Las estructuras partidarias ya no suponen un lugar cómodo para la juventud. La polarización, la eterna riña y el incesante “sube y baja” de las mismas fuerzas de siempre, generan desconfianza, desinterés, y en algunos casos una fuerte inclinación al anarquismo, en consecuencia, al hartazgo de un sistema cíclico y poco eficaz.
Son minoría los jóvenes que hoy se interesan por la militancia política, porque esta trae consigo un encasillamiento partidario inevitable. Al no tener opciones “apolares”, los jóvenes se frustran y bloquean el pensamiento político casi de una manera inconsciente y automática. No es casual que, en un grupo de diez amigos, solo uno manifieste una inclinación partidaria bien marcada, y el resto no muestre el más mínimo interés sobre el tema.
Los jóvenes de hoy sabemos que discutir sobre blanco o negro, es parte de una tendencia que está quedando relegada. Traemos con nosotros una filosofía de vida que, en contraste, no ignora el amplio abanico de grises. Comprendemos que en la sociedad existe la diversidad en todos sus aspectos, y no solamente apostamos a esta, sino además confiamos en que es el camino a un futuro más próspero.
No sé en cuanto tiempo, quizá nadie lo sepa, pero la figura partidaria en nuestra sociedad tiene fecha de caducidad. Esto no significa una especie de “crisis política”, sino más bien, una suerte de evolución en la demanda política.
Las nuevas generaciones ignoramos la dicotomía, porque está en nuestra naturaleza hacernos cargo de todo lo que esta ignora. Ser pluralistas, comprensivos, inclusivos, y aceptar el ocaso de estos modelos, nos ayudará a establecer consensos para construir una sociedad justa, próspera, con mejores perspectivas y mucho más genuina.
El futuro se construye día a día, y lo que hoy parece una simple utopía, seguramente mañana sea una realidad. Solo depende de nosotros.
Braian A. Laxagueborde