El jueves 8 de octubre en la Iglesia Catedral, se celebró la festividad de Santo Domingo, patrono de ese templo y de la comunidad de 9 de Julio. La misa fue presidida por el Obispo Diocesano, Monseñor Ariel Torrado Mosconi y concelebrada por el Obispo emérito Monseñor Martín de Elizalde junto con otros sacerdotes.
Asistieron las autoridades municipales, encabezadas por la intendente María José Gentile y el Presidente del Concejo Delibertante, Julio Bordone.
En su homilía, monseñor Torrado Mosconi se refirió a la vida del patrono de la Iglesia Catedral. Al respecto, señalando la sagrada estatua que se encuentra en el presbiterio del templo, explicó que “la imaginería con que se representa a Santo Domingo nos pueden ayudar a comprender lo que fue la vida de nuestro santo patrono y el mensaje que él transmite a su Iglesia hoy”.
“Siendo –añadió- tan grande la distancia en el tiempo, entre Santo Domingo y nosotros, se podría pensar que poco nos podrían enseñar un hombre del siglo XII. Sin embargo, un santo siempre tiene un mensaje permanente para la vida de todos los creyentes.
“Por eso, ante todo, quisiera que reflexionemos en el sueño de su madre, la Beata Juana de Aza: ella sueña a su hijo, del que estaba embarazada, como si fuera un perrito con una antorcha en la boca. Este sueño, según la tradición, que fue explicado a su madre por un ermitaño, significaba que el niño que iba a nacer sería muy fiel a Dios y que, de manera especial, iba a iluminar con la verdad del Evangelio al mundo que vivía en tinieblas”, expresó.
En el mismo sentido, indicó que “ese sueño de hizo realidad en la vida de Domingo”. Por otra parte, refirió el prelado, “la imagen de Santo Domingo que veneramos en esta Catedral, también posee un bastón, que lo representa como fundador de una orden religiosa pero, al mismo tiempo, como signo del peregrino, también es el testimonio de un viaje que a él le cambió la vida”.
Según monseñor Torrado Mosconi, “en un viaje por el sur de Francia, junto a su obispo, ve que hay una necesidad de Dios muy grande, muchos pueblos que no conocen a Dios”.
“El descubre –agregó- que habiendo otros que conocen a Jesús y habiendo recibido la verdad del Evangelio, habían equivocado su camino. Eran los llamados Albigenses, que habían caído en la herejía. Ese viaje que hizo Domingo le cambió la vida. Tuvo el deseo de unirse a otros hermanos para llevar la verdad del Evangelio hasta los confines de la tierra”.
“Domingo tuvo la gracia de renovar la Iglesia, a la luz del Evangelio, por ello él siempre llevaba consigo el Evangelio de Mateo y las Cartas de San Pablo. Vivió una profunda vida evangélica”, subrayó el Obispo diocesano, entre otros conceptos.