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jueves, noviembre 21, 2024

Probióticos y prebióticos

Unos son compuestos presentes en algunos alimentos vegetales, y otros, microorganismos vivos, pero ambos son buenos para nuestra microbiota.
La microbiota, también conocida como flora intestinal, microflora o flora humana, es el conjunto de microorganismos vivos o bacterias que se encuentran en el intestino o tubo digestivo del organismo humano.
Para mantener el equilibrio en la microbiota, podemos añadirle microorganismos vivos (probióticos) o ayudar a los que ya tiene a crecer proporcionándoles su comida (prebióticos). Esta es la principal diferencia entre los prebióticos y probióticos.
Los prebióticos son compuestos de algunos alimentos vegetales que el organismo no puede digerir, por lo que pasan a través del sistema digestivo para convertirse en alimento para los microorganismos que habitan en el colon. Al servir de comida para las bacterias sanas del intestino, aportan un beneficio para la salud de la persona que los toma. Los más estudiados son: la inulina y los oligosacáridos, algunos ácidos grasos poliinsaturados, compuestos fenólicos y parte de la fibra dietética. Los encontramos en alimentos
de origen vegetal: cereales como la avena, la cebada o el arroz, tubérculos, bulbos, raíces y pasta cocida y enfriada. Además, en el alcaucil, el espárrago, el ajo, la cebolla o el puerro.
Su efecto positivo es indirecto: como son el alimento de la microbiota intestinal, equilibran y mejoran la cantidad, variedad y actividad de los diferentes tipos de bacterias y otros microorganismos. Estos fabricarán compuestos —como ácidos grasos de cadena corta, enzimas, neurotransmisores o vitaminas—, que aportan beneficios en el metabolismo de las personas: aprovechan nutrientes, ayudan a controlar el peso y los niveles de colesterol y azúcar en sangre.También ayudan a mantener la mucosa intestinal.
Los probióticos son microorganismos vivos, generalmente cepas específicas de bacterias, se añaden directamente a la microbiota intestinal. Los probióticos solo si se administran en cantidades suficientes pueden aportar algún beneficio para la salud de las personas.
Los más estudiados son distintos tipos de bacterias y levaduras. Los encontramos en algunos alimentos fermentados, como el yogur, el kéfir o el chucrut casero (repollo fermentado). El pan, el vino, el chocolate o los encurtidos en vinagre no son probióticos, ya que durante su proceso de elaboración se han destruido los organismos vivos.
Para ejercer una acción en el organismo tienen que llegar vivos y en suficiente cantidad al intestino, lo que es difícil porque el ácido gástrico suele destruirlos. Esta cantidad suele ser muy elevada, de 100 a 1.000 millones de unidades formadoras de colonias (UFC) por dosis, dependiendo de la cepa. Según investigadores, solo hay evidencia científica del efecto positivo de algunas cepas específicas para trastornos como diarreas por antibióticos o para prevenir la enterocolitis necrotizante (inflamación del intestino grueso) en bebés prematuros o con bajo peso.

Sofía Villarrica
Lic. en nutrición
M.N.: 7103 M.P.: 2763
Atiende en:

Consultorios Ceinsa – Yrigoyen 1339 – Turnos: 520111
Centro de Diagnóstico IMC – Cnal. Pironio 255 – Turnos: 614299

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