo de la Escuela N° 24: Carpeta con la Historia de la Escuela.
– Diario EL 9 DE JULIO, 10 de septiembre de 1986.