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sábado, noviembre 23, 2024

Fungicidas y bioinsumos, aliados para un mejor cultivo de soja

En esta campaña marcada por un “subibaja” climático, la llegada de las lluvias trajo alivio a la soja pero también un caldo de cultivo para el desarrollo de enfermedades. Con el fin de acompañar a los productores en sus decisiones, el 27 de febrero en 9 de Julio (Bs As.) la Red de Manejo de Plagas (REM) y la Red de Nutrición Biológica de Aapresid (RNB) realizaron una Jornada a campo titulada «Sinergismo en el manejo de enfermedades en soja: fungicidas y biológicos».


Conociendo a los enemigos
Las Enfermedades de Fin de Ciclo (EFC) que más se vieron en la zona son la mancha marrón, el tizón de la hoja y la mancha ojo de rana, causadas por hongos que afectan a la soja avanzado el cultivo.
Cristina Palacio (UNNOBA – laboratorio Sanidad Vegetal SIEF), refirió a la importancia del monitoreo constante y diagnóstico preciso como el primer paso para el manejo integrado de enfermedades.
La primera del top 3, causada por Septoria glycines, se la reconoce por manchas marrones que avanzan desde las hojas inferiores hacia arriba. Por su parte, el tizón de la hoja (Cercospora kikuchii) se manifiesta con coloraciones púrpura-rojizas inicialmente en hojas superiores. Mientras que la mancha ojo de rana (Cercospora sojina), presenta típicas lesiones circulares de borde oscuro.

La gran pregunta: ¿cuándo y qué aplicar?
Para ganarles de mano a los patógenos, Palacio apuntó a conocer el nivel de presión de la enfermedad, el estado fenológico del cultivo y estar atentos a las condiciones ambientales.
“Si se acumulan entre 40 y 50 mm y más de 20ºC entre R3 y R5 (inicio de formación de vainas y semillas, respectivamente) es recomendable aplicar fungicidas”, especificó.
Los ensayos mostraron que el uso de fungicidas redujo la incidencia y severidad de enfermedades, especialmente Septoria. Según datos de la REM de Aapresid, en la campaña pasada solo un 40% de los productores aplicaron fungicidas foliares, mayormente del tipo de triazol más estrobilurina, entre R3 y R4.
La precisión en las aplicaciones es fundamental, siendo las tempranas más efectivas. Otras estrategias de manejo son la rotación de cultivos, uso de semillas libres de patógenos, siembra de variedades tolerantes o resistentes, distancia adecuada entre surcos y la aplicación estratégica de curasemillas y fungicidas foliares. También es crucial mantener fuertes a las plantas, y en eso los biológicos tienen mucho para aportar.
Biológicos contra el estrés y las enfermedades
La Red de Nutrición Biológica de Aapresid se enfoca justamente en comunicar, difundir y evaluar el uso de biológicos para contribuir a una producción sustentable.
Los bioinsumos, elegidos por el 25% de los productores socios de Aapresid, son sustancias derivadas de microorganismos vivos o compuestos químicos similares a los naturales que “empoderan” a las plantas y mejoran la producción. Entre estos se destacan los bioestimulantes, que promueven el crecimiento del cultivo y lo ayudan a hacer frente al estrés en campañas difíciles, explicó Martín Torres Duggan, experto en fertilidad de suelos y Coordinador Técnico de la RNB.
En cuanto a su uso, hay todo un mundo por explorar. Los ensayos de la red incluyeron pruebas con Trichoderma -un hongo con efecto de biocontrol-, bioestimulantes proteicos, fitohormonas, extractos botánicos, ácidos húmicos y fúlvicos, entre otros.

Biológicos para la salud del suelo y mejores rendimientos
Según el especialista, “en la región estamos dejando de ganar hasta un 30% en rendimiento debido a limitaciones de fertilidad del suelo y/o nutricionales (subfertilización)”. Una vez que diagnosticamos las limitantes y sabemos dónde estamos parados, los bioinsumos pueden ayudar a mejorar la situación.
Por ejemplo, los biofertilizantes de bacterias fijadoras de nitrógeno u hongos micorríticos ayudan a solubilizar nutrientes y mejorar su disponibilidad. “Esto reduce la dependencia de fertilizantes químicos, ayudando al cultivo a que acceda a más recursos y crezca más sano”.
Esta campaña desafiante subraya la necesidad de aplicar estrategias sinérgicas en base a evidencia científica que combinen fungicidas y bioinsumos para asegurar la salud y productividad del cultivo y el cuidado del suelo y el ambiente.

Informe de Aapresid.

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