Por Héctor José Iaconis.
Siendo niño, mi padre, solía relatarme el hecho del accidente aéreo ocurrido en la tarde del 16 de diciembre de 1941, en el cual había fallecido una joven nuevejuliense. Muchas veces, de camino hacia el sepulcro de mis abuelos, en el cementerio local, me indicaba la lápida de aquella adolescente cuya vida se apagó hace ocho décadas.
Mi abuela materna, que en aquella ocasión se encontraba en el patio de la casa de la familia Orbea-Ormaechea, en la avenida 25 de Mayo entre Salta y Ramón N. Poratti, solía evocar la sorpresa que le produjo ver aquella aeronave a tan baja altura y haciendo movimientos que no parecían normales.
El riquísimo fondo hemerográfico que conforma el Archivo de Publicaciones Periodistas del Diario EL 9 DE JULIO, nos permite repasar aquella jornada que debía ser festiva para quienes realizaban sus vuelos de bautismo.
LA CRONICA PERIODÍSTICA
“Eran las 16.30 horas –narra la nota periodística- cuando evolucionaba sobre esta ciudad un avión Junker a cargo del piloto Francisco Miguel Cabrera, vecino de Villa Lugano, a quien acompañaba la señorita Novelli. La máquina sobrevolaba la manzana ocupada por la Escuela N° 1 cuando de pronto entró en rápido tirabuzón y fue a estrellarse sobre el domicilio de Angel Beraza, Centenario 478. Pedazos del avión quedaron en la parte alta del edificio, incrustándose el resto en el garaje de la misma finca, derribando el techo después de quebrar la gruesa tirantearía y agrietar sólidas paredes”.
La vivienda de la familia Beraza se hallaba ubicada en la calle Primer Centenario (hoy avenida San Martín) a pocos metros de la intersección con la calle Santa Fe.
De acuerdo con la nota de prensa, luego de ser retirados los heridos de entre los fierros cimbrados, la Asistencia Pública los condujo hasta el Sanatorio “9 de Julio”, donde fueron asistidos. Junto con el piloto, Francisco M. Cabrera, a quienes apodaban “Paco”, viajaba como acompañante la joven Enriqueta Juana Novelli, apodada “Porota”, quien contaba dieciocho años de edad y perdió la vida poco más de una hora después del siniestro.
“En contados minutos – describe la noticia- se congregó en el lugar del accidente una extraordinaria cantidad de público que acudió de todos los extremos de la ciudad, calculándose más de mil personas”.
“El fatal accidente pudo tener mayores consecuencias, pues a poco metros del garaje encontrábense en el patio de la finca varios miembros de la familia Beraza, sin que nadie de ellos haya sufrido el menor daño”, concluye.
Hoy se cumplen, en consecuencia, ochenta años de aquel acontecimiento que sacudió a la comunidad de 9 de Julio.
FUENTE
– EL 9 DE JULIO, 18 de diciembre de 1941.