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sábado, noviembre 30, 2024

Ante embajadores, el Papa trazó un panorama del mundo actual

Diplomáticos aplauden el discurso papalAnte el cuerpo diplomático acreditado en la Santa Sede, el papa Benedicto XVI dirigió su habitual discurso sobre el «estado del mundo», en el que pasó revista a diversos temas el año que pasó como la defensa de la vida y la familia, la libertad religiosa, el papel de la Iglesia, la violencia y la crisis económica global.

En la Sala Reggia del Palacio Apostólico Vaticano, el Santo Padre dirigió su discurso luego de escuchar las palabras introductorias de Alejandro Emilio Valladares Lanza, Embajador de Honduras y luego del saludo del Vicedecano, Jean-Claude Michel, Embajador del Principado de Mónaco.

Benedicto XVI resaltó al empezar los distintos acuerdos que ha firmado la Santa Sede con algunos países en el marco de las relaciones internacionales y recordó sus viajes a Croacia, San Marino, España, Alemania y Benín en 2011, para luego saludar de manera especial a América Latina, adonde llegará en marzo de este año con su viaje a México y Cuba.
El Santo Padre recordó la misa que celebró el pasado 12 de diciembre, en la que celebró el bicentenario de la independencia de los pueblos de América y saludó a Sudán del Sur, que llegó a la independencia de modo pacífico.
«Por desgracia, en los últimos meses se han sucedido tensiones y enfrentamientos, y deseo que todos unan sus esfuerzos para que las poblaciones de Sudán y Sudán del Sur alcancen un período de paz, libertad y desarrollo», afirmó.
El Papa dijo luego que el encuentro de hoy se da al final de las Fiestas de Navidad, en las que la Iglesia celebra al Niño Dios, luz del mundo, en medio de un mundo que vive en las tinieblas.
«Realmente, el mundo está en la oscuridad allí donde el hombre no reconoce ya su vínculo con el Creador, poniendo en peligro asimismo su relación con las demás criaturas y con la creación misma. El momento actual está marcado lamentablemente por un profundo malestar y por diversas crisis: económicas, políticas y sociales, que son su expresión dramática».
El Papa se refirió luego a la crisis económica mundial y señaló que ante los diversos desafíos que ha suscitado, «no nos debemos desanimar sino reemprender con decisión nuestro camino, con nuevas formas de compromiso».
La crisis, explicó, «puede y debe ser un acicate para reflexionar sobre la existencia humana y la importancia de su dimensión ética, antes que sobre los mecanismos que gobiernan la vida económica: no solo para intentar encauzar las partes individuales o las economías nacionales, sino para dar nuevas reglas que aseguren a todos la posibilidad de vivir dignamente y desarrollar sus capacidades en bien de toda la comunidad».
Luego de referirse a las situaciones de África del Norte y del Medio Oriente, Benedicto XVI afirmó que «en este momento es difícil trazar un balance definitivo de los sucesos recientes y cuáles serán sus consecuencias para el equilibrio de la región».
«A pesar del optimismo inicial, se abre paso el reconocimiento de las dificultades de este momento de transición y cambio, y me parece evidente que el modo adecuado de continuar el camino emprendido pasa por el reconocimiento de la dignidad inalienable de toda persona humana y de sus derechos fundamentales».
«El respeto de la persona debe estar en el centro de las instituciones y las leyes, debe contribuir a acabar con la violencia y prevenir el riesgo de que la debida atención a las demandas de los ciudadanos y la necesaria solidaridad social se transformen en meros instrumentos para conservar o conquistar el poder».
Por ello, el Papa invitó «a la comunidad internacional a dialogar con los actores de los procesos en marcha, en el respeto de los pueblos y siendo conscientes de que la construcción de sociedades estables y reconciliadas, que se oponen a toda discriminación injusta, en particular de orden religioso, constituye un horizonte que es más amplio y va más allá de las simples elecciones».
El Santo Padre expresó su preocupación por la situación en Siria, Tierra Santa e Irak a quienes exhortó a trabajar por la paz en el respeto a la dignidad de las personas.
Tras recordar que dedicó su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz al tema de «Educar a los jóvenes en la justicia y la paz», el Pontífice explicó que «la educación es un tema crucial para todas las generaciones, ya que de ella depende tanto el sano desarrollo de cada persona como el futuro de toda la sociedad».
Entre los distintos ámbitos educativos, dijo Benedicto XVI, «El primero es la familia, fundada sobre el matrimonio entre un hombre y una mujer. No se trata de una simple convención social, sino más bien de la célula fundamental de toda la sociedad. Consecuentemente, las políticas que suponen un ataque a la familia amenazan la dignidad humana y el porvenir mismo de la humanidad».
«En este contexto de apertura a la vida, he recibido con satisfacción la reciente sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, que prohíbe patentar los procedimientos que utilicen células madre embrionarias humanas, así como la resolución de la Asamblea parlamentaria del Consejo de Europa, que condena la selección prenatal del sexo».
Seguidamente el Papa afirmó que «de forma más genérica, y mirando sobre todo al mundo occidental, estoy convencido de que las medidas legislativas que tantas veces no solo permiten sino que favorecen el aborto, ya sea por motivos de conveniencia o por razones médicas discutibles, se oponen a la educación de los jóvenes y por tanto al futuro de la humanidad».
Tras subrayar la importancia de las escuelas católicas en la educación de las nuevas generaciones, el Santo Padre se refirió a la vital importancia de la libertad religiosa, un derecho humano fundamental, y recordó el testimonio del ministro católico paquistaní, Shahbaz Bhatti, «cuyo combate infatigable por los derechos de las minorías culminó con su trágica muerte. Desgraciadamente no se trata de un caso aislado».
El Papa también denunció el intento de algunos a nivel político para «marginar el papel de la religión en la vida social, como si fuera causa de intolerancia, en lugar de contribuir de modo apreciable a la educación en el respeto de la dignidad humana, la justicia y la paz».
A continuación precisó que «el terrorismo con motivaciones religiosas se ha cobrado el pasado año numerosas víctimas, sobre todo en Asia y África, y por esto, como recordé en Asís, los responsables religiosos deben repetir con fuerza y firmeza que ‘esta no es la verdadera naturaleza de la religión. Es más bien su deformación y contribuye a su destrucción’».
«La religión no puede ser utilizada como pretexto para eludir las reglas de la justicia y del derecho en favor del «bien» que ella misma persigue. A este respecto, me satisface recordar, como hice en mi País natal, que la visión cristiana del hombre ha sido una verdadera fuerza inspiradora para los Padres constitucionales de Alemania, como lo fue también para los Padres fundadores de la Europa unida», resaltó.
El Papa también habló sobre la situación de África, ante los desafíos de la violencia en países como Nigeria, y de la extrema pobreza y el hambre en los que componen el llamado Cuerno de África.
Benedicto XVI alentó luego a los grandes desastres naturales y a los ecológicos, como el ocurrido en Fukushima en Japón y afirmó que «la salvaguarda del medio ambiente, la sinergia entre la lucha contra la pobreza y el cambio climático constituyen ámbitos importantes para la promoción del desarrollo humano integral».+ (Aciprensa/AICA)

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