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Nueve de Julio
domingo, noviembre 24, 2024

Hablamos de suelos bajos de aptitud ganadera

Desde INTA 9 de Julio el Ingeniero Pablo Richmond envió un informe sobre suelos bajos con aptitud ganadera.

Los campos de aptitud mixta de nuestra región suelen poseer sectores de lomas y media lomas de aptitud agrícola y otros sectores de bajos, que por su ubicación topográfica, son receptores del agua de escurrimiento de una cuenca o microcuenca. Son más propensos a encharcarse y con mayores limitaciones de productividad. Estos son los sectores que más comúnmente ocupa la actividad ganadera.
Pero.. ¿cuáles son esas limitaciones de estos sectores bajos, desde el punto de vista del suelo, más allá del encharcamiento?
En modo general, estos bajos pueden diferenciarse en dos tipos:
– Bajos dulces. Están afectados por excesos temporarios de agua en forma de encharcamiento. No existen limitantes marcadas por la salinidad y/o alcalinidad del suelo. Estos suelos se denominan hidromórficos dado que se han formado en un ambiente de periódicos anegamientos. Normalmente en el perfil existe un horizonte de textura más arcillosa que la del horizonte superficial, que dificulta la infiltración del agua de lluvia.

-Bajos salinos y/o alcalinos, donde el suelo puede presentar un horizonte de textura fina de escasa permeabilidad. Pero además, y principalmente, se caracterizan por la abundancia de sales.
Este último tipo de bajos, a los que nos referiremos en este artículo, han desarrollado a lo largo de los siglos características de suelo que condicionan sus características físicas y químicas. Por otra parte, la vegetación natural está dominada por especies adaptadas a estas características del suelo. Las más comunes son el pelo de chancho en los sectores más bajos, intercalado con manchones de suelo desnudo donde es mayor la abundancia de sales. En los sectores que rodean a las áreas más bajas, va gradualmente dominando el gramón.
Las sales de los suelos generalmente tienen su origen en el agua subterránea, de napas que las contienen diluidas producto de la meteorización de partículas de rocas. Circulan bajo la superficie arrastradas por el movimiento masal del agua subterránea. Las más comunes son las formadas por iones cloruros, sulfatos y bicarbonatos unidos a cationes como sodio, calcio, magnesio y potasio.
Estas sales generalmente pasan a ser problemáticas cuando la napa freática que las contiene se encuentra cercana a la superficie, en sectores de escasa pendiente. Esta situación se da mayormente en los bajos. En estos casos, en ausencia de un horizonte impermeable, el frente de ascenso capilar de la napa llega a interactuar con la zona de desarrollo de las raíces y aún con la superficie del suelo. Las sales ascienden a lo largo de dicha zona de ascenso capilar junto al agua proveniente de la freática. El flujo de evaporación del agua produce en estos casos la concentración de sales en el perfil y en la superficie del suelo. Es debido a este proceso que resulta de suma importancia la conservación de la cobertura existente (vegetación y/o cobertura muerta) sobre la superficie del suelo, para disminuir la evaporación y el consecuente ascenso de sales.
En el caso que exista en el perfil del suelo un horizonte B arcilloso, de muy baja permeabilidad, puede suceder que el mismo sea una barrera para el ascenso de agua proveniente de la napa, y al mismo tiempo una barrera para la infiltración del agua de lluvia, constituyendo lo que se denomina una napa colgante. De este modo, ante la ocurrencia de precipitaciones, puede producirse un encharcamiento cuyo origen es la imposibilidad del agua de profundizar más allá de ese horizonte impermeable, produciendo primero una saturación del suelo, que continúa con la acumulación de agua en superficie.
Los suelos denominados salinos se caracterizan por la alta concentración de electrolitos, o sea sales solubles en la solución del suelo. Los suelos sódicos o alcalinos se originan cuando el ión sodio desplaza otras bases del complejo de adsorción de la superficie de las partículas de suelo, en un nivel que sobrepasa el 15 % entre los cationes intercambiables. En muchos casos ambos fenómenos se dan al mismo tiempo, constituyendo los denominados suelos salino-sódicos.
En este sentido, podemos diferenciar los valores de diferentes parámetros que los caracterizan en el análisis de suelo (Tabla 1)

 

 

Dado que el elemento más común presente en las sales es el sodio, prestaremos atención sobre su efecto en el suelo y las plantas.
En el caso de los suelos salinos, suelen tener una buena estructura. La cantidad de sales disueltas, al aumentar la presión osmótica de la solución del suelo, hace más dificultosa la absorción del agua por la planta, disminuyendo la proporción de agua útil (sequía fisiológica). También pueden darse casos de efecto de toxicidad.
En los suelos sódicos, el sodio adsorbido produce una falta de agregación de las partículas, que se dispersan. Este efecto produce un taponamiento de los poros. En la práctica se observa un encostramiento que disminuye en gran medida la permeabilidad. También produce la disolución de la materia orgánica coloidal, que se une al sodio, pudiendo formar costras negras en la superficie.
El efecto para las plantas deriva de su falta de estructura, reduciendo la disponibilidad de oxígeno en la zona radicular. Al secarse, dificultan la germinación y el crecimiento de las raíces. El pH alto, interfiere en la disponibilidad de ciertos nutrientes.
En definitiva, y a modo de resumen, el primer paso para el manejo de estos suelos bajos es el conocimiento de sus características mediante el resultado de un análisis de suelo. Una vez definido el tipo de suelo (Tabla 1), y conociendo los principios básicos de su dinámica, están dadas las condiciones para planear el tipo de manejo más adecuado.

 

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