Anoche, cuando el sol ya había caído, se apagaba la vida de Marcelo Gentile. Hijo de la docente María Inés Carassai y del recordado transportista Pelusa Gentile.
Marcelo era el menor de tres hermanos, Martín y Ana María eran sus hermanos a los cuales él admiraba. Tenía siete sobrinos: Emiliano, Lucas, Dolores, Valentino, Benjamín, Ayelén y Katya, a los que amaba; además de sus sobrinas políticas y sus sobrinos nietos Thiago y Sebastián. Así se componía su amada familia.
Marcelo, o “Perita” como lo llamaban algunos amigos y compañeros de la escuela, había terminado sus estudios secundarios en la Escuela de Educación Técnica N°2. Era un muchacho muy querible y apreciado por la comunidad de 9 de Julio. Servicial, solidario, se interesaba por las cosas de su ciudad. Muy observador y memorioso. Con él se podía conversar de distintos temas porque estaba muy bien informado y actualizado.
Quería para su 9 de Julio lo mejor, estaba al tanto si había un caño roto que perdía agua, o si el pavimento o veredas estaban rotas. Se preocupaba por la velocidad de los automóviles y motos, se enojaba ante un acto de injusticia.
El 9 de Julio lo contó entre sus amigos preferidos, nos ponía en conocimiento con un comentario o una foto de lo que ocurría por las calles de la ciudad que él recorría diariamente.
Desde hace varios años se dedicaba al pago de impuestos o a ir al banco, traer alguna receta de medicamentos y otros mandados. Esta tarea que él realizaba con tanta responsabilidad y eficiencia, le abrió las puertas de oficinas públicas y lugares de cobranza donde él trataba con mucho respeto y a su vez ese respeto recibía de todos.
Todos lo querían. Nunca estaba apurado, recorría calles y calles donde recibía el cariño constante. Y eso mi amigo, mi querido amigo Marcelo, se lo ganó solo. Se lo ganó solo por su trato cordial, por su honestidad, por su eficiencia, y sobre todas las cosas porque era un muy buen muchacho, que recién había cumplido hace unos días sus 50 años.
Por eso duele tanto decir que Marcelo desplegó sus alas y se elevó junto al Señor y a María, por eso duele decir que ya no veremos por las calles su figura moverse a paso tranquilo y con esa disposición siempre a mano para mantener una amena charla.
Te extrañaremos Marcelito! Te buscaremos y encontraremos tu hermoso recuerdo, tu lección de vida, donde nos enseñaste que para ser feliz lo único que sirve es amar al otro, es solidarizarse con el otro, es servir y ayudar al otro.
Así viviste vos, así fuiste feliz , así te recordaremos. Por algo hoy un pueblo te llora, pero te puedo asegurar que quedaste prendido en el corazón de quienes te conocimos.
Enviamos un abrazo a Marisa, tu gran mamá y a toda tu familia.
Descansa en paz Marcelito! Siempre en mi corazón.
Estela.