Una investigación que incluyó el estudio de 137 países –incluida la Argentina- revela que, mientras en los más ricos hay un exceso de la intervención que implica costos innecesarios, en los más pobres ni siquiera se llega al mínimo recomendado del 10 por ciento.
(Agencia CyTA – Instituto Leloir)-. Los países de altos y medianos ingresos, como la Argentina, realizan más cesáreas del máximo de 15 por ciento que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS), lo que implica un gasto injustificado anual que ronda los 2,3 mil millones de dólares. En cambio, hay 55 países que ni siquiera llegan a una proporción del 10 por ciento de cesáreas, lo que revela una inequidad en el acceso a esa intervención.
Los datos surgen de un estudio realizado sobre 137 países, publicado en The American Journal of Obstetrics and Gynecology y realizado por investigadores del Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS), con sede en Buenos Aires, y de la OMS. Para obtener los índices de cesáreas, la bioestadística del IECS Luz Gibbons y los coautores efectuaron una extensa revisión sistemática de fuentes tales como la OMS, ministerios de salud, publicaciones científicas y encuestas publicadas.
“El estudio evidencia que, por un lado, algunos países de bajos y medianos ingresos deberían mejorar su acceso a la cesáreas para los casos en que son realmente necesarias”, señalan dos de los autores, el médico Fernando Althabe, director del Departamento de Investigación en Salud de la Madre y el Niño del IECS, y José Belizán, médico obstetra e investigador senior de la misma institución.
“Por otro lado, en países de altos ingresos y en algunos de medianos, como la Argentina, hay un uso desmedido de este procedimiento quirúrgico. Este exceso es peligroso porque puede significar un aumento de las consecuencias negativas de la cesárea por encima de sus beneficios”, agregan.
Para los expertos, el uso racional de las cesáreas se traduciría en un ahorro de recursos financieros entre los países de altos ingresos y de algunos de medianos ingresos, los cuales podrían destinarse a países pobres. “Uno de los caminos para lograr este objetivo sería comprometer en forma gradual a las asociaciones profesionales de médicos, a organizaciones de cuidado de la salud, al público general y a las autoridades de los países ricos”, concluyen los investigadores.