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Nueve de Julio
viernes, noviembre 29, 2024

Viento en la laguna

* Por Marisa Foresi de Gallo Llorente.
Este cuento participó en el Concurso Literario «Subte Vive» 2012, recibiendo Mención Especial entre más de 2000 trabajos presentados.

Y este viento que no para, sopla y sopla sobre el campo. Hoy los chicos no podrán salir al patio, se tendrán que quedar adentro y aprovecharé a reforzarlos en matemáticas. Cómo les cuesta multiplicar. Algunos ya lo saben, pero los más chiquitos, los que se sientan cerca del pizarrón, creo que se copian los resultados. Ayer los vi espiando en mi cuaderno de ejercicios.
Si mañana viniera Ramón a buscarme…
Seguro que me busca como me dijo, entonces vamos a ir al pueblo a comprarlo.
Duermo en la escuela toda la semana y sueño. Sueño que me voy con Ramón.
Ahora está lloviendo. Que vengan con el sulky porque sino los chicos no podrán irse.
El viento trajo el agua. Que el viento traiga a Ramón.
Yo vine a trabajar a la escuela de La Estación, porque la otra maestra se enfermó.
En la Estación, el jefe de señales me mira por la ventana. Siempre me mira desde la misma ventana. Es para que yo sepa que está ahí, y me saluda levantando la mano. Yo no lo quiero mirar, a Ramón sí. Ramón es guapo y fuerte, y se ríe. Yo no me río. Traeré el agua de lluvia que he juntado en un barril para lavarme el pelo. Qué largo tengo el pelo.
Los chicos están juntando sus cosas para irse. Cuánto llueve ahora. Les prestaré un capote para que no se mojen tanto. La laguna crece pronto y es difícil pasar por los bajos. Ramón me dijo que lo espere, que vamos a ir juntos al pueblo para comprarlo. Tendrá puntillas en el ruedo. Ya se fueron. Y la escoba dónde está. Me gusta dejar la escuela limpia para no levantarme tan temprano el lunes. Sigue lloviendo. Se han metido dos sapos porque dejé la puerta abierta. No importa, tal vez se coman algunas moscas que llegaron con la tormenta.
Mañana cuando venga el tren, vendrá Ramón. Lo veo una vez a la semana, él está muy ocupado. Me regaló una virgencita que a la noche se ilumina para que me cuide, dijo. Yo lo quiero a Ramón. El otro día me contó que se peleó con un paisano en el boliche del Gringo. Fue por vos, me dijo. En el boliche toman una bebida blanca que viene en botellas de cerámica. Tenía lastimada la oreja derecha, era un tajo que quería disimularlo con un pañuelo, pero yo igual lo vi. La valija amarilla es grande, ahí va a caber. Quiero que tenga botones en los puños y flores en el escote.
Ramón, Ramón, mañana cuando venga el tren, vamos a ir al pueblo a comprarlo. No gasto mucho y puedo ahorrar. Tengo monedas grandes en el bolsillo del tapado, pero a los billetes los guardo. Nadie sabe donde los pongo.
Cacarea una gallina cerca del galpón. Si viene Ramón, voy a reírme. Dijo que lo espere, que va a venir. A la valija amarilla, la compré con mi primer sueldo, para venir al campo. Es importada de Francia, creo. Está anocheciendo y seguro cenaré los huevitos frescos que puso la bataraza.
Yo no quería casarme tan pronto, pero Ramón dijo que diciembre era una buena fecha. Hace poco que lo conozco. No sé muy bien donde trabaja. Doma caballos y es muy hábil con las manos. Me mostró unas riendas trenzadas con tiento, que hizo con el cuero de una vaca, yo las toqué y le dije que eran muy lindas. Te gustan, dijo, y con las puntas, me hizo cosquillas en el medio de la espalda. Ramón, Ramón, me hacés reír. Te pusiste colorada, tonta, me dijo. Los besos de Ramón huelen a tabaco fuerte como sus brazos, como cuando me abrazó esa siesta de domingo, cuando el sol me vio feliz.
Se está terminando la cosecha y el trabajo de hombrear bolsas, por eso Ramón va a venir. El sueño está llegando junto con las estrellas. Me até el pelo para que quede suave como a Ramón le gusta. Mañana, mañana llegará Ramón…
El gallo estrenó su canto y los teros chillaron testarudos. La máquina del tren silbó tres veces. Está cerca. Ya tengo preparada la valija. Voy a comprarlo en el pueblo. Le daré un beso a la virgencita para que la suerte me acompañe. Me late fuerte el corazón. El jefe de la estación está haciendo señas con el banderín, para que el tren aminore su marcha. Hay algunas personas en el andén que buscan a los pasajeros.
Ramón, trato de divisarte detrás de las ventanillas. Me late fuerte el corazón. No te veo Ramón. Ya saqué el boleto como vos me dijiste, lo tengo en la mano, bien apretado. El viento trae sabor a sal de la laguna. Mi nariz se ensancha. No te veo Ramón. El jefe de señales me saluda serio. Le ayudo con la valija, me dijo. Voy a esperar a subirla hasta que el tren avise que se va, le contesté. No estás Ramón. No estás adentro del tren, como dijiste. Gusto a sal en mis mejillas. Qué chiquito siento el corazón.
Boletos por favor, que nos vamos, dijo el guarda. El tren bufa. Tres silbatos y una media vuelta de rueda lo anuncian. ¿Señorita, y la valija, no la va a llevar?. Me voy con el verano. Ya se desenganchó el tubo por donde cargaron agua al tanque de la máquina. ¡Señorita! ¿y la valija?.

Enero 2012

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