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sábado, noviembre 30, 2024

Científico argentino estudia un árbol que colonizó las Galápagos

Un trabajo genético internacional, en el que participa un investigador de la Universidad Nacional de Rosario, reconstruye la misteriosa llegada del árbol “mandubí-guaycurú” a esas remotas islas.

Un nuevo estudio del cual participó un científico rosarino arroja luz sobre la introducción en las Islas Galápagos de un árbol distribuido en diferentes puntos de Sudamérica, el “mandubí-guaycurú” o “maní de los indios”.

El estudio genético, realizado sobre cloroplastos y otras estructuras de Geoffroea spinosa (tal su nombre científico), pone en evidencia que el árbol llegó a esas islas volcánicas que podrían tener 5 millones de años de antigüedad en un rango “amplio y ambiguo” de 160.000 a 4.750 años atrás por dispersión natural. Sin embargo, los investigadores creen que la colonización de algunas variedades de la especie pueden haber sido también recientes por la mano del hombre, que ha usado al árbol como fuente de leña y con fines forrajeros y alimenticios.

“Los resultados indican que ha transcurrido el tiempo suficiente desde el arribo de las poblaciones de esa especie a las Galápagos como para que se hayan distinguido de las supuestamente ancestrales de Perú”, afirmó a la Agencia CyTA uno de los autores del estudio, el doctor Darién Prado, profesor de Botánica de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).

En la actualidad, el mandubí-guaycurú se encuentra disperso en fragmentos boscosos discontinuos a lo largo y ancho de América del Sur: desde las costas caribeñas secas de Colombia y Venezuela hasta la costa pacífica del Ecuador, las catingas del nordeste del Brasil y las provincias argentinas de Salta, Chaco, Corrientes, Formosa y Santa Fe. La especie está confinada a las cercanías de cursos de agua pero dentro de áreas cubiertas por los llamados “bosques secos estacionales neotropicales”, explicó el doctor Prado.

Para el investigador del CONICET, el estudio en las Galápagos puede ayudar a comprender de qué manera esos bosques, que estuvieron unidos durante el Pleistoceno, se fueron fragmentando debido a fluctuaciones climáticas, y cuál puede ser el rol de la actividad humana en la “tremenda” transformación del ambiente.

En el trabajo también participaron científicos de los Jardines Botánicos de Ginebra (Suiza) y de Edimburgo (Escocia), junto con especialistas en estudios de poblaciones de la Universidad de Berna, Suiza.

(Agencia CyTA-Instituto Leloir)-.

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