Por Héctor José Iaconis
A comienzos de la década de 1930, el ejercicio de la medicina en 9 de Julio estaba centralizado fundamentalmente en dos dimensiones: la atención particular de los enfermos que brindaban los médicos que por entonces tenían residencia permanente en la ciudad (doctores Roque Castua, Felipe Cantón, Vicente Del Giudice, Juan B. Ormaechea, Vicente Platero, Martín Puyade, Alfredo García Robín, Pedro San Martín, Pablo A. Subirá y Cristian de la Fare, Rogelio Rivero, entre otros); por otra parte, la labor asistencial se encontraba a cargo del Hospital de la Sociedad Protectora de los Pobres (Hospital Zonal de Agudos “Julio de Vedia”).
Puede afirmarse que la situación por la que atravesaba 9 de Julio, en materia de medicina, se asemejaba a la realidad de otros centros urbanos del territorio bonaerense. En la década de 1930, tal como lo sugieren Virginia Galcerán, René Longoni, Juan Carlos Molteni e Ignacio Fonseca, «salud pública en la provincia de Buenos Aires, a mediados de 1930, se caracterizaba por la escasez de hospitales públicos (establecimientos asistenciales con cierto grado de complejidad), carencia de atención médica especializada en muchas localidades del interior bonaerense, rápida difusión de las enfermedades infecto contagiosas que, sumado a la reducida disponibilidad de recursos económicos y a la ausencia de un plan integral orientado a la profilaxis de las enfermedades, incrementaba la gravedad de la situación” [“Gobernación Fresco: La Salud Pública en la Provincia de Buenos Aires (1935/1940)”, en Décimo Congreso de Historia de los Pueblos de la Provincia de Buenos Aires, Coronel Suárez, Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires, 2005. CD RO (Publicaciones del Archivo Histórico “Dr. Ricardo Levene”, La Plata)].
En la ciudad aún no existían de sectores privados para la atención médica, sino hasta entrada la dñecada de 1930 en que habrán de fundarse el Sanatorio Oeste y el Sanatorio 9 de Julio, respectivamente. Las internaciones debían realizarse exclusivamente en el Hospital. Ciertamente la situación se hacía más compleja para los médicos, si se tiene en cuenta la estigmatización social que para algunas personas generaba la encarnación en un establecimiento que, desde hacía bastante tiempo, se los denominaba “de los Pobres”. Cabe indicar que, algunas décadas atrás, había funcionado en la ciudad un hospital que pertenecía a la Sociedad española de socorros mutuos, pero ya para 1922 había cerrado sus puertas.
EL HOSPITAL PUBLICO
En el término de las dos primeras décadas del siglo XXX, el Hospital, merced al aporte de la comunidad y de la institución que lo había gestado, recibió un significativo impulso, sobre todo en el orden de la transformación edilicia de que fue objeto en los años 1923, 1925 y 1928. Para advertir el grado de transformación que había recibido el Hospital de 9 de Julio, compárese la estructura que el hospital poseía en la década de 1930, con la infraestructura con que estaba dotado en 1914, para ello puede consultarse el Tercer Censo Nacional (levantado el 1 de junio de 1914) [Buenos Aires, Talleres Gráficos de L. J. Rosso y Cía., 1917, tomo X, págs. 532 y 544]. A comienzos de 1930, el aludido nosocomio, estaba compuesto por ocho pabellones para enfermos y dependencia de curación y administración. A través de un amplio corredor central se desplazaban dos salas de clínica y dos de cirugía para hombres; una sala de clínica y una de cirugía para mujeres, el quirófano, la sala de maternidad, dos salas de curaciones u operaciones menores, un laboratorio de análisis químicos y una sala de rayos X. Además, completaban el edificio, algunas piezas con dos y cuatro cama, destinadas a aquellos pacientes que podían costear una internación rentada; la farmacia, la casa de la comunidad religiosa, el departamento de empleadas, la cocina y despensa, dos sótanos, un departamento para pensionistas, la ropería, un consultorio de Odontología y el denominado “Preventorio antivenéreo”.
Desde el estado municipal las medidas sanitarias eran relativamente acotadas, siempre limitadas a los escasos recursos financieros que podían disponer. No obstante ello, en 1929 la Municipalidad de 9 de Julio había donado al Hospital un importante instrumental de cirugía, especialmente destinado para las intervenciones en traumatología. Por entonces también había sido creado el Servicio Obstétrico municipal y se habían designado la primera parte de las adscritas al mismo.
Ciertamente, la suerte de ese servicio de obstetricia municipal habría de ser poco favorable. Los sucesivos cambios en las administraciones y, sobre todo, la injerencia política-partidaria de sectores enfrentados, generaron una discontinuidad en la tarea de las parteras rentadas por la municipalidad. Recién en 1942 habría de restablecerse el servicio.
En 1933 fue creado un puesto de odontólogo, para la atención de los enfermos pobres, otra medida municipal de continuidad relativa.
MEDICINA SOCIAL, UN CONCEPTO NOVEDOSO
La concepción de una medicina social comenzaba a forjarse en la cosmología de los médicos jóvenes que se establecían en 9 de Julio. Se trataba, pues, de una medicina que consideraba a la comunidad como un todo, que evaluaba la salud a partir de otros componentes determinantes, tales como la cultura y la sociedad; y el uso de la epidemiología como método para la evaluación de los determinantes de la salud y su cuidado; y la provisión del cuidado a la salud por medio del trabajo integrado e interdisciplinario de equipo.
Si bien, a comienzos del siglo XX se observaban en la Argentina, en algunos casos aislados, una integración entre la atención clínica y la salud pública, como preludio de una medicina social, el mayor impulso fue cobrándose a partir de la década de 1940.