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jueves, noviembre 28, 2024

Vuelta de Obligado – La Batalla de la Soberanìa

Autor: Francisco Hipólito Uzal – Publicado en “Todo es Historia” –Año II Nº 19
(Extracto y adaptación de Roberto Rossi)

“ ¡Allà los tenéis ¡ Considerad el insulto que hacen a la Soberanía de nuestra Patria al navegar, sin más tìtulo que la fuerza, las aguas de un rìo que corre por el territorio de nuestro paìs. ¡ Pero no lo conseguirán impunemente! ¡Tremola en el Paranà el pabellón azul y blanco y debemos morir todos antes que verlo bajar de donde flamea !”.- Estas fueron las palabras con que el Gral. Lucio Mansilla (padre del escritor) arengò a sus soldados momentos antes de la decisiva acciòn. Pero no se crea que el intervencionismo anglo-francés en el Plata es un hecho aislado y eventual. El siglo XIX es el momento històrico de la expansión colonialista europea. El desarrollo industrial impulsò a las potencias de primera línea a un desenfreno de conquistas territoriales y mercados internacionales. América latina, a pesar de su reciente independencia política era una presa fácil y apetecible. Es en 1838 que Francia lleva a cabo el primer bloqueo contra nuestro paìs por motivos insignificantes e injustificados, como el apresamiento de algún francés incurso en delitos comunes. Pero en el Plata no se repitió lo ocurrido en otras latitudes (Méjico, por ejemplo). El pueblo estrechò filas con el Gobierno de la Confederación y repudiò el bloqueo. Es en ese momento cuando San Martín escribe su primera carta a Rosas ponderando su firme actitud en la emergencia y ofreciéndole su colaboración desinteresada. La gran potencia europea resigna en ese momento sus pretensiones. Gran triunfo de la causa Americana. Pero quedò la sangre en el ojo. La ambición de conquistas territoriales en las potencias europeas era prácticamente insaciable. Por otra parte, Francia e Inglaterra acababan de sufrir un rudo golpe en su prestigio: Estados Unidos deseaba anexarse al Estado mejicano de Texas y las dos naciones europeas habìan respaldado a Méjico para impedir el despojo. Pero èste se produjo y nadie se atrevió a interferir en la política expansionista estadounidense. Tanto ingleses como franceses necesitaban un èxito militar para rehabilitarse. Dónde mejor para ello que en el Río de la Plata. La idea era la creación de nuevos pequeños Estados en la región subdividiendo a las naciones recièn emancipadas, por lo que les resultarìa fácil controlarlas política y económicamente. El objetivo comercial – principal finalidad de esta empresa – se concretaba con la libre navegación de sus barcos por nuestros rìos interiores. El Gral. San Martín se hallaba a muchas millas de su patria pero seguía atentamente los acontecimientos a travès de la prensa europea. Consultado sobre las posibilidades militares que a su juicio podrían tener los invasores, contestò con una carta seria, estrictamente profesional, destinada ex profeso a los gabinetes de las potencias involucradas: “Bien es sabida la firmeza de carácter del jefe que preside la Confederaciòn Argentina; nadie ignora el ascendiente muy marcado que posee sobre todo en la vasta campaña de Buenos Aires y resto de las provincias. Y aunque no dudo que en la Capital tenga un nùmero de enemigos personales, estoy convencido que bien sea por orgullo nacional, temor o bien por las prevenciones heredadas de los españoles hacia los extranjeros, ellos en su totalidad se le unirán y tomaràn parte activa en la actual contienda”. Juan Bautista Alberdi fue uno de los màs talentosos unitarios enemigos de Rosas. Pero en su fecunda y lùcida madurez revisa la mayor parte de sus ideas anteriores y deja esta significativa frase: “Prefiero los dictadores de mi patria que a los libertadores extranjeros”. A raìz de Obligado, el nombre argentino fue puesto en todas las bocas; la prensa de todos los paìses civilizados comentò con admiración la firmeza con que Rosas hizo frente a la invasión. Mansilla fue el Jefe que dirigiò las fuerzas de la Confederación en la inolvidable jornada. Era un veterano de la Independencia de 53 años, natural de Buenos Aires que peleò en las Invasiones Inglesas siendo casi un niño a las òrdenes de Liniers; estuvo en el Ejèrcito de Los Andes con San Martín. Es nombrado “Benemérito de la Patria en grado heroico”. Se casa en segundas nupcias con la hermana menor del Restaurador, Agustina Rosas. En 1845 este hombre era comandante del departamento del norte y a èl confiò Rosas el mando de las fuerzas que enfrentarìan al enemigo. Todos los esfuerzos imaginables fueron desplegados por ese grupo de patriotas de vanguardia que iban a representar el honor nacional. En ese lugar, al norte de San Pedro, el Paranà tiene aproximadamente 700 metros de ancho. Para dificultar el paso, Mansilla lo hizo cerrar con tres gruesas cadenas que atravesaban las cubiertas de 24 buques y lanchones desmantelados colocados en línea. En la orilla opuesta colocò un bergantín armado con 6 cañones. En tierra fueron montadas cuatro baterías (“Restaurador Rosas”, “General Brown”, “General Mansilla” y “Manuelita”); además 500 soldados de infantería màs dos escuadrones de a caballo (uno al mando del teniente Facundo Quiroga, hijo del “Tigre de los Llanos”) y algunas fuerzas de milicianos reclutados en los alrededores. Eso era todo lo que se tenìa a mano; bien poco por cierto, pero sobraba coraje. La primera nave enemiga que pretende acercarse recibe una andanada que de entrada la dejò maltrecha, con 50 de sus hombres fuera de combate. Una bala de cañón le corta la cadena del ancla y comenzò a derivar aguas abajo. Pero la poderosa artillerìa (de ùltima generación) de las otras unidades intrusas fueron diezmando a su vez a nuestras baterías. Las fuerzas nacionales tuvieron 650 hombres fuera de combate –250 muertos y 400 heridos – y destruídos casi todos sus cañones. Fueron 7 horas de enconada lucha (desde las 9 hasta la media tarde). Cuando la munición de las baterías se terminó, recién se atrevieron los extranjeros a la operación de desembarco. Pero la infantería criolla los esperaba todavía con una carga al arma blanca. No obstante, la metralla de los barcos y la fusilerìa moderna diezmò nuestras filas. Hubo que replegarse, incluso con el General Mansilla herido. Merece destacarse la presencia samaritana de la mujer, representada por un grupo de damas nicoleñas encabezado por doña Petrona Simonino, que organizaron un grupo de sanidad muy eficaz para auxiliar a los heridos. Tal fue, en breves trazos, el encuentro de la Vuelta de Obligado: para los invasores, una victoria “a lo Pirro”. Medio año después de Obligado, los invasores se atreven a regresar con 40 buques mercantes y 12 de guerra, pero con las acciones de “Tonelero” y definitivamente en “El Quebracho”, tuvieron que abandonar la empresa e irse del Plata. ¿Què partido habìan tomado auqellos bravos defensores de la soberanìa nacional? El ùnico posible en esas graves circunstancias: el partido de La Patria.-

El cantautor uruguayo Alfredo Zitarrosa escribiò lo siguiente en homenaje a la heroica gesta:
“Vuelta de Obligado” (fragmento)
Noventa buques mercantes, veinte de guerra, vienen topando arriba las aguas nuestras;
Veinte de guerra vienen con sus banderas ¡La pucha con los ingleses, quièn los pudiera !
¡Què los pariò a los gringos, juna gran siete!
Navegar tantos mares, venirse “al cuete” ¡què digo venirse “al cuete”…..

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