Algunas personas de más avanzada edad, suelen recordar la existencia del Círculo Tradicional “Los 25”, la primera institución nuevejuliense, orgánicamente formada, en revalorizar las cuestiones relacionadas con la tradición.
Puede decirse que la aparición del primer centro tradicionalista en 9 de Julio tardó en formarse. Recién en la década de 1930 comienza a nacer en la comunidad un interés, casi generalizado, por revalorizar la belleza del folklore y las tradiciones gauchas. A comienzos de ese decenio se encontraba radicado en la ciudad Enrique Ghiozzi, quizá por entonces uno de los hombres más vinculados con el ambiente criollo, desde el punto de vista tradicionalista, en 9 de Julio. Ghiozzi sugirió a un conjunto de vecinos la idea de fundar una institución criolla, un centro dedicado a la revalorización de aquellos símbolos y motivos propios de nuestra tradición.
Aquel proyecto despertó especial interés. De hecho el 9 de diciembre de 1933 fueron elegidas las autoridades que habrían de regir sus destinos: Doctores Pablo A. Subirá y Juan B. Ormaechea, presidentes honorarios; Enrique Ghiozzi, presidente; Arturo Arzuaga, secretario y Antonio Lisazo, tesorero.
El número de los socios fundadores -Doctores Subirá y Ormaechea, Zenón R. Gamboa, Antonio Lisazo, Juan Bonfiglio, Santiago Baztarrica, Juan B. Baztarrica, Carlos Ortiz Costa, Antonio Zabala, Juan y Natalio Albano, Teodoro Monasterio, Alfredo Ormaechea, Julio Gornatti, Pedro Peralta Ramos, Ernesto Esnoz, Enrique Ghiozzi, Tomás Zabala, Eduardo Hayes, Rafael Failache, Arturo Arzuaga, José Scalice, Manuel Larreta, José Etchevers y Guillermo Sinnot- , fue el que determinó su nombre: el Círculo Tradicional “Los 25”. El lema que adoptó la institución no debió ser más expresivo: “Mantener latente en el espíritu el vínculo de amistad social aportó todos los medios a su alcance, a la elevación moral e intelectual de sus asociados, mediante la realización de reuniones diarias, en las que se intercalarán números de canto, bailes tradicionales, fiestas campestres, declamaciones y todo lo que tienda a cultivar el arte nativos vano”.
Puede resultar evidente comprender que el círculo pretendió gestar una actividad dinámica desde su origen. En enero de 1934 fue realizada la que, sin dudas, fue la primera presentación en público.
El 19 de marzo del mismo año, en el predio de la Sociedad Rural local se desarrolló otra importante fiesta, que tuvo como objetivo “mantener latente el espíritu del pueblo, la tradición nacional”. Este espectáculo cobró un brillo especial, muy superior al alcanzado hasta entonces.
Progresivamente el círculo fue incorporando nuevos miembros. Para 1938, incluso, había “realizado ampliamente el plan propuesto al fundarse”, pues en término de pocos años concretó varias fiestas de carácter popular y desfiles de carretas con motivo de las conmemoraciones patrias, y diversos números tradicionalistas destinados a la beneficencia.
Para 1938 se habían incorporado: Pedro Ferrere, Juan Carabajal, Ramón N. Poratti, Balbino Pérez, Enrique Díaz, doctor Leo Antunovich, escribano Gustavo Ferrere,, Victorio Argentieri, Daniel Arzuaga, Adolfo Luján, Manuel L. Ormaechea, Nemesio Gutiérrez, Carlos Micheau, Carlos Benzo, Germán H. Camou, Juan Fons, Antonio Amaya, Alberto Cacciatore y Eduardo Aizpuru. A más existía un buen conjunto orquestal, integrado por Fermín Failache, Pedro Ferreyra, José Cewllio, Raúl Cacciatore, Guillermo Platolino, Eleodoro Lozzi, Oscar Bruno, Santiago Kirchner, Luis y Carlos Choy, Guillermo Holstein, Ángel Medina, “Jorge Omar” Ormaechea, Oscar y Raúl Bustamante, José Venegas y Salvador Villaroia; dos recitadores, Osvaldo Cabanillas y Zulema Correa; cuatro zapateadores, Sabino Luna, Nemesio Gutiérrez, Eleodoro Lozzi y Salvador Villaroia.
Además figuraban como socios honorarios, Bernarda A. de Ormaechea y Eduardo A. Fauzón, y cerca de 102 de asociados; y mantenían vínculos de camaradería con instituciones similares en otros lugares de la provincia.