Compartimos esta despedida de nuestra colega Inés
Hayes a su madre, Mabel (Bicho), suscriptora de MU (*)
desde la primera hora.
Médica, pediatra, impulsora de la salud comunitaria
y de los derechos humanos, viajera, fue también
referente del teatro comunitario en 9 de Julio y el
país. Una vida a pleno activando tres herramientas:
cerebro, entusiasmo y corazón.
Por Inés Hayes.
Mi mamá, Bicho Mabel Hayes, nació en 9 de Julio en
abril de 1938. En 1955, pleno golpe de la Revolución
Fusiladora, se fue a estudiar Medicina a La Plata.
Hizo su residencia en el Hospital de Niños, donde
trabajó con Sor María Ludovica. Como residente elegía
siempre los lugares donde más la necesitaban: los
barrios más humildes del gran La Plata. Tardó más de
la cuenta en recibirse porque no quería dejar su lugar
de residencia donde aprendió que la medicina es al
servicio del pueblo. En esa ciudad, a la que amó por
su vida cultural y de avanzada, estudió teatro con
Juan Carlos Gené.
En los años 70 viajó por América Latina y se quedó en
Panamá con la comunidad Kuna, atendiéndoles y
aprendiendo de ellos durante más de un mes.
Cuando se instaló en 9 de Julio fue una de las
primeras pediatras del pueblo. Y como lo había hecho
en La Plata, siempre estuvo del lado de la gente, de
quienes menos tenían. Cada vez que salíamos a pasear o
a hacer algún mandado al centro, alguien la paraba
para saludarla y agradecerle por cómo había atendido a
sus hijos.
Al lado del Hospital Julio de Vedia, del que fue
médica y directora, fundó la escuela de enfermería,
profesión a la que siempre estuvo agradecida por su
vocación de servicio y solidaridad. En su consultorio
del hospital tenía un cuadro con una foto en la que
había un niño parado tomando teta: siempre fue una
defensora de la lactancia materna, en contra de los
negociados de las farmacéuticas y las leches en polvo
(cuando no eran necesarias). Todavía me parece ver su
sonrisa al auscultar a un bebé o escuchar la dulzura
de su voz al hablar con alguna mamá en el sector de
internaciones. Desde las cocineras hasta los
camilleros y las enfermeras, no había persona en el
hospital que no la saludara con una sonrisa.
Fue directora de la región sanitaria y de PAMI, en
donde armó todo un sistema que entendía a la vejez
como una época de disfrute y también de decisión.
Desde esa dirección se organizó un viaje a la playa de
San Cayetano donde personas de más de 80 años por
primera vez vieron el mar.
Entre las ferias y el arte
Fue una de las primeras feministas en mi familia.
Cuando yo estaba embarazada de Lola y me acompañaba a
comprar ropa y nos preguntaban celeste o rosa, siempre
decía que los colores eran de todxs. Luchadora por la
descolonización siempre, se quejaba de que las
inscripciones de la ropa estuvieran en inglés y nos
decía que lo primero que había que conocer en el mundo
era América Latina. Lectora, contadora y escritora de
historias desde la primera hora, sus regalos para
Lola, Amanda y Lucía, sus nietas a las que adoraba,
siempre eran libros. Amaba el teatro y el cine: actuó
en Soy tu aventura del director de cine nuevejuliense,
Néstor Montalbano, en La próxima estación de Pino
Solanas y en las películas de Santiago Carilla, un
joven cineasta de Dudignac.
Amante de la Ruta 40, como Miguel, mi compañero, con
el que compartían el amor por los viajes, la
naturaleza, los campamentos y las cortaplumas. Sus
ojos todavía se maravillaban ante la salida o la
puesta del sol y con las heladas en los inviernos.
Cuando venía de visita a Buenos Aires, la recorría
como si fuera la primera vez, deteniéndose a ver desde
las cúpulas y la arquitectura hasta las ferias en la
21-24.
Tuvo un hermano detenido desaparecido desde 1974 a
1983, al que buscó por cielo y tierra. Fue parte de la
larguísima cola cuando vino a la Argentina la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos en 1979 para
recibir denuncias sobre las desapariciones. . Todos
los 24 de marzo viajaba desde 9 de Julio, y cada vez
que estaba en Buenos Aires un jueves, acompañaba a las
Madres en sus rondas.
En 2001 armó junto a la comunidad de Patricios, un
pueblo ferroviario de 9 de Julio, un grupo de teatro
comunitario que ayudó a reactivar la economía y la
esperanza. En 1977 la dictadura militar había
clausurado el ramal que iba desde Estación Buenos
Aires y pasaba por Patricios y de 6.000 habitantes
quedaron 600. Retomando los ejemplos de los teatros de
Catalinas Sur y del Circuito Cultural Barracas,
armaron en Patricios un grupo de teatro que creó de
manera colectiva la obra Nuestros recuerdos que
contaba la historia de la fundación del pueblo
alrededor del ferrocarril. Fue en Patricios donde se
llevaron adelante los primeros encuentros nacionales
de teatro comunitario y todavía hoy, 20 años después,
los habitantes del pueblo recuerdan esos días como una
fiesta.
Luchó también por la defensa del ferrocarril y fue en
ese camino que conocimos a Osvaldo Bayer, con quien
hicimos el documental Estación Patricios que
presentamos en el pueblo junto a toda la comunidad. El
arte comunitario (Bailarines toda la vida, Cine con
vecinos de Saladillo, Cultura Viva Comunitaria y todas
las expresiones artísticas populares) era para ella un
fin en sí mismo de transformación social.
No tengo más que palabras de agradecimiento por todo
lo que me/nos deja. Sobre todo, la lucha contra las
injusticias en todas sus formas, y por el humanismo.
Siempre viendo el lado lindo de la vida.
“Seremos tus semillas de palo borracho y de
jacarandá”, le dijimos con mis hijas al despedirla.
*) ¿Qué es la revista MU?
MU, el periódico de lavaca.
Es el medio que nos permite profundizar, relacionar y
contextualizar los temas sobre los que informamos
semanalmente. Y también, una forma de colectar
recursos que nos permiten sostener el proyecto
integral de lavaca. Actualmente tiene una tirada de
10.000 ejemplares que se agotan.