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ISETA Informa: Alimentos Funcionales

[24 de febrero de 2010] Cada vez más, los consumidores se orientan hacia el consumo de alimentos relacionados con la salud que brinden la posibilidad de mejorar las condiciones físicas y psicológicas. Es allí donde entran en juego los “alimentos funcionales”.

El primer país en definir el concepto de alimento funcional fue Japón (década del ´80) refiriéndose a aquellos alimentos procesados que contienen ingredientes que ayudan a funciones corporales específicas, además de ser nutritivos. Por su parte, la Unión Europea considera “funcional” a aquel alimento que se ha demostrado que su ingesta influye satisfactoriamente en una o más funciones corporales, mejora el estado de salud y/o reduce el riesgo de enfermedades.

Algunas de las principales funciones son las relacionadas con el crecimiento y desarrollo, fortalecimiento del sistema inmune, el sistema cardiovascular, el sistema gastrointestinal, entre otros.

La búsqueda de terapias alternativas para algunas enfermedades, el envejecimiento de la población mundial, los avances de la tecnología y los cambios reglamentarios de diversos países han provocado un gran interés por el desarrollo de alimentos funcionales alrededor del mundo.

Desde un punto de vista práctico, un alimento funcional puede ser:

* Un alimento natural en el que se ha mejorado alguno de sus componentes mediante condiciones específicas de cultivo

* Un alimento al que se le ha agregado un componente que produzca beneficios (por ejemplo, bacterias probióticas seleccionadas que benefician el sistema intestinal)

* Un alimento al que se le ha quitado algún componente para que produzca menos efectos adversos sobre la salud (por ejemplo, la reducción de grasas saturadas)

* Un alimento al que se le ha modificado la naturaleza química de alguno de sus componentes (por ejemplo, hidrolizados proteicos para reducir efectos alérgicos en lactantes)

* Un alimento al que se le ha aumentado la biodisponibilidad de alguno de sus componentes (por ejemplo, los alimentos enriquecidos o fortificados con vitaminas y/o minerales)

Dada su funcionalidad, los componentes más difundidos son:

* Probióticos: son alimentos fermentados por bacterias que favorecen la digestión, inhiben el crecimiento de bacterias nocivas, aumentan la resistencia a infecciones.

* Prebióticos: son productos que favorecen el crecimiento de las bacterias prebióticas en el colon.

* Fitoquímicos: son sustancias de origen vegetal que actúan en la modulación de las enzimas.

* Fitoestrógenos: son moléculas de origen vegetal con efectos benéficos sobre el sistema cardiovascular, tejido óseo, mamas.

* Fibra dietaria (soluble e insoluble): la fibra soluble participa en el proceso digestivo, retardando la absorción de los hidratos de carbono y reduciendo los niveles de colesterol y triglicéridos. La fibra insoluble posee propiedades hipocolesteromiantes a la vez que estimula la motilidad intestinal.

* Ácidos grasos poliinsaturados: los ácidos grasos omega-3 actúan como agentes protectores del sistema cardiovascular por su actividad antiinflamatoria, anticoagulante, vasodilatadora. Los ácidos grasos omega-9 favorece la reducción de triglicéridos y colesterol.

Un factor clave en el desarrollo de alimentos funcionales es que la industria debe evitar etiquetar en esta categoría cualquier producto sin la previa validación del beneficio a la salud y los organismos reguladores sólo deben permitir el uso de declaraciones de salud cuando esté debidamente validado su efecto positivo. En este sentido, son los sectores académicos y de investigación los que deben participar activamente. Esto favorece el surgimiento de un nuevo campo de investigación en donde especialistas en nutrición y en ciencia y tecnología de alimentos trabajen activamente en la formulación de nuevos productos y el análisis y control de los productos que se comercializan con vista a responder a las demandas actuales de la sociedad.

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