Con la sencillez de todo pueblo rural pero, con la grandeza del sentimiento de su gente, La Niña abrió el camino del festejo el lunes 12 por la tarde.
Quienes entraron por el camino “de la vía” seguramente se sorprendieron con la Plazoleta y el Mural del Centenario. Allí, hasta último momento, su creadora, Irene Castro, acompañada de voluntarios del lugar, daba los últimos toques a lo que, sin lugar a dudas, es una obra de arte.
El mural representa, con diversas imágenes, impresas en el cemento, La Niña, su gente, sus luchas, los ausentes, sus héroes, las pérdidas, los comienzos, las raíces del trabajo rural, el tren que fuera principio de su creación y fin de muchas ilusiones.
Cuenta Irene que sus compañeros, de la Cátedra de la Facultad de La Plata, llegaron a La Niña y acompañaron el trabajo con alegría y sin cobrar un centavo por ello.
El Acto se inició frente a la Capilla “Virgen Niña” donde la gente que trabaja para el evento había preparado la suelta de globos. Una nutrida concurrencia (de adultos, niños y jóvenes) se congregó en el lugar.
La docente Laura Vázquez dirigió el Acto.
Después de recibir a las autoridades presentes, anunció la suelta de globos mientras se cantaba el Cumpleaños Feliz. Los globos, con mensajes escritos por alumnos de los distintos establecimientos educativos, volaron hacia diferentes rumbos en medio del aplauso cerrado de los concurrentes.
A continuación la locutora se refirió al momento, definiéndolo como un “abrirse a la memoria que permite reconocer y recordar lo transitado”.
Invitó a brindar por TODOS: los presentes, los que quisieran pero no pudieron estar, los que viven allí y los se fueron pero continúan añorando, los que ya no están y los que vendrán.
Finalizó con una frase del filósofo romano Séneca: «Ninguno ama a su patria porque es grande sino porque es suya.»
Luego invitó a participar de la Santa Misa y, como cierre, asistir a la exposición de la escritora local Ana María Vivani, quien habló de su libro “Misterios en Huerto Quemado”, cuyas historias ficticias se desarrollan en el escenario real de La Niña. Donde, muchos de los personajes, fueron tomados de los perfiles de personajes reales del pueblo.
Es de destacar:
La cantidad de gente que asistió y se mantuvo en el lugar durante el desarrollo de las tres actividades.
El fervor con que participaron de la Misa (hasta los más pequeños).
La calidez y el respeto con que escucharon a la escritora, manifiesto en un silencio profundo y, en algunos, con lágrimas en los ojos.
La Niña vive, está de pie, a pesar de sus cien años y los avatares de su destino. Su gente la sostiene y atesora.
El sábado continuará festejando y el domingo se realizará la GRAN FIESTA. Seguramente habrá reencuentros, emociones profundas, recuerdos imborrables y un sentimiento compartido de Fe y Esperanza en su futuro.
