[24 de octubre de 2009]
-Locutor y docente, toda su vida estuvo ligada al teatro.
-Como director de la obra ‘La noche de la basura’, obtuvo innumerables premios regionales.
-Desde hace más de dos décadas, enseña lo que aprendió con grandes maestros en talleres de teatro, y tiene varios proyectos.
Santiago Hernández nació en General Rodríguez, provincia de Buenos Aires, “de casualidad, porque la familia de mi padre era de Mercedes, en realidad soy mercedino. Muy chiquito, me fui a vivir a La Plata, donde transcurrieron casi 30 años de mi vida”, resume.
En esos años, se hizo como persona y como artista. Pero su mejor recuerdo se lo lleva el teatro, “empecé en el teatro un poquito antes de los seis años, gracias a mis hermanos más grandes, que organizaban obras, las escribían, las hacíamos en mi casa, que era muy grande. Organizábamos las sillas, se cobraba una entrada, y venían del barrio a la obra. Nosotros teníamos un papelito donde no molestásemos”, recuerda.
Después pasó la escuela y los talleres de teatro, “y el cine”, comenta, al que llegó mediante la música. “Yo cantaba en un coro infantil, y el director del coro, un director muy conocido de La Plata, Costamagna, me llamaba para hacer extras en distintas películas, algunas conocidas, otras no tanto. Y los chicos de la Escuela de Cine de Bellas Artes, nos tenían anotados en una especie de agencia, y nos llamaban para hacer los cortos que necesitaban para su carrera, sobre todo para las tesis. Algunos fueron premiados en Alemania, Japón, otros no los vi nunca”.
Al teatro, el cine y la música, le agregó un paso a la locución, que se dio naturalmente. “La locución la empecé a los 14 años de casualidad, en un programa que se llamaba ‘Música oral’, en Radio de Mercedes, cuando faltó un periodista del noticiero, me senté a leer, porque no había otro, y no me moví más de una radio, estuve vinculado hasta hoy con la locución” relata. “Después, los que trabajábamos en radio podíamos ir rindiendo los exámenes de locutor. Rendí el local, el provincial, y después el nacional, inclusive junto con Sergio Rossi, en las épocas de La Plata, y de estudiante”, evoca.
Un aprendizaje de toda una vida
Más allá de algún impasse en el teatro, siempre estuvo vinculado a las tablas, en un aprendizaje constante, de muchos años y de distintas fuentes.
“He aprendido de muchísimos maestros, en muchísimos talleres en Buenos Aires. A la Escuela de Teatro de La Plata fui un tiempo, para formalizar la carrera que estaba haciendo, en un momento en que no te dejaban trabajar en ninguna producción, hasta que no estuviese en el último año. Yo trabajaba en teatro, trabajé para la Comedia, de la provincia. Y opté por seguir con mi trabajo de teatro, y no ir a la escuela” explica.
Pero después vinieron los talleres. “Aprendí de gente como Lito Cruz, China Zorrilla –que nunca enseñó teatro, simplemente conversaba de teatro, y eso era una enseñanza tremenda- de Norman Brisky, Guillermo Battaglia, la Escuela de Federico Luque, Víctor Manso, y talleres particulares en Buenos Aires y La Plata, todos los que pude”, asegura.
Un maestro para 9 de Julio
Se estableció en 9 de Julio a los 30 años, “casado y con mi hijo mayor, Manuel”, cuenta. Comenzó a trabajar, al tiempo en que continuaba con sus antiguas actividades artísticas. “Con mis actividades de teatro y locución, tenía permanentemente contacto con La Plata, así que viajaba hasta hace muy poco a cubrir notas y espectáculos que quedaron pendientes de tiempos históricos, como Radio Provincia, donde estuve muchos años”.
Y desde hace varios años vuelca lo aprendido en teatro, en talleres para diversas edades. “Los talleres empezaron hace más o menos 20 años. Un día abrí un tallercito con chicos, y así fui repitiendo, después estuve muchos años en la tercera edad, y ahora vuelvo con los talleres para adultos, por una sencilla razón de horarios. Ahora nos fuimos al CPA, los martes de 19 a 20.30 horas, en un taller totalmente gratuito”, indica.
Pero su actividad fue más allá, en presentaciones de gran éxito. “Participé en todos los regionales de esta zona, con una obra que hicimos hace unos años, estuvo 7 años en cartel, bajo mi dirección, con Jorge Pereyra y Marta Ormaechea, ‘La noche de la basura’, de Beto Gianola, con la que tuvimos más de 14 premios. Fue el broche de tantos años de trabajo”.
Nuevos pasos
Profesor de Educación Estética, Santiago Hernández trabaja como administrativo en el Consejo Escolar y es Director de la Escuela Secundaria Nº 3 de Patricios, el pueblo del teatro comunitario, “creo que es la expresión popular más genuina que existe en el teatro”, comenta. Tiene cuatro hijos, Manuel (23), Fermín (20, estudiante de Educación Física), Dolores, de 9 años, y Felipe, de uno y medio.
A sus 54 años, cuenta que “tengo casi 50 trabajando en el teatro, o con el teatro”.
Después de tanto tiempo, y a pesar que también divide su tiempo entre el trabajo y la familia, lejos de quedarse con lo ya hecho, siempre proyecta nuevos pasos sobre un escenario. “El teatro siempre está presente. Ahora mismo, después de 18 años en que no subo a un escenario, porque dirijo, estamos por preparar una obra, y me subo a un escenario. Y eso me trae un poco de adrenalina”, admite con satisfacción.
Y cuenta que “esta obra que estamos haciendo ahora, que no sé si vamos a estrenar, es un grupo que se formó a partir de un taller de teatro con una asistencia técnica que vino de La Plata, de Rafael Garzaniti, y quedó un grupo que representa a cada grupo de teatro que hay en 9 de Julio. Por eso nos vamos a llamar ‘Los refundados’, porque se vuelve a fundar un grupo de teatro, donde somos todos directores, prácticamente”.
Una movida cultural importante
Otra cosa que lo entusiasma es el movimiento cultural de 9 de Julio. “Hay mucha actividad cultural. Estos últimos años hay una cosa tras otra”, se entusiasma. Y rescata, por citar dos ejemplos, “el esfuerzo de ‘La Esquina, Arte y Cultura’, a pulmón, que trae espectáculos de primer nivel. El Rossini también, que con la máquina nueva del cine se escucha y se ve perfecto. La gente del Rossini ha dejado el teatro impecable, sin fin de lucro, lo que recaudan es para poner en el teatro y traer producciones”, elogia. “Y la prensa nuevejuliense es fantástica, porque está siempre apoyando las actividades culturales”.
Todo esto lo lleva a concluir que se puede hacer algo realmente grande, que sirva como referencia de la ciudad. “Hay mucho movimiento, aunque me parece que habría que sistematizarlo un poco, ponernos de acuerdo, hacer un calendario de actividades. Yo insisto en lo de teatro, porque todos los pueblos del interior tienen una semana o un mes de teatro. Acá está Agosto a Todo Teatro, del grupo de Cáritas, pero yo prefiero encuentros, con gente que venga de afuera, como ‘La semana del teatro’ en Bragado, ahora está la de Rojas… cada ciudad tiene un encuentro, y nosotros no. Es difícil, pero no imposible” asegura.
“Hay gente que se destaca a nivel nacional, músicos, actores, artistas plásticos, hay mucho potencial. Y a ese potencial habría que canalizarlo, tener algo sistemático, dentro de la informalidad, lo formal. Tener un movimiento cultural más amplio”, explica.
Y considera que para ello “tenemos que aprovechar todo, el nivel político, cultural, social, la potencialidad que hay en el pueblo, y la solidaridad. Este es un pueblo donde siempre, al final de la calle, hay alguien que te da una mano, y esos valores tenemos que rescatarlos”, afirma.
Palabras finales
El arte, y en su caso el teatro, es una cosa seria. Así lo concibe Santiago Hernández, un nuevejuliense adoptivo que decidió traer lo aprendido por algunos de los mejores maestros del país, para desarrollarlo en enseñanzas que van más allá del teatro mismo. Enseñanzas que también tienen que ver con la solidaridad, el trabajo conjunto, la cultura concebida como una referencia de las sociedades, y el arte, una actividad de unión de los pueblos, al alcance de todos.