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Nueve de Julio
martes, enero 7, 2025

Carlos Tacchi. Mecánico e impulsor del deporte motor en 9 de Julio

* Durante cerca de cuatro décadas ejerció la profesión de mecánico en nuestra ciudad.
* A su lado se formaron varios hombres que más tarde siguieron ese oficio en forma independiente.
* Fue uno de los iniciadores del automovilismo, como manifestación deportiva en 9 de Julio.
* Integró varias entidades sociales, entre ellas la Asociación Bomberos Voluntarios de la que fue presidente.

Su personalidad, lejos de ser severa, inspiraba un respeto bien ganado por su talento y la conducta leal que rigió su vida. Jamás se apartó de sus ideales socialistas, aún en los tiempos difíciles.
La formación en una profesión, en un oficio, no sólo puede concretarse eficazmente en los establecimientos educacionales de orientación, que hoy existen a raudales tanto en las pequeñas como en las grandes poblaciones. Es evidente que en ellos se adquieren los saberes, la base teórica donde hallar el fundamento, pero cierto es que la práctica -los pormenores y detalles sutiles de tal o cual profesión- deben ganarse en el campo de acción, en el lugar donde se ejerce, día a día ese arte. En el pasado, bien podemos citar a nuestra sociedad como ejemplo, antes de 1950 en que fue fundada la hoy prodigiosa Escuela de Educación Técnica N 2 “Mercedes Vázquez de Labbe”, adquirir una formación técnico-mecánica escolarizada debía significar, necesariamente, el traslado hacia otro centro de población (Bragado, el más cercano) donde existiera un establecimiento educacional de tales características. Quienes no contaban con los medios económicos para ello y se sentían atraídos a esos oficios debían emplearse en un taller o establecimiento metalúrgico donde poder aprender, en la medida en que trabajaba.
Afortunadamente, no fueron pocos los mecánicos de antaño que se dispusieron a actuar como improvisados maestros, disponiéndose para formar a esos jóvenes en la idoneidad de un oficio. Entre ellos sobresalió la figura de Carlos Tacchi, propietario de un taller mecánico donde se formaron muchos jóvenes que estaba interesados en el conocimiento de esa especialidad.
Tacchi, de una personalidad llana, tan franca como sincera, siempre inspiradora de respeto, que surgía naturalmente entre quienes le trataban, fue uno de esos maestros que brindó su saber generoso. Un formador que, sin ser pedagogo ni catedrático, sabía transmitir, desde la praxis y la experiencia el conocimiento.
Había nacido en 9 de Julio el 6 de junio de 1895, hijo de un matrimonio de inmigrantes italianos, Carlos Tacchi y Carolina Torna. Seis días más tarde, en la parroquia de Santo Domingo de Guzmán recibía las aguas bautismales de manos del presbítero Domingo Brandariz, en una ceremonia de la que fueron sus padrinos, Félix Garabaglia y Emilia Banzagui.
Las primeras letras las aprendió gracias a las enseñanzas del maestro Rafael Muzio, a cuya escuela asistió, cerca de principios del siglo XX. Posteriormente, completó su formación en un colegio de cultura francesa que funcionó en esta ciudad.

LA MECANICA
Desde muy joven se sintió atraído por la mecánica. Primero, instaló un pequeño taller en las cercanías de la esquina de Independencia (hoy Hipólito Yrigoyen) y Salta. Más tarde, alrededor de julio de 1928, adquirió una propiedad, terminada de edificar ese mismo año, ubicada en la esquina de Batolomé Mitre y Entre Ríos (hoy Arturo Frondizi, donde funcionó años atrás un vacunatorio). Esta vez se trataba de un edificio quizá más apropiado para un taller.
Al principio estuvo asociado al trabajo con su hermano Adán, quien lo acompañó a lo largo de la totalidad del tiempo en que mantuvieron el taller, y también al señor D’Elia, miembro de la sociedad hasta septiembre de 1937. Además de los trabajos relacionados con la mecánica y la tornería, eran agentes de accesorios “Bosch” y de lubricantes “Castrol”.
Cuando la Municipalidad de 9 de Julio, a cargo del servicio de aguas corrientes de la ciudad, sacó a licitación pública la construcción de las bombas que se encuentran ubicadas en Arturo Frondizi caso Bartolomé Mitre (en el solar contiguo al edifico del Correo) y Ramón N. Poratt) y Santiago del Estero, hoy pozos inactivos, las obras le fueron adjudicadas a Carlos Tacchi. En efecto, a mediados de la década de 1920, y luego en 1936, respectivamente, realizó las perforaciones, construyó los edificios correspondientes e instaló las electrobombas.
Después de la década de 1940 la empresa comenzó a denotar un considerable progreso. Tacchi, de espíritu emprendedor, fue dotándola de nuevas secciones donde se realizaron otros trabajos relacionados con el ramo, tales como la rectificación de cilindros.
Durante el segundo gran enfrentamiento bélico que abatió a los países de Europa -y después, en los años de posguerra- muchas piezas y repuestos para los motores de los automóviles no llegaban al país. En consecuencia, debió procurar proveerse de ese material fundiéndolo, mecanizándolo o acabándolo en el mismo local.
No sólo eran reparadas las maquinarias automotrices, muchas veces atendieron también los motores de los aviones “Piper”, los que eran puestos a punto, no sin gran esfuerzo, en el mismo taller.
También fue el taller de Tacchi un lugar de encuentro de no pocos automovilistas o adeptos a esta manifestación deportiva. Muchos aún recuerda cuando en las vacaciones estivales de finales de la década de 1940, fue preparada la máquina que condujo “Chucho” Fage, lo que constituyó un verdadero acontecimiento.
Ulteriormente, con nuevos socios, le fue confiada a Tacchi la representación y venta, como concesionarios de los camiones “Sthudewa-ker”.
Muchos fueron, asimismo, los jóvenes de entonces que aprendieron el oficio de la mecánica trabajando a su lado. Entre ellos, en distintas épocas, se contaron a Lorenzo Pastorino, Osvaldo Canusso, “Tara” Caresano, Héctor José laconis, Miguel Angel Della Penna, Luis Spina, Julio Raúl Faustino, Juan Carlos Faustino, Alberto Anca, así como también los entonces jóvenes Spina, Berra, Vega, Regalía, Bellini, Videla, Frechilla, Martino, Piasentini, y Destefano, entre otros.

Carlos Tacchi (primero desde la derecha) y su hermano Adán (primero desde la izquierda) en el taller que estaba ubicado en la esquina de Bartolomé Mitre y Entre Ríos (hoy Arturo Frondizi).

EN LOS ORIGENES DEL AUTOMOVILISMO
Junto a su hermano Adán estuvieron vinculados activamente en los orígenes del automovilismo de 9 de Julio. Más aún, este último integró la vicepresidencia del “Automóvil Club Nueve de Julio”, cuya primera comisión directiva presidió Domingo Delgado.
El 1° de julio de 1930, Carlos Tacchi, corrió el Campeonato automovilístico de Kilómetro Lanzado, llevado como acompañan te a Adrián Cacciatore. Desde entonces no dejó de estar asociado a cuanta manifestación de este deporte se realizara en esta ciudad, brindando el espacio físico de su taller toda vez que se le requiriése.

Carlos Tacchi sentado al volante de la máquina que corrió a comienzos de la década de 1930.

EN LAS INSTITUCIONES
Tacchi fue miembro de diferentes instituciones de bien público de 9 de Julio. En mayo de 1952, al fundarse la Asociación Cooperadora de la Escuela Fábrica N° 134 “Mayor Alfredo J. Arrieta” (hoy Escuela de Educación Técnica N 2 “Mercedes Vázquez de Labbé”) fue elegido presidente de la primera comisión directiva. De esta escuela fue un incesante colaborador y muchos de los alumnos de ella formaron parte también de su taller, una vez terminados sus estudios.
También lo contaron como integrante otras agrupaciones. Fue presidente de la comisión directiva de la Asociación de Bomberos Voluntarios de 9 de Julio e integró el consejo de administración de la antigua Usina Eléctrica Popular (hoy Cooperativa Eléctrica y de Servicios “Mariano Moreno”), en la década de 1950. Asimismo, conformó las comisiones del Club Español y del Rotary Club.

SU FAMILIA
El 28 de febrero de 1935 había contraído matrimonio con Graciana D. Zabala. De esa unión nacieron dos hijos, Carlos Antonio, de profesión ingeniero y Marta Carolina, profesora de Matemática.

PALABRAS FINALES
Carlos Tacchi falleció el domingo 1° de octubre de 1961, en 9 de Julio.
Su carrera vital ha dejado en muchos que le conocieron un recuerdo imperecedero, una huella profunda, señera e iluminadora. La distancia temporal que nos separa de su tiempo, hacen que muchas historias vinculadas con su persona se hayan perdido. Han ido extinguiéndose las vidas de quienes fueron sus propios aprendices y, tal vez, poco a poco su imagen vital comience a ser solamente palpable en las fuentes históricas que tan testimonio de su protagonismo y del don más preciado que supo transmitir a los jóvenes: el amor al trabajo.

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