En el mundo de los viajes y la exploración por la provincia de Buenos Aires existen lugares que cautivan la imaginación por su singularidad, su historia y el encanto de sus nombres. Destinos que a menudo resultan curiosos o incluso difíciles de pronunciar. Están alejados de las rutas turísticas más conocidas y poseen una magia especial: playas escondidas que evocan leyendas, homenajes a los primeros habitantes, relatos que nos sumergen en identidades y paisajes para escribir más páginas sobre nuestras aventuras.
LOS POCITOS: LA BAHÍA DE LAS OSTRAS
Entre la zona rural y la playa, Los Pocitos comenzó a ser conocida como localidad en la década del 30. Heredó ese nombre de una estancia que se llamaba así porque en la tosca costera existían cinco pozos de agua con capacidad para doscientos litros cada uno, utilizados por los vecinos del pago y de las comunidades aledañas.
Víctor Speroni, propietario de este gran campo ubicado en el partido de Patagones, siempre tenía sus puertas abiertas. Recibía a profesionales, estancieros renombrados de la Provincia y comerciantes porteños. Esa actitud también lo llevó a donar sus tierras.
El 23 de abril de 1959, Juan Ingelmo, uno de los primeros pobladores, presentó el plano de subdivisión en 313 lotes. Es por esa razón que se lo considera como el fundador del pago. En junio de 1974 comenzó la venta de las parcelas y el proceso de urbanización.
Su localización estratégica en una bahía anegada, hace que durante las mareas bajas el agua retroceda tanto que en ocasiones se pueden divisar bancos de ostras. ¡Son los más extensos de la región! Por esta razón la producción ostrícola se convirtió en el motor económico del lugar: en los 80´, un ciudadano japonés las introdujo y cultivó pero se cansó de esperar buenos resultados y se fue. Al año empezaron a aparecer y al no tener un predador natural se reproducen por miles.
Con un gran baile popular y espectáculos musicales, la comunidad celebra cada año el Festival Provincial de la Ostra donde se pueden degustar los mejores platos elaborados en base a este manjar. “De noviembre a abril se suceden la pesca de gatuzos, pejerreyes, pescadillas y corvinas desde la costa o embarcados”, contó Oscar “Cacha” Eberling, subdelegado del balneario.
Otro punto de atracción relacionado es su muelle de madera construido con el objetivo de atracar las lanchas para quienes salían a pescar no se mojaran. Más tarde, vieron que cuando la marea estaba alta no cumplía su función y lo modificaron. “Tiene 240 metros de largo, lo que permite que lo usen varias personas a la vez y es un lugar perfecto para postales increíbles”, aseguró Maria Lucía Fernández, directora de Turismo Patagones.
Los Pocitos, además, es un Pueblo Turístico que integra la Reserva Natural de Usos Múltiples Bahía San Blas, un humedal de unas 16.000 hectáreas compuestas por un conjunto de islas utilizado para la nidificación y migración de aves playeras como la Gaviota Cocinera y el Flamenco Austral.
LA DULCE, EL PUEBLO MÁS SOLIDARIO
Ubicado a 60 kilómetros al noroeste de Necochea, a La Dulce se llega por ruta 86 luego de un acceso de 7 kilómetros. Fue fundado como Nicanor Olivera, en homenaje al propietario de las tierras que conformaban parte de la estancia La Dulce, nombre inspirado en una laguna cercana.
No fue hasta 1907 que este pequeño poblado tomó impulso. Llegaba el ferrocarril del ramal Tres Arroyos-Tamangueyú-Lobería junto con las cesión de las tierras.
“En 1997, La Dulce fue declarada pueblo solidario por la Càmara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires ya que en una campaña la mayoría de sus habitantes mostró interés por donar sus órganos”, contó Matías Sierra, secretario de Turismo de Necochea.
En la localidad viven 2500 personas, tiene varios comercios y sus calles son muy prolijas. El balneario está sobre el río Quequén y es un punto turístico durante todo el año.
Su Fiesta Tradicionalista de la Espuela y el Rebenque es famosa por las jineteada, desfiles criollos y bailes típicos. “Para la próxima edición tenemos planeado sumar un escenario con artistas de gran alcance, patio de food truck y un espacio estilo kermesse”, agregó Ruben Ruiz Azua, uno de los organizadores.
ENERGÍA: UNA HISTORIA DE INMIGRACIÓN Y VALOR
Energía es un paraje situado en la vera de la ruta nacional 228, cerca de la localidad Ramón Santamarina, Necochea. Fundado en 1910 con la llegada del ferrocarril, su nombre reivindica al pionero: un inmigrante español que según el pensamiento del momento se caracterizó por su fuerza, emprendimiento y valor.
Tras la creación formal de la estación de trenes se levantó un hotel, un almacén de ramos generales y una estación de servicio que duró poco debido a la escasez de vehículos que funcionaban en la época. En el lugar existen dos estancias históricas que en otros tiempos estuvieron abiertas al turismo: La Irene y La Otomana.
El pago es conocido por su producción de miel para la exportación a cargo del apicultor Miguel Kressi propietario de la empresa Apicultura M y C dedicada a la actividad desde hace 45 años. “En el 78 me casé y vine a vivir al pueblo con unos pocos cajones, me metí de lleno con la apicultura, pasión que tenía desde chico y hoy es parte de mi seguridad económica”, rememoró Kressi.
También son especiales los exquisitos alfajores del emprendimiento Amaneceres Sabor Artesanal. “Sueño con poner una casa de té para que la gente pase y disfrute del sabor artesanal del pueblo acompañado de la naturaleza que tenemos”, sostuvo María Graf, quien elabora los alfajores desde hace 9 años.
Cada nombre cuenta una historia, un fragmento de la identidad local y bonaerense que se resiste al olvido. Estos pueblos, con denominaciones curiosas, invitan a la exploración y al descubrimiento y nos recuerdan que en ocasiones lo más interesante de un lugar no es lo que se ve a simple vista sino las historias que sostienen a la comunidad.