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Nueve de Julio
jueves, noviembre 21, 2024

Un accidente automovilístico ocurrido en 1923

Por Héctor José Iaconis

Los accidentes de tránsito que, en nuestros días, resultan tan frecuentes en 9 de Julio, no lo eran  un siglo atrás. Desde luego, un parque automotor reducido, la proliferación mucho mayor de carruajes con tracción a sangre y un radio urbano bastante más acotado, entre otros aspectos, contribuía para que, el choque de dos vehículos no sea habitual.

Afortunadamente, algunas fuentes primarias nos permiten acceder a los registros de aquellos tempranos accidentes de tránsito acontecidos en el primer decenio posterior a la aparición del primer automóvil en el pueblo. Estos recursos documentales aportan sustanciosas referencias acerca de las características de esos siniestros y sus consecuencias.

Hoy nos ocuparemos de uno, acaecido el 9 de agosto de 1923, en la intersección de las avenidas Bartolomé Mitre y General Vedia.  En efecto, siendo alrededor de las 20:30 horas, desde la esquina de Mitre y Libertad había partido una jardinera (carro de cuatro ruedas), tirada por un caballo. Llevaba los elementos necesarios para armar una capilla ardiente, es decir, un velatorio en un domicilio particular. Cabe recordar que, en esos años, era costumbre que a los difuntos se los vele en su casa.

Al llegar a la intersección de las avenidas indicadas, la jardinera colisionó con un automóvil, marca “Ford”. Ambos vehículos pertenecían a dos conocidas firmas comerciales de la ciudad: la jardinera, que en ese momento conducía Pablo Kirchner (hijo) era propiedad de la empresa de pompas fúnebres de Francisco Vita (cuya sede, precisamente, se encontraba en Vedia y Libertad) y el automóvil era de la casa “Llorente, Sanz y Cía.”, el conocido almacén de ramos generales de Primer Centenario y Córdoba (hoy avenida San Martín y Robbio).

EN CONTRAMANO

De acuerdo con  los testimonios recogidos en las actuaciones judiciales, la jardinera se desplazaba por Mitre, desde Libertad a Vedia, en contramano. El auto, también por Mitre, marchaba conservando su izquierda, desde Independencia (hoy Hipólito Yrigoyen) hacia Libertad). Al llegar a Vedia, se produjo el encuentro de ambos. Hay que tener en cuenta que, entonces, el sentido de circulación por las calles era a la inversa del actual.

Al ver el peligro, el conductor del automóvil, Tomás Rodrigo, de nacionalidad española, viró su curso, impactando inevitablemente contra el carruaje. Como consecuencia de ello, el «Ford» resultó con “bastantes desperfectos, inutilizado por completo el guardabarros izquierdo, parabrisas, marco del mismo y dos faroles”.

Al ser interrogado por la Policía, el conductor de la jardinera expuso que, el automóvil iba a gran velocidad.

El médico Tomás West fue el encargado de examinar a Tomás Rodrigo quien, como consecuencia del accidente presentaba “tres pequeñas erosiones de la epidermis de la mano y del antebrazo derecho, así como también ingurgitación de los tejidos de dichas partes”.

“ME VOY, PORQUE LA MUERTE VIENE CERCA”

Para esclarecer la responsabilidad de este accidente, el comisario de Policía hizo comparecer a uno de los testigos, Ramón Novas,  cochero  de plaza que se encontraban aguardando pasajeros. El sujeto relató que “encontrabase estacionado con su coche de alquiler en la calle Mitre frente a la casa Zabala [más tarde, en esa esquina, funcionaron Grandes Tiendas Galver] y al costado de la plaza, viendo que en la puerta de la cajonería de Vita había una jardinera cargando un servicio”.

Al ver esa escena, uno de los hermanos Mastrángelo le dijo: “- Me voy, porque la muerte viene cerca” y, dándole manija a su automóvil se retiró del lugar.  El taxista distrajo su atención en otros menesteres hasta que, minutos más tardes, se vio sorprendido por el ruido del choque.

Según Novas, se encontraba en el lugar el comisario y otros testigos, entre ellos los contertulios del Café “Nipón”, instalado enfrente.

Junto con los vehículos chocados, quedaron sobre la calle los candelabros, una cruz, varias velas,  el ataúd y unas mortajas  que transportaba  la jardinera, así como el caballo que resultó ileso. Los objetos fúnebres, luego, fueron cargados por Vita en otro auto, para llevarlos hasta el domicilio donde debía realizarse el velatorio.

La autoridad judicial, basándose en las pruebas recogidas, determinó que el culpable del accidente había sido el conductor de la jardinera, pues se desplazaba en contramano y sin luces.

FUENTE

– Archivo de la Municipalidad de 9 de Julio, Archivo del Juzgado de Paz, Volumen “Año 1923”, Expediente “Colisión vehículos de Francisco Vita y Llorente, Sanz y Cía.”, Causa correccional N° 29.

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