Hoy, miércoles 8 de febrero, se realizó la apertura del 49ºCurso de Rectores del Consejo Superior de Educación Católica (CONSUDEC) que se extenderá hasta el viernes 10 de febrero y tiene como lema: “Hacia un Bicentenario en justicia y solidaridad. La escuela católica, misionera en las nuevas fronteras de los jóvenes”.
En el panel de inauguración estuvieron presentes el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) y arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo; el arzobispo de La Plata y presidente de la Comisión episcopal de Educación, monseñor Héctor Aguer; el presidente del CONSUDEC, presbítero Alberto Agustín Bustamante; y el ministro de Educación de la Nación, Alberto Sileoni.
Monseñor Aguer dio un mensaje a los presentes en el que recordó que el curso de rectores “aborda la misión educativa de la Iglesia en las `nuevas fronteras´ de los jóvenes” y agregó que “los muchachos y chicas de hoy manifiestan un deseo de hacerse grandes pronto; queman etapas porque abundan las posibilidades de concretar experiencias propias de una edad mayor, poseen mucha información y reciben solicitaciones continuas”.
“El ambiente familiar y social no ayuda – dijo- ya que se suele reclamar una libertad sin el parámetro de valores sólidos y por tanto la experimentación ocupa el lugar de una elección definitiva; cada vez es más difícil comprender la exigencia propiamente humana del para siempre”.
El pastor platense aseguró que “cuando los padres, los educadores y la sociedad en general vacilan en proponer a los adolescentes un proyecto de vida y no logran transmitir el sentido y la belleza del amor a la verdad, el empeño en la realización del bien, el respeto de lo que es justo, el gozo del compartir, el valor de la sexualidad, del trabajo y la participación en el bien común, las nuevas generaciones quedan libradas a su suerte y sufren una profunda soledad”.
“La educación procura la formación integral de la persona, de todas las dimensiones de su ser, sin soslayar la moral y la espiritual, y por tanto la orientación hacia el fin último; una recta orientación al bien de la sociedad. La Ley de Educación Nacional asume el concepto de educación integral, pero excluye la dimensión religiosa. Otra limitación, y más grave, se encuentra en los documentos fundacionales del nuevo ciclo secundario en la que se omite la formación de la persona, que es la esencia misma de la educación”, resaltó.
El arzobispo señaló que “la misión educativa de la Iglesia consiste en asistir y acompañar a los jóvenes en su crecimiento en pos de la forma cristiana de la identidad personal. Este altísimo propósito requiere el esfuerzo de integrar la enseñanza del saber con la transmisión de los valores humanos y cristianos, la guía en la formación de la conciencia, en la práctica de las virtudes, en el desarrollo de la vida interior”.
Monseñor Aguer manifestó que la comunidad educativa tiene que asumir la tarea de “cultivar con diligencia y nutrir con la sabiduría del Evangelio la capacidad de nuestros chicos para amar a Dios, y a ellos mismos y al prójimo con el amor que tiene su fuente en Dios”.
Con respecto a la educación sexual que se brinda en las escuelas de todo el país, el prelado afirmó que “en documentos y textos oficiales la sexualidad es presentada como una construcción socio-histórica, sin referencia alguna a la naturaleza de la persona y de sus actos” y agregó que “la preocupación preponderante es, en base a una información parcializada, el `cuidado´ para evitar las consecuencias no deseadas del ejercicio precoz e irresponsable de la facultad sexual, y no la orientación para la vivencia madura, oportuna y noble de esa dimensión del ser humano”.
“El año pasado, el Ministerio de Educación de la Nación publicó una revista de educación sexual `Para charlar en familia´ en la que se resumen, con el propósito de una divulgación masiva, las opciones ideológicas que he señalado; lamento decir que se trata de un texto absolutamente inaceptable”, dijo y resaltó que “nosotros queremos ofrecer orientaciones claras y sólidas a los padres de familia, que son los primeros y principales educadores de sus hijos”.
El arzobispo de La Plata aclaró que para el alumno, la escuela es “un mundo en pequeño, y lo que allí ocurre tiene un valor simbólico que es fuertemente educativo, allí se lo habilita para una vida de amistad social”.
“La preparación para el ejercicio de derechos y responsabilidades políticas propias del ciudadano – relató – conlleva la iniciación progresiva en el reconocimiento de los problemas de la comunidad, que no esté deformado por prejuicios ideológicos y por una versión sesgada de la historia nacional”.
Como conclusión, monseñor Aguer resaltó que » apuntamos a la esencia misma de la educación: formar al hombre” y planteó como objetivo “hacer de nuestros muchachos y chicas hombres y mujeres de bien, dotarlos de certezas y amores para que atraviesen gallardamente todas las fronteras”.
Fuente: AICA